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Dieta Keto o cómo adelgazar comiendo todo lo que engorda

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La cetogénica está de moda, ¿qué beneficios aporta y cuáles son sus inconvenientes?

Alimentos: propiedades, beneficios y valor nutricional del Ají y la sal

Lo último en dietas para adelgazar, la keto o cetogénica, permite perder kilos en poco tiempo a base de comer alimentos de los que “engordan” y dejar de lado los que “adelgazan”. La proporción diaria de nutrientes para lograr el efecto deseado debería ser un 75% de grasas, un 20% de proteínas y un 5% de carbohidratos (entre 20 y 50 gr diarios).

Es claramente lo contrario de lo que aconsejan las dietas sanas, como la mediterránea, pero está comprobado que hace adelgazar mucho más y más rápido que las bajas en calorías. Según diversos estudios hasta 2,2 veces más y mejorando, además, los niveles de colesterol bueno y triglicéridos.

La dieta keto o cetogénica permite perder kilos en poco tiempo a base de comer alimentos de los que “engordan” y dejar de lado los que “adelgazan”

En esencia, se trata de que el organismo deje prácticamente de producir la glucosa que nos proporciona energía y que procede de los hidratos de carbono. Al hacerlo, el organismo busca el combustible que necesita para funcionar en la grasa acumulada. Esta empieza a descomponerse en unas moléculas denominadas cetonas, que produce el hígado, y que son las que dan nombre al proceso, denominado cetosis.

Este puede tardar entre dos y cuatro días a comenzar desde que se adopta el nuevo régimen alimenticio, a base de alimentos grasos y proteínas principalmente. Pero tras varios días, o semanas siguiéndolo (depende de cada persona), el cuerpo y el cerebro se vuelven muy eficaces en la tarea de quemar las grasas y convertirlas en cetonas para dar energía al cerebro.

Mucha carne y pocas verduras

En concreto, lo que se recomienda comer es alimentos grasos como huevos, pollo y pavo; pescados azules y salmón; carne de ternera, buey y cerdo; embutidos; yogur, leche enteros y nata; quesos; frutos secos, aceite de oliva, de coco o de sésamo; aguacates y verduras como brócoli, tomates, setas y pimientos.

Por el contrario hay que evitar el pan y la bollería; los dulces, incluido el azúcar, los refrescos, la pasta, el arroz, los cereales, patatas, el maíz. Se evitan la mayor parte de vegetales, entre ellos los guisantes y la calabaza, las legumbres; las frutas cítricas, uvas, plátanos y piña y salsas hechas a base de hidratos, como la mayonesa o la barbacoa. Tampoco hay que beber cerveza ni combinados a base de refrescos edulcorados.

Una dieta para epilépticos

Uno de sus más reconocidos efectos positivos es que puede paliar los síntomas de la epilepsia en personas a las que no alivian los medicamentos. Es algo que se conoce y se aplica desde hace más de un siglo. En un artículo publicado en la revista de la Escuela de Medicina de Harvard hace unos meses, el doctor Marcelo Campos afirmaba que existen “evidencias sólidas de que una dieta de ese tipo reduce las convulsiones en los niños que padecen epilepsia y a veces es tan efectiva como la medicación”.

Debido a esos efectos neuroprotectores se cree que pueden tener también efectos benéficos sobre otras dolencias cerebrales, como el párkinson, alzheimer, esclerosis múltiple, autismo, desórdenes del sueño e incluso cáncer cerebral. Pero no existen estudios en humanos que lo corroboren, escribe el doctor.

Uno de sus más reconocidos efectos positivos es que puede paliar los síntomas de la epilepsia en personas a las que no alivian los medicamentos

Otro beneficio que se le otorga es que mejora el control del azúcar en la sangre, al menos a corto plazo. Está menos claro su efecto sobre el colesterol. Si bien al principio lo aumenta, algunos estudios indican que luego baja. Pero no hay investigaciones sobre lo que ocurre a la larga. También actúa positivamente sobre el síndrome metabólico causante de cinco factores comunes de la obesidad, la diabetes tipo 2 y las dolencias cardíacas y que son: hipertensión, obesidad abdominal, elevados niveles de colesterol malo, bajos del bueno y exceso de azúcar en sangre.

