Neil Young, el incansable cascarrabias que sigue agitando el mundo libre

Guerra con Spotify

Símbolo del canción protesta de los 60 y 70, el canadiense se ha significado por sus críticas a los más conservadores de EE.UU.

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Neil Young, durante uno de sus conciertos 

AFP

Ya 76 años, seis décadas de canciones, más de 40 discos y un sinfín de grabaciones pendientes de ser publicadas. Ríos de música y letras con mensaje, y una notable influencia en numerosos artistas. Este es un resumen nada exhaustivo del Neil Young músico, el incombustible cantautor canadiense -ciudadano estadounidense desde enero de 2020-, que estos días es noticia por haber eliminado su discografía de Spotify tras exigir a la compañía sueca retirar un podcast con ideas negacionistas. ¿Young metido en una polémica política o social? No podía ser otro, piensa todo el mundo.

Y es que más allá de una leyenda del pop-rock, la nueva controversia en torno a Young devuelve su otra cara -por otro lado, indisociable-: la del contestatario, la del activista, la del contracultural. O la del viejo hippie cascarrabias, como así le ven muchos compatriotas, especialmente los más conservadores y coleccionistas de merchandising de Trump.

Su choque con Spotify no es nuevo: aunque antes había alegado falta de calidad del sonido, siempre se resistió a los nuevos modos de difusión de su música

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Sergio Lozano
Spotify ha escuchado los ruegos de Neil Young, pero no en el sentido que el veterano músico canadiense habría deseado. El gigante de la música en internet ha anunciado que retirará el repertorio de Young, aunque espera “poder darle la bienvenida de vuelta pronto”, tal como afirmó un portavoz de la empresa a The Wall Street Journal y The Hollywood Reporter.

El cantante pidió esta semana retirar sus canciones de Spotify si el podcast de Joe Rogan, The Joe Rogan Experience, no desaparecía de su catálogo. Young ha acusado al presentador de difundir falsedades sobre la covid y las vacunas, compartiendo la denuncia que hicieron por carta 270 médicos y científicos del país. Pero Spotify ha preferido retirar la discografía del artista antes que ceder, pues el de Rogan es actualmente el programa más escuchado de EE.UU y se ofrece en exclusiva en esta plataforma.

Dicho y hecho. Este mismo viernes muchos de sus discos ya no están en la plataforma. Solo se han salvado un álbum, Paris 1989 y los sencillos Neil Young en el festival Live Aid y Campfire, que forma parte de la banda sonora de la película Bright. Sin embargo, algunos de sus clásicos como Heart of Gold o Harvest Moon aún se pueden escuchar al formar parte de otras bandas sonoras.

Su enfrentamiento con Spotify no es nuevo. Años atrás pidió lo mismo pero por un motivo muy distinto: la calidad del sonido, que aseguraba que era pésimo. No obstante, terminó reculando en 2019 porque, como admitió a Rolling Stone, es “donde la gente va a por música”. De hecho, el siempre crítico con las grandes corporaciones no había tenido reparos en unirse Amazon Music por aquel entonces. Por supuesto, sus numerosos críticos no tardaron en echárselo en cara mientras él se apoyaba de nuevo en la calidad sonora para justificar el cambio.

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Neil Young, leyenda del rock y la canción protesta de EE.UU., en una imagen de 2015

Reuters

Muchos ven en todo ello poca capacidad de adaptación a los nuevos tiempos de la música. Y es que en realidad, él lo admite: en su autobiografía Memorias de un hippie no para de recordar que le obsesiona el sonido y que, por ello, odia las reproducciones digitales en general. A su juicio, provocan que un tema no emocione del mismo modo: “Son un pasatiempo interesante o un juguete, pero no un mensaje para el alma. Sí, las cosas han cambiado”.

