Miquel Barceló pinta la crisis del coronavirus
Cultura
Recluido en Farrutx, plasma en su Cuaderno “la nueva estética marcada por el amarillo y el azul, los colores de los sanitarios”
Miquel Barceló ha pasado el confinamiento en su casa de Farrutx, en Mallorca. El pintor español más internacional nos explica por teléfono como ha afectado la crisis sanitaria a su vida cotidiana y, también, la incidencia que está teniendo en su obra artística. También nos ha abierto -por correo electrónico- su cuaderno de apuntes, con las imágenes esbozadas estos días.
“Yo había pasado todo el mes de febrero muy aislado en el sur de Tailandia, en una zona muy poco poblada –nos cuenta-. Trabajaba en dos libros ilustrados, acabando mi versión de La Metamorfosis y empezando La Ilíada. De pronto la situación se empezó a complicar, y pude volver en el ultimo momento. Me chocó que mientras en Tailandia todo el mundo llevaba mascarillas, aquí, cuando llegué, no la llevaba nadie. Ellos no han tenido que hacer un confinamiento estricto por ese uso de las mascarillas desde febrero”.
-¿Qué vida personal ha llevado desde entonces?
-Pinto en mi estudio de Farrutx, y voy también a mi taller de cerámica, que está al lado. Estoy con mi mujer y su hijo de diez años. Como vivo en el campo, cerca del mar, puedo salir y no tengo problemas. En mi caso el confinamiento solo ha puesto nombre a algo que los artistas hacemos siempre, estar sin salir y trabajando, aunque, claro, echo de menos a los amigos. Mis dos hijos se encuentran en París y bien, cada uno en su casa. A mi madre, que tiene más de noventa años, no la he visto desde hace dos meses. Está con sus bordados y me ha pedido que le envíe mas dibujos para trabajar sobre ellos. Ella vive en Felatnix, le gusta pasear y ver a los amigos, y este cambio resulta muy perturbador para ella.
-¿Y profesionalmente? ¿La crisis le ha hecho cambiar de hábitos?
-Sí que me ha modificado los hábitos. Normalmente iba y venía, pasaba aquí en Mallorca estancias de un mes, luego iba a París. Ahora estoy concentrado, hacía tiempo que no me quedaba tanto tiempo en un solo sitio. El problema en Europa es que nos hemos despertado tarde con el coronavirus: en Inglaterra, en Francia, nosotros. Es muy curioso que cada uno lo hace de una manera diferente, se produce una cacofonía insensata en cada sitio. Mientras que es evidente que el virus es más poderoso que nosotros. Es más antiguo y más democratico y más paciente.
-Usted es un artista de reconocida sensibilidad ecológica y muy volcado a las formas orgánicas. La crisis actual, vinculada a ambos elementos,¿qué le sugiere desde el punto de vista plástico?
-Me ha generado algo, seguro, pero aún lo tengo demasiado cerca. En mi cuaderno ya aparecen imágenes literales de gente con mascarillas, y dibujos que recogen esta nueva estética que ha aparecido repentinamente. Con los colores de los sanitarios, amarillos y azules, que están muy presentes.
-En sus largas temporadas en África, ha vivido experiencias de epidemias. ¿Qué diferencias ha visto con la actual?
-Vista desde África esta pandemia es poca cosa, ellos viven una pandemia permanente, muere más gente en un día de paludismo que aquí en un año de coronavirus. Además en África no hay contabilidad, así que este episodio, allí, será un desastre. Eso nos demuestra que no se podrá curar el coronavirus si no se encuentra una cura global, porque los virus van y vienen, constituyen también un fenómeno global. Pero el problema no solo es humano. En Mallorca se dan muchas enfermedades nuevas de los árboles, en los olivos y en los almendros, cada árbol lleva la muerte dentro y aunque veas el paisaje magnífico, los arboles están muriendo lentamente. También están desapareciendo especies animales, como los erizos de tierra… Yo no había visto nunca tantos patógenos.
-¿Qué nos enseña esta crisis sobre el mundo actual?
-El virus es una metáfora del mal, en el mundo de internet, por ejemplo, todo lo viral siempre se ve como un ataque. Pero a la vez son formas muy antiguas y muy bellas, de conocimiento y transmisión. Hay una novela de ciencia ficcion de Laura Kasischke, En un mundo perfecto, muy curiosa porque el virus es norteamericano, y nadie quiere ningún norteamericano en casa. A mi me recuerda a un Bioy Casares mezclado con Stephen King, mostrando un apocalipsis lento, resulta muy actual. De la literatura de pandemias yo destacaría también El húsar sobre el tejado, de Jean Giono, retrata una epidemia de cólera, cosa que me es familiar porque yo viví una en Mali…
-¿Qué más está leyendo, o tiene previsto leer, estos días?
