Marcel Duchamp: cuando la provocación se convierte en obra de arte
Su legado
Con motivo del 50 aniversario de su muerte, ‘La Vanguardia’ ha hecho un pequeño recopilatorio de algunas de sus obras más provocativas y por las que ha pasado a la historia
¿Qué es arte y qué no? Una pregunta a la que todavía hoy no es fácil darle respuesta pero que llevó de cabeza a los intelectuales de inicios del siglo XX. Es innegable de que no se trata de una cuestión sencilla, pero en su día resultó todavía más complicada cuando entraron en el debate un sinfín de personajes, entre los que destacaba Marcel Duchamp. Polémico y transgresor pero, a la vez, considerado el padre del arte conceptual, el artista fue uno de los principales valedores de la creación artística como resultado de un puro ejercicio de la voluntad, es decir, sin necesidad de formación, preparación o talento. Su obra ejerció una gran influencia en la evolución del movimiento dada en el siglo XX. Casi nada.
Cansado del aura de divinidad que rodeaban a algunos artistas, el francés trató de trasladar estas mismas inquietudes a la población de a pie. Pensaba que todo era más banal que lo que los propios artistas vendían y, precisamente por ello, eligió la provocación como vía para llamar la atención y generar debate. En este sentido, el artista dejó como herencia algunas obras que, pese a que en su día dieron mucho de qué hablar, han pasado a la historia, convirtiéndolo en un genio.
Fuente
Para algunos es un bidet. Para otros, una fuente. Todo según como se mire. Se trata de una de las obras más famosas del artista y, también, una de las más sorprendentes, pues consigue descolocar a todo aquel que la mira. El francés compró un mingitorio modelo Berdfordshire y le estampó la firma R. Mutt en el borde inferior, exigiendo así al espectador observar el objeto desde un punto de vista distinto, trastocando su significado habitual. Mandó su creación al comité encargado de organizar la primera muestra de la Society of Independent Artists, de la que era parte integrante.
La pieza fue rechazada, probablemente por no ser nada convencional. Como consecuencia, Duchamp y Arensberg dimitieron de la junta directiva y la obra pudo verse por última vez en la Galería 291, donde Alfred Stieglitz la fotografió para la posteridad.
L.H.O.O.Q
En 1919, Duchamp dibujó un bigote y una perilla con lápiz a una postal con una reproducción de la conocida obra de Leonardo da Vinci, la Mona Lisa. Él mismo, calificó la postal de obra de arte, convirtiéndola en lo que se conoce como un ready-made. Es decir, objetos normalmente destinados a un uso utilitario y ajenos al arte que se transforman en ‘reliquias’ por el mero hecho de que el artista los elija y les cambie el nombre, los firme o simplemente los presente a una exposición artística.
No sólo resultó polémico en su día el hecho de que la Mona Lisa tuviera bigote. También resultó motivo de burla el título que puso a su trabajo: L.H.O.O.Q., un nombre homófono en francés de la frase “Elle a chaud au cul”, literalmente “Ella tiene el culo caliente”. Muchos, consideraron una falta de respeto y una perversión del original, pues daba a entender que la muchacha estaba excitada sexualmente. Otros, lo consideraron un genio y un valiente por el hecho de atreverse a hacerlo. El éxito fue tal, que el artista tuvo que realizar varias copias en diferentes tamaños y soportes. Una de ellas, es una reproducción en blanco y negro de la Mona Lisa sin bigote ni perilla que llamó L.H.O.O.Q. Afeitada.
Desnudo bajando una escalera
Cuando este cuadro, a medio camino entre el cubismo y el futurismo, se presentó en el Armory Show, se suscitó una gran polémica. No sólo por la técnica, sino por el tema, pues el desnudo era entonces uno de los temas sagrados de la pintura. Las figuras desnudas se idealizaban, dejando claro que su belleza ideal era inalcanzable. Simplemente se exhibían, y no hacían cosas vulgares, como bajar una escalera.Y además, para colmo de males, este supuesto desnudo de Duchamp no enseñaba absolutamente nada de chicha. Ni siquiera quedaba claro si era un desnudo masculino o femenino.
Rueda de bicicleta
“En 1913 tuve la feliz idea de fijar una rueda de bicicleta sobre un taburete de cocina y de mirar cómo giraba”, dijo el propio autor sobre el surgimiento de su primer ready-made. El curioso artefacto adornaba su estudio en París y servía de diversión tanto a él como a sus amigos.Cuando esta obra surgió, Duchamp tenía tan sólo 26 años y una trayectoria artística tan breve como polémica. Cuando presentó la pieza a una exposición, no tardó en armarse un escándalo, pues casi nadie supo comprenderla. Hoy en día se expone en uno de los templos del arte contemporáneo, el MoMA de Nueva York.
El gran vidrio
Ante nuestros ojos tenemos una de las obras más complejas de la historia del arte pues, sobre ella, se han realizado multitud de estudios con infinitos puntos de vista. Nadie ha llegado a un análisis común sobre esta pieza, que el propio Duchamo calificó como inacabada pero dando por terminada su ejecución. Un gran enigma visual que deja abierta la mente al espectador, aun contando con un manual de instrucciones para poder observarla con propiedad, que el propio autor llamó La Caja Verde.