Su empeño por un buen sonido es igual de persistente que su lucha política. Tanto en su estilo folk acústico como en su vertiente eléctrica, las letras de Young tienden a golpear la consciencia de los estadounidenses. De hecho, desde los sesenta, ningún presidente republicano, de Nixon a Trump, se ha escapado de sus protestas en forma de canción. Probablemente el culmen de esta oposición fuera Living with war (Viviendo con guerra), el disco entero que en 2006 dedicó a criticar la política exterior de George W. Bush y su decisión de ir a la guerra de Irak. No fueron pocas las críticas que recibió entonces de los sectores más conservadores, llamándole nada menos que agitador. "Ejerzo mi derecho a la libertad de expresión. Este álbum va de reconciliación y nadie puede apropiarse del espíritu del 11-S", se defendió.

Ningún presidente republicano se ha escapado de sus mordaces críticas: desde Nixon a Trump, pasando por Reagan y la familia Bush

Años antes, en 1989, ya la había tomado con Bush padre: el álbum Freedom incluía temas como Rockin' in the Free World (Bailando en el mundo libre), una denuncia enérgica de las políticas de Reagan y el mencionado Bush, sacando a la luz sin pelos en la lengua el sinhogarismo creciente en EE.UU. y la degradación del medioambiente, entre otras lindezas del sueño americano. Un letra vigorosa que pronto se convirtió en un himno del rock alternativo de los noventa. No por casualidad, al renacido Neil Young se le consideró entonces el padrino del grunge.

No deja de ser curioso que precisamente fuera este tema el que le devolviera a la palestra pública 30 años después. Quizás desconociendo su origen -o probablemente como apropiación-, Donald Trump no dudó en utilizar Rockin' in the Free World y otros temas de Young en sus actos de campaña. El canadiense prohibió al magnate usar sus canciones, después cedió y, finalmente, perdió la paciencia y acabó por demandarle por una infracción de copyright. 

Trump se apropió para su campaña electoral de 'Rockin' in the Free World', himno de 1989 y crítica mordaz a las políticas derechistas de Reagan y Bush padre

Su denuncia de la América blanca más reaccionaria es una constante en su producción artística, desde los lejanos años sesenta. Célebre es Ohio, la canción que junto a David Crosby, Stephen Stills y Graham Nash denunciaba la matanza de cuatro estudiantes en el campus universitario de Kent. El mísil a Richard Nixon no podía ser más explícito y forma parte de la historia de la música con contenido político: "Soldaditos de plomo y Nixon llegando / Finalmente estamos solos / Este verano escucho los tambores / Cuatro muertos en Ohio". La letra era del propio Young y su compañero Crosby llegó a declarar: "La mención a Nixon es lo más valiente que he oído nunca".

No menos mítica fue Southern Man, la canción de su tercer álbum en solitario After The Gold Rush (1970) que ponía a los rednecks del profundo sur frente a un espejo. Y no, no salían guapos. Pocas canciones denunciaron con más contundencia el racismo esclavista del sur: "Vi algodón y altas mansiones blancas y pequeñas chozas / Sureño, ¿cuándo les compensarás? / Oí gritos y látigos chasquear / ¿Por cuánto tiempo? ¿Por cuánto tiempo?”. Fue el tema que convirtió a Young en el enemigo público número uno del sur.

Neil Young, en una imagen de 1967 cerca de Los Ángeles.

Un joven Neil Young, en una imagen de 1967 cerca de Los Ángeles.

Propias

La canción fue tan célebre como lo fue su respuesta. Ronnie Van Zant, líder de Lynyrd Skynyrd, quiso contestar a Young con la archiconocida Sweet Home Alabama, que no solo alababa el estado sureño y sus habitantes, sino que invitaba al "Señor Young" a abandonarlo si tan poco le gustaban esas tierras. No hace falta decir que si Southern Man se convirtió en un himno de la América de izquierdas, el tema de los Lynyrd Skynyrd quedó irremediablemente asociado -muy a pesar del propio Van Zant- con la derecha estadounidense.

En todo caso, sus canciones y activismo infatigable han hecho que algunos hayan encumbrado a Young como "la consciencia de América". Algo así como un Micheal Moore avant-la-lettre, respetado y odiado por las dos facciones que dividen el país desde hace décadas. Su choque con Spotify no es más que un capítulo más en su trayectoria de encomiable agitación.

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