Los frutos secos, grandes aliados para nuestra salud
La recomendación de la Fundación Alícia
En nuestra gastronomía existen múltiples preparaciones donde son protagonistas, como el ajoblanco andaluz o el pastel de Santiago gallego
La dieta que beneficia más a nuestra microbiota intestinal
En estos últimos días hemos recalcado la importancia del consumo de productos de temporada, frescos y locales. Una práctica que afortunadamente parecería repuntar entre una población cada vez más sensibilizada con la sostenibilidad ambiental y social. Pero no olvidemos que hay productos que son atemporales, como los frutos secos y que deben estar también presentes en nuestro día a día.
Según la Sociedad Española de Nutrición Comunitaria (SENC), la principal característica de los frutos secos es su alto contenido energético y su importante aporte de ácidos grasos insaturados y fibra. Son una buena fuente de proteínas y lípidos de origen vegetal.
Frutos secos
Tienen un alto contenido energético y un importante aporte de ácidos grasos insaturados y fibra
El contenido en grasas de las almendras, avellanas, anacardos, piñones, pistachos y nueces es mayoritariamente de tipo insaturado, es decir, que ayuda a controlar los niveles de triglicéridos y colesterol en sangre. Por ejemplo, las nueces son ricas en ácido linolénico, que tiene un efecto muy beneficioso para el corazón y otras funciones del organismo. Además, los frutos secos son una fuente extraordinaria de vitamina E, con efectos antioxidantes.
Los expertos recomiendan consumirlos de 3 a 7 veces a la semana en formato crudo o tostado (sin sal, azúcares ni fritos). Una ración serían unos 25 g netos sin cáscara, más o menos un puñado con la mano entreabierta.
Los frutos secos cultivados en nuestro país son principalmente las almendras, nueces, avellanas y piñones, y son también los que mayoritariamente han formado parte de nuestra cultura gastronómica. Protagonistas de elaboraciones tan dispares como el ajoblanco andaluz, el pastel de Santiago gallego o en la picada, acompañando las espinacas salteadas o rematando la comida en los popularmente denominados postres de músico de la gastronomía catalana. También son ingredientes de múltiples guisos de carne y repostería variada.
Incorporarlos en la dieta no es nada complicado ni necesitamos remitirnos a la cocina tradicional, pues resultan exquisitos por ejemplo, en una ensalada, mezclados con yogur, añadidos encima de una crema de verduras, animando un salteado de hortalizas, alegrando un guiso de pescado, triturados formando una crema para untar o solos a media tarde, cuando entra el gusanito, en lugar de picar cualquier tontería insustancial.