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Ocho vinos que marcan tendencia y deberías probar

La Guía de Vinos 2021

La vuelta al terruño, el respeto por las viejas viñas tradicionales y por las generaciones de viticultores que las conservaron durante décadas son características comunes en esta selección 

8 vinos que destacan por su excelente relación calidad-precio

Vinos naranjas

Getty Images

Algunos vinos van a contracorriente, otros se desmarcan para ser totalmente diferentes y otros