Una vez listas, escúrrelas y déjalas secar sobre una rejilla, como indica la receta. Antes puedes pasarlas por azúcar o dejarlas tal cual y luego bañarlas en chocolate: tendrás dos recetas en una.
2. Exprímelas, reserva el zumo y pélalas, procurando que no quede nada de la parte blanca del interior de la piel.
3. Corta la piel de naranja en tiras finas y ponlas a cocer. Cuando empiecen a hervir, retíralas y refréscalas con agua fría; de esta forma conservarán su bonito color. Repite la misma operación dos veces más.
4. Prepara un almíbar (la mitad de azúcar y la mitad de agua). Pon a calentar hasta que el azúcar se disuelva y rompa a hervir.
5. Baja el fuego, añade las tiras de piel de naranja y cuece a fuego muy bajo durante 1 hora. Ve vigilando el líquido, por si se evapora antes de que la piel de las naranjas esté bien cocida y tienes que añadir algo más.
6. Retira, pasa las tiras de piel de naranja por azúcar y deja secar extendidas sobre una rejilla.