Cuando crees que eres el único hombre del mundo con un trastorno alimenticio
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Ellos también sufren anorexias o bulimias, pero el estigma al que deben enfrentarse dificulta el diagnóstico
Los trastornos alimentarios crecen entre adolescentes sin que se atienda a tiempo al enfermo
“Siempre había sabido que me pasaba algo. Me daba miedo comer ciertos alimentos y me ponía muchas restricciones. Pero cuando buscaba información sobre mis síntomas y me aparecían datos de trastornos alimenticios, solo hablaban en femenino. Así que pensaba que no era mi caso. Que a los hombres no les podía pasar”. Son palabras de Jordi Figuerola, quien forma parte de ese 10% de varones, según datos de la Confederación Salud Mental España, que han sido diagnosticados de un Trastorno de Conducta Alimentaria (TCA). Puede parecer una cifra baja comparada con la de las mujeres, que son el resto, pero los expertos estiman que la población masculina que padece estos trastornos es mayor. Que muchos sufren en silencio.
“Hay más, pero los varones sienten que estos trastornos son de mujeres y muchos lo ocultan”, explica Isabel Sánchez, psicóloga de la Unidad de Trastornos de la Conducta Alimentaria del Hospital de Bellvitge. La experta insiste en que los hombres tienen una dificultad añadida cuando sufren este tipo de afecciones: enfrentarse al estigma de padecer una enfermedad sumamente feminizada, que no solo dificulta que pidan ayuda, sino también que ellos mismos, la familia, los amigos y el resto de personas de su esfera social identifiquen los síntomas. “Lo que más nos encontramos en la unidad son anorexias, porque son muy visibles. Pero habrá muchas bulimias y trastornos por atracón que no llegan, porque son más difíciles de identificar”, afirma.
Hay más, pero los varones sienten que estos trastornos son de mujeres y muchos lo ocultan
Sorprende lo invisibilizadas que están estas afecciones cuando las sufren ellos. Según la National Eating Disorders Association (NEDA), solo en Estados Unidos 10 millones de hombres padecerán un TCA a lo largo de su vida. Y eso sin contar todos los casos sin diagnosticar. ¿Cuántos puede haber en el mundo? ¿Se puede decir entonces que se trata de una cifra baja? Según Stuart Murray, profesor asociado de psiquiatría y ciencias del comportamiento en la Universidad del Sur de California, hasta hace poco, los cambios en los senos y la pérdida de la menstruación eran clave para diagnosticar los trastornos alimentarios. "Ellos todavía están excluidos en la mayoría de los estudios sobre trastornos alimentarios", ha explicado recientemente el experto a la CNN.
En una conversación con Comer, Jordi Figuerola ha contado que tardó 20 años en descubrir y reconocer que padecía una anorexia nerviosa. “Me daba miedo y vergüenza, creía que era el único hombre en el mundo con un trastorno alimentario. Por eso lo escondía, lo que me generaba más malestar, ansiedad y odio hacia mí mismo”. Ahora, ya hace más de dos años que recibe tratamiento en la unidad especializada en TCA del Hospital de Bellvitge. Además, asiste a un grupo con otros hombres como él para charlar sobre su enfermedad, encuentro que organiza el mismo centro hospitalario. “Hay chicos de todas las edades. A los más jóvenes les digo que escuchen todas las recomendaciones de los psicólogos, que ojalá yo hubiera tenido esa ayuda a su edad”.
Estos trastornos también se asocian con frecuencia al colectivo LGTBI+. Según una investigación de la Universidad de Montreal publicada en 2014 en la revista Neuropsychiatrie de l'Enfance et de l'adolescence, la proporción de homosexuales con TCA es superior entre los pacientes varones, una tendencia que los autores explican que podría deberse a la importancia que se le da en esta comunidad a la apariencia física, entre otros motivos.
Sin embargo, Isabel Sánchez insiste en que no hay que caer en clichés y asegura que ella ha tratado a todo tipo de varones de distinta orientación sexual. “No es cierto que la mayoría de hombres con un TCA sean homosexuales, es una continuación del estigma. Me he encontrado con casos de padres que tras conocer la afección de su hijo le han preguntado si es gay. Hay que acabar con esta idea”, recalca la psicóloga. “Yo voy a terapia con varios chicos y la mayoría no pertenecen a este colectivo, son heterosexuales”, añade Figuerola basándose en su experiencia.
