Nick Mason, de Pink Floyd: “La música no sólo ha de entretener”
Entrevista
El músico repasa la trascendencia de Pink Floyd con motivo de una macroexposición sobre el grupo en Madrid
Nick Mason es la cabeza asentada en el seno de Pink Floyd. Después de medio siglo de exposición en primer plano, el batería de la mítica banda británica sigue allí y desde hace unos años corresponsabilizándose de The Pink Floyd Exhibition: Their Mortal Remains : una exposición concebida inicialmente en el Victoria and Albert Museum, donde hace dos años lo reventó atrayendo a 400.000 visitantes.
Ahora, hoy, la muestra abre sus puertas en el recinto ferial de Madrid hasta el 15 de septiembre, mostrando la historia de la formación británica a modo de viaje inmersivo en música, técnica, diseño. Mason, curtido señor a sus 75 años –que finalizó hace unas semanas una gira que realizó por Estados Unidos con una banda ad hoc por añoranza del directo–, ejerció de corresponsable de la antológica ante los medios de comunicación.
Aunque no tenga nada que ver con el motivo de su presencia aquí, la pregunta que siempre le ronda al aficionado es si es posible que algún día se reunifiquen Pink Floyd.
Ha llovido mucho desde la última vez que lo hicimos, en aquel festival Live 8 en el 2005, en donde tocamos los cuatro juntos por última vez [además de él, Roger Waters, David Gilmour y Rick Wright, que fallecería tres años después]. Pero no entra dentro de nuestros planes; yo creo que si nos fuesemos a juntar otra vez sería por el mismo tipo de motivo, es decir, benéfico. En ningún caso volveríamos a tocar juntos por una razón comercial.
Es sabido que David Gilmour y Roger Waters no se llevan precisamente bien desde hace años... ¿como se gestiona entonces el patrimonio del grupo como, por ejemplo, esta exposición?
Creo que desde un primer momento ya se dio por hecho que yo iba a ser el representante del grupo, el que iba a llevar la voz cantante a la hora de entrar en la exposición. Tenemos los comisarios de la exposición, que fueron los iniciales del Victoria and Albert Museum, pero nosotros tenemos nuestro propio comisario que es el jefe y fundador del estudio Hipgnosis, con los que trabajamos desde hace media vida.
¿Cuál debería ser la predisposición ideal del que venga a ver esta exposición?
Ni idea, pero seguro que recomendaría no venir drogado. La cuestión es que cada persona tiene una mentalidad diferente, y eso significa que cada persona tiene expectativas diferentes: habrá quien lo sabrá absolutamente todo sobre el grupo, probablemente más que yo, y también habrá gente que no sepa nada de nosotros y que sentirán cierta intriga por lo que vean y, espero, también por lo que oigan. Y quizás aprendan algo de cómo se hacía música, de diseño, de técnica, no sé, algo. Y, sobre todo, que sepan que van a ver la historia de una banda que era bastante más grande que la vida de sus cuatro miembros.
Cincuenta años después de haber empezado esta aventura y aún en activo, ¿cuál sería su balance en lo positivo y en lo no tan positivo?
Por supuesto que la peor parte es cuando la gente abandona el grupo, ya sea porque mueren o por otras razones. Eso es lo peor, sin duda. Dicho esto, perdimos hace muchísimo tiempo al que fue nuestro líder durante un año, Syd Barrett, pero no significó el final de la banda. Fue más difícil e impactante cuando Rick se fue del grupo, un tiempo después de que se marchara Roger. Fueron esos momentos cuando el grupo cambió su identidad, la llamada era post Syd Barrett y la era post Roger Waters. En cuanto a los momentos buenos, estos son incontables porque cincuenta años dan para mucho, me encanta lo que hago, y soy consciente del privilegio que tenemos de podernos dedicar a lo que nos gusta. Y lo digo porque los músicos del siglo XXI no lo viven igual, en el sentido de que el periodo dorado de la música que vivimos difícilmente volverá, porque ahora la industria de la música es muy compleja, y tengo la impresión de que para los músicos jóvenes es todo mucho más complicado porque ya no se venden discos. Lo que sí hay es un gran crecimiento de la música en directo, pero también en ese ámbito hay que estar un poco establecido, ser alguien reconocido para que la gente decida ir a tus conciertos, así que todos mis respetos por todos estos músicos.
A ustedes se les considera pioneros en algunos aspectos de la historia de la música.
Entiendo que pueda parecer que fuéramos rompedores y experimentadores instrumentales pero la realidad es que sucedieron tantas cosas en aquellos momentos, en los setenta, que de alguna manera nosotros nos llevamos todos los méritos, cuando, por ejemplo, muchas de aquellas innovaciones instrumentales de aquella época fueron mérito de los Beatles.
El contenido político y social de algunas letras, de algunos álbumes y de algunos shows, como los de The Wall, siempre han estado allí.
Aunque ese aspecto era más bien obra de Roger Waters, lo interesante, el tema de fondo, es preguntarse si la música puede cambiar las cosas, y ahora le digo después de todos estos años, que es muy difícil, porque al final del día son las políticas reales las que generan cambios reales. Pero la música sí puede y debe concienciar a la gente en temas como de derechos humanos, porque la música tiene que tener una conciencia, no solo ha de entretener.
Cuando Pink Floyd aparecieron eran el prototipo de la banda alternativa, psicodélica, underground… y hace una semana el príncipe Guillermo le condecoró a usted como Caballero Comendador del imperio británico. ¿No es alucinante?
Pues si para usted fue difícil ver ese choque de imágenes, imagínese cómo fue para mí. En aquel momento me preguntaba “¿qué estás haciendo aquí en el Palacio de Buckingham, con la guardia real…? No sé, era muy surrealista.