-Los Diarios de Iñaki Uriarte, Il rumore sottile de la prosa de Manganelli, Dans le jardin de l´ogre de Leïla Slimani, Hambre de Knut Hansum, La disparition de Josef Mengele de Olivier Guez, Blanco nocturno de Ricardo Piglia, Desolations de David Vann, Le lambeau de Philippe Lançon, un par de libros de Naipaul….
-¿Qué va a ocurrir con las exposiciones que tenía previstas para los próximos meses?
-La del museo Picasso de Málaga que tenía que abrirse ahora salta a marzo del año que viene. Me da la impresión de que en todas partes los museos van a reabrir con sus colecciones permanentes y después irán inaugurando las muestras temporales. En Japón, en cambio, donde tengo exposiciones para después del verano en los cuatro museos más importantes del país, solo las retrasan un mes. En Japón hay mayor distancia social, este tema lo llevan mejor que nosotros. No creo que el coronavirus sea tan terrible allí como en Nueva York o Londres.
-Voces apocalípticas pronostican un desplome del mundo del arte tal como lo conocemos. ¿Comparte este punto de vista?
-Algo pasará, pero no veo que el mercado del arte se desplome ni desaparezca. En cualquier caso lo importante es el arte, y todo el mundo va a necesitar un lugar para ir a verlo, que principalmente seguirá siendo el museo. Habrá una limpieza porque es absurdo que encontremos colas por todos lados, esa gran masificación de la cultura. Si no hay colas para librerías, ¿porque tiene que haberlas en el Louvre? Probablemente va a ser duro para las pequeñas galerías y para los artistas jovenes, puede repetirse la situación de otros momento de la historia, en que los jovenes no vendían nada y se buscaban otro trabajo para vivir…
-¿Hay algo positivo que se pueda extraer de la crisis?
-Puede ser saludable porque el mercado del arte occidental actual, con la entrada del dinero de Asia, había creado un sistema artificial y de especulación, y todo el mundo veía que estaba manipulado. Tras la crisis nos veremos obligados a volver a empezar el juego. Y puesto que lo que ocurre no ha pasado nunca, tampoco tenemos referentes para saber como reaccionar. Siempre es bueno para todo el mundo repensar su trabajo, y ahora es el momento de hacerlo radicalmente.
-¿Qué puede aportar el arte en un momento como el actual?
-El arte, en un momento crítico, es de las pocas cosas que uno tiene ganas de llevarse consigo. Constituye una terapia para todo el mundo menos para el pintor. El arte ofrece algo trascendente y cubre una necesidad humana. Podemos pasar de casi todo menos de esto, cuando lo perdemos morimos.
-Además del mercado ¿cree que cambiará el espíritu del arte actual?
-Los de mi generación vivimos el postmodernismo, entre los años setenta y el 2000, y fue un momento estupendo. Nos sentíamos herederos y capaces de utilizarlo todo, no obligados a pintar de una sola manera, sino con libertad absoluta frente a la historia del arte. Todo era contemporáneo, las vanguardia que habían ido sucediéndose ordenadamente, de repente las teníamos todas a mano. En los últimos tiempos, en cambio, estamos viviendo un historicismo, un arte muy discursivo con mucha moralina, hijo de lo políticamente correcto. “Pintar es llamar a las cosas correctamente”, dice un filósofo ruso. Se trata de poner nombre a todos los colectivos, a todos los grupos diferentes, con un nuevo puritanismo. Las obras de ahora en esta línea recuerdan a los pompiers que pintaban episodios de la historia, recuerdan al arte victoriano pero sin el genio de Jane Austen, y ofrecen un tipo de arte totalmente académico. Yo creo que no dar las cosas por sabidas resulta siempre positivo y veo bien entrar en una nueva fase del arte.
-¿La actual va ser la gran experiencia negativa para una sociedad que hasta ahora no había sufrido ninguna catástrofe del mismo nivel?
-Si lo ves desde África no es gran cosa, para ellos esto es el pan de cada día. Para la gente que esta en la UVI es evidente que es una gran experiencia negativa. El problema es que si, no somos cuidadosos, esto pase de pandemia a endemia, y dure para siempre. Entonces si que puede ser una experiencia verdaderamente terrible.
Donación
Artistas internacionales por los hospitales
Barceló impulsará una iniciativa de carácter global de apoyo al personal sanitario
Miquel Barceló ha participado en una campaña de apoyo al personal hospitalario, que ha arrancado en el Hospital Clínic barcelonés, con una imagen. “Primero se difundió virtualmente y ahora se hace en papel. Queremos distribuirlo en todos los hospitales del estado. El objetivo era captar dinero para estos centros”. La iniciativa ha animado al artista a emprender un proyecto más ambicioso, “reunir un conjunto de obras de artistas internacionales con el propósito de poner en marcha un trabajo global, que vaya más allá. Para ello voy a llamar a artistas que son amigos personales míos de Francia, Italia, EEUU…”.”