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Restaurante Al Marge, un proyecto con alma en Badalona

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Tras muchos años junto a Jordi Vilà, Marta Rombouts y Germán Franco ponen en marcha su propio proyecto

El chef que ‘cocina’ la propuesta gastro del nuevo Ritz de Madrid

Marta Rombouts y Germán Franco en su restaurante de Badalona

Ana Jiménez

Podrían haberse quedado al lado del chef Jordi Vilà, al que adoran, y con quien el cocinero argentino Germán Franco empezó en el primer Alkimia (fue su mano derecha en Louis 1856, el Bistrot de Vins o el segundo Alkimia), y Marta Rombouts trabajó más de un lustro en la sala (“Jordi busca la excelencia en cada detalle). Pero la pareja sentía la necesidad de independizarse y tomar decisiones, como cuando ambos se apearon de la carrera de Medicina para pasarse a la restauración (ella iba por el cuarto curso).

También podrían haber apostado por Barcelona, pero sospechaban que serían uno más en una ciudad con mucha oferta de calidad y prefirieron irse al centro de Badalona, de donde es la familia materna de Marta Rombouts y donde ha caído como agua de mayo su propuesta de platillos para compartir (pueden elegir primero, segundo y postre, pero se perderán muchas cosas ricas).

Pimiento confitado y corazón de burrata

Ana Jiménez

Focaccia de papada de tocino

Ana Jiménez

Él en los fogones y ella al frente de la sala y los vinos han arrancado este pequeño y acogedor local al que han llamado Al Marge por sus múltiples significados (la parte del terreno que queda al lado de un río, el espacio en blanco entre los lados de una página, ese tiempo que se le concede a alguien para actuar o esa forma de hacer las cosas con independencia). Bajo ese nombre cargado de sentido, un añadido: “Comida amable”, como una declaración de intenciones. Prefieren gustar que sorprender en exceso y, sobre todo, buscan el confort del cliente (también en el espacio, con interesante interiorismo de Sofia Gidlööf y Giovanna Pacilio) quieren que en cada bocado el comensal disfrute.

Lo hará si prueba las cremosas croquetas de rostit de ternera al vino rancio; la ensaladilla (casi todo patata), los pimientos confitados con corazón de burrata (justifican la visita), la terrina de liebre y foie gras acompañadas de pan frito (demasiado aceitoso), la golosa focaccia de papada con pepinillos y mostaza, las albóndigas con tripa de bacalao y espinacas en las que no se cansarán de untar pan, la delicada pelota de perdiz con col y garbanzos. Correctos la cola de ternera al vino tinto y el steak tartar con sardina ahumada y mantequilla de especies. Pocos postres, pero contundentes e impecables, como el babá con moscatel y ron o el fondant de chocolate. Y vinos interesantes, no necesariamente naturales, pero sí seleccionados entre proyectos artesanos y auténticos.

Pelota de perdiz, col y garbanzos

Ana Jiménez

Babá al moscatel con nata

Ana Jiménez