Los peores crímenes contra la cocina italiana

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De la boloñesa a la inglesa al tiramisú con nata, sin olvidar la piña en la pizza

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La capacidad para escandalizarse cada vez que alguien acerca chorizo a una paella o llama tortilla a cualquier invento raro suele ser inversamente proporcional al respeto que se profesa por la cocina de otros países.

Y la gastronomía italiana –una de las más internacionales del mundo– es también víctima habitual de todo tipo de tropelías que se pasan la receta e ingredientes tradicionales por el mismísimo coliseo romano, o apuestan por interpretaciones tan libres y aceptables como un gazpacho con aguacate o un bacalao con kétchup.

Al dente no es el nombre de una ciudad

Quienes hayan viajado por Italia o comido en un auténtico restaurante italiano sabrán que cualquier parecido entre la pasta de allí y la que se perpetra en la inmensa mayoría de hogares y restaurantes españoles es mera coincidencia.

La manía de cocer la pasta hasta dejarla blandurria es uno de los crímenes más recurrentes contra el orgullo italiano. Y no, no hace falta lanzar un espagueti contra la pared para saber si está en su punto, basta con que respetes los tiempos de cocción.

Respect the pasta!

Sobrecocer la pasta no es la única aberración posible. Pasarla por agua después, apostar por pastas multicolores que en Italia sólo se usan para timar a los guiris, no mezclarla en caliente la salsa y la pasta, recurrir a una de esas infames de bote (el 95%), o creer que cuantos más ingredientes tenga el plato de pasta mejor será son algunos de los delitos que deberían estar tipificados por el Tribunal de la Haya en su sección gastronómica.

Pizza y piña, combinación polémica

Pero más allá de la pasta, si hay una imagen que simboliza perfectamente los atentados contra la cocina italiana es eso de ponerle pizza a la piña. Aunque algunos lo defienden como una versión tropical y hawaiana –en realidad el invento es alemán–, hay barrios de Nápoles en los que es mejor no sacar esta discusión. Por allí creen que lo de Roma ya no es una pizza de verdad, así que imagínate lo que opinarán de la piña. Como dirían en Valencia, eso es “masa con cosas”.

Carbonara sin nata, por favor

Bacon, cebolla y nata. Aunque para muchos esos son los tres ingredientes de una salsa carbonara resulta que la auténtica carbonara italiana no lleva nata, sino yemas de huevo. La versión afrancesada de la receta ha acabado por convertirse en la más conocida, y grandes cocineros insisten en recurrir a la nata para preparar este plato. ¿Está rica? Claro. Como la paella con chorizo.

El tiramisú tampoco lleva nata

Hablando de nata, el postre italiano más internacional es otro de los que suelen sufrir esa manía de “ante la duda, métele bien de nata”. Hablamos del tiramisú, esa delicia a base de bizcochos, café, licor y, atención, queso mascarpone. Ni nata, ni crema ni inventos raros como se estila tanto en todos esos tiramisús piratas con su buen chorretón de nata montada por encima

Parmesano para todo

Un rallador y un buen trozo de queso parmesano –que sea auténtico o sea realmente queso ya es otro tema– pueden ser una maravilla o un arma de destrucción masiva, dependiendo del criterio del comensal o cocinero de turno. Y es que eso de echarle queso por encima a absolutamente todos los platos que tengan algo que ver con Italia es más una manía estadounidense que italiana.

Boloñesa a la inglesa

No es la carbonara la única que padece eso de las interpretaciones libres de sus ingredientes. Lo que en principio era más parecido a un guiso (ragù alla bolognese) que se servía sobre la pasta tagliatella ha acabado convertido en una salsa que muchas veces es poco más que carne picada y tomate.

Tampoco hace falta cocer la carne en leche como dictaba la receta original, pero no estaría de más buscar un término medio en lugar de adoptar a lo loco la idea de pasta boloñesa, una receta que a día de hoy tiene más que ver con Londres que con Bolonia.

Un capuccino a deshora

¿Café?, pregunta el camarero después del postre. En realidad, no pregunta por el tipo de café, porque sólo hay una opción posible: un espresso al que, como mucho, podremos añadir un poco de espuma de leche para crear un macciato.

Pedirse después de la comida o la cena un capuccino es algo así como tomarse un tazón de Cola Cao. Sí, lo puedes hacer en tu casa pero posiblemente te miren raro si lo haces en un restaurante en Italia.

¿Espaguetis y albóndigas? Sí, en Estados Unidos

Primo hermano de la pasta boloñesa, los espaguetis con albóndigas son otro de esos platos aparentemente italianos y de fama internacional que jamás –repetimos, jamás– encontraremos en Italia.

Un invento estadounidense basado en esa idea de que dos cosas ricas por separado tienen que estar buenas juntas pero que pasa por alto otra ley no escrita de la cocina italiana: ni la pasta ni el risotto son nunca un acompañamiento de otro plato, sino que tienen entidad por sí solos.

“La cocina italiana es víctima habitual de todo tipo de tropelías que se pasan la receta original por el mismísimo coliseo romano”

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