Menú contra la obesidad y los problemas de metabolismo

A la hora de ponerla en práctica, la dieta keto no requiere contar calorías ni controlar la cantidad de alimentos que se ingiere. Tiene el inconveniente de que hay mucho menos donde elegir cuando se trata de elaborar los menús, y no es fácil seguirla si se come fuera de casa. En general se come menos, porque los platos son más saciantes, lo que tiene efectos positivos sobre las hormonas del hambre, incluidas la leptina y la grelina.

Pero, y son muchos los peros, no es en absoluto recomendable lanzarse a practicarla sin ningún control. Quienes más pueden sacar partido de ella son quienes sufren obesidad y necesitan perder muchos kilos o los que tienen problemas de metabolismo. Y mejor si antes consultan a un médico especialista. Es bien sabido que los alimentos muy proteínicos y grasos representan muchos riesgos para la salud, entre ellos dolencias cardiovasculares o cáncer. Y también lo es la carencia de vegetales y productos integrales, entre otros.

Nada de procesados ni grasas saturadas

Una regla de oro es dejar de consumir las versiones procesadas de los nutrientes recomendados. Es decir, que mejor cocinar en casa y no comprar comida preparada, que suele contener grasas de mala calidad. Es básico sustituir las saturadas, que son las perjudiciales, por las insaturadas, que se encuentran en el pescado, los frutos secos, los cereales permitidos, que son pocos, y aceite de oliva entre otros.

Una regla de oro es dejar de consumir las versiones procesadas de los nutrientes recomendados

Uno de los mayores peligros que conlleva la dieta es sufrir cetoacidosis, una acidez en la sangre debida al exceso de cetonas y que puede tener consecuencias fatales. La dosis de proteína que se toma debe ser muy reducida, precisamente para evitar que la descomposición de los aminoácidos que provoca acabe por producir cetoacidosis.

En cada caso conviene controlar los niveles de proteínas que se dieta consumen, porque si aumentan mucho se convierten en glucosa y provocan un pico de azúcar en la sangre y el efecto anticetogénico ya comentado. En conclusión, no es una dieta que uno deba emprender sin encomendarse a nadie y durante un tiempo indefinido, porque puede tener una incidencia importante sobre el organismo.

Una dieta con fecha de caducidad

Lo ideal es seguirla durante unas cuatro o cinco semanas y parar. Entre otras cosas porque a medida que pasa el tiempo disminuye la tasa metabólica, lo que implica que cada vez se queman menos calorías y deja de ser eficaz. Y también porque a largo plazo podría derivar en una pérdida muscular irreparable.

Por eso no es recomendable para deportistas, sobre todo los que pretenden reforzar su musculatura. No es recomendable para quienes sufren del riñón. Tampoco para quienes padecen de estreñimiento, que es fácil que se produzca por la falta de fibra. Y por razones evidentes, porque no sabrían qué comer, deben abstenerse vegetarianos y veganos.

A largo plazo la dieta keto podría derivar en una pérdida muscular irreparable

Para iniciar la dieta es importante ser perseverantes y muy disciplinados, comer sólo los alimentos prescritos y lo más sano posible. Planificar las comidas es indispensable y, a menudo, hay que recurrir a suplementos nutritivos para evitar carencias bastante frecuentes de minerales o de determinadas vitaminas. Y siempre se debe salar las comidas.

Persistir es en ocasiones complicado, porque en el periodo de transición de la dieta habitual a la cetógena son posibles síntomas desagradables, conocidos como la “gripe keto”, y que son flojera, lentitud mental, hambre desmedida, problemas de sueño, náuseas, molestias digestivas, halitosis y falta de fuerzas cuando se quiere hacer ejercicio, que debería detenerse mientras se hace dieta.

Cada persona debe adecuar sus comidas, tanto la cantidad como el tipo de alimentos, a sus gustos y necesidades y no preocuparse porque un conocido adelgaza más o menos rápidamente, ya que cada organismo es distinto y lo será también su reacción.