Nadie me había hablado de la anorexia masculina. No había leído nada acerca de esa posibilidad
Todo lo explicado, sumado a la imagen estereotipada todavía tan arraigada en la sociedad de que los hombres no deben pedir auxilio ni tener miedo, dificulta mucho el diagnóstico en la población masculina. "Tardamos más en pedir ayuda, en parte, por temor a expresar nuestras emociones", admite Figuerola, que no ha sido el primero ni el último en encontrarse en esta situación. Recientemente, el rapero Antonio Mejías, de Los Chikos del Maíz, ha publicado Hambre (Aguilar, 2021), un diario en el que relata cómo ha sufrido y luchado contra la anorexia, "una batalla que todavía sigue librando".
"Nadie me había hablado de la anorexia masculina. No había leído nada acerca de esa posibilidad", empieza explicando el artista en las primeras páginas de su libro, en las que también cuenta cómo justificaba su mala relación con la comida y de qué modo alteró su vida esta patología. "Antes disfrutaba viéndome adelgazar pese a saber que no era sano. Antes analizaba cada plato, cada bebida y cada cosa que ingería. Ahora lo hago menos, aunque reconozco que sigo haciéndolo en menor medida y no me condiciona tanto, pero me gustaría no hacerlo más", reflexiona el cantante de rap.
Al igual que las mujeres, los hombres pueden sufrir un TCA en cualquier etapa de su vida, aunque la adolescencia es un factor de riesgo. “Desde el comienzo de la pandemia ha habido un aumento muy significativo de casos en la población infanto-juvenil. Hemos observado un incremento de chicos con anorexia”, revela el psicólogo infantil y juvenil Eduard Serrano, Coordinador de la Unidad de Trastornos de la Conducta Alimentaria del Área de Salud Mental del Hospital Sant Joan de Déu, en Barcelona. “La media de edad acaba siendo a los 14-15 años, en el centro nos encontramos cada vez con pacientes más jóvenes”, añade. Los expertos creen que el aumento de casos a raíz de la pandemia podría deberse a la situación de inseguridad que provocó el confinamiento, y también a otros factores como un uso mayor de las redes sociales. “Estas hacen de altavoz del modelo estético, facilitan la comparación y la consulta de páginas de fitness. A esto se suma que los jóvenes cada vez tienen acceso a teléfonos móviles más pronto”, observa Serrano.
En este sentido, cabe destacar que los varones también sufren la presión de alcanzar prototipos masculinos inalcanzables, como los cuerpos exageradamente musculosos de los deportistas, lo que también podría contribuir en una obsesión por el aspecto físico y ganar músculo. Esta preocupación llevada al extremo se denomina vigorexia o dismorfia muscular y puede provocar que el afectado no tenga una imagen realista de su cuerpo. “La vigorexia todavía no está contemplada como un trastorno, no aparece en los manuales actuales, pero hay una parte muy obsesiva que podría derivar, por ejemplo, en una anorexia”, sostiene el psicólogo del Hospital Sant Joan de Déu.
Me hacía feliz la frase 'ostras, te has adelgazado mucho'. Pero feliz no eres nada
Isabel Sánchez, sin embargo, insiste que no todos los hombres con trastornos alimenticios tienen un objetivo de musculación, que la meta también puede ser la delgadez, como es el caso de Jordi Figuerola. Él mismo cuenta que cuando realizaba esas restricciones alimentarias se marcaba un límite de peso del que no podía disminuir, convenciéndose de que controlaba la situación. Pero que cuando bajaba de esa cifra, no se alarmaba, sino que incluso se proponía rebajarla. "Me hacía feliz la frase 'ostras, te has adelgazado mucho'. Pero feliz no eres nada. En realidad, cuando la gente me lo decía lo hacía con un tono de preocupación", admite.
En febrero de 2021, Jordi armó el valor para abrir una cuenta de Instagram (@anorexia_masculina) que entonces describió como "un canal de lucha contra la anorexia masculina", afirmando que si la femenina en muchos casos estaba estigmatizada y mal comprendida, cuando la sufrían hombres prácticamente se ignoraba. “La creé para reivindicar que hay más casos de los que pensamos y para ayudar a dar voz a todos los que están o han estado en una situación similar a la mía. Desde entonces, muchos hombres se han puesto en contacto conmigo”, asegura.
En ella, comparte sus vivencias en relación con este trastorno y da consejos desde su experiencia de autoestima, motivación, meditación y relajación o para saber cómo pedir ayuda (por poner algunos ejemplos, porque ya acumula más de 300 post que se centran en todo tipo de informaciones).
Para terminar, le preguntamos qué le diría a un hombre que se encuentre en la grave situación en la que él estuvo hace ya más de dos años. “Lo primero, que aquí estoy. Y que este trastorno es un camino repleto de piedras, tropezamos, nos caemos. Pero siempre hay alguien que te da la mano -en su caso fue su amiga Sílvia, a la que considera su ángel de la guarda-, y a medida que vas andando, aprendes a levantarte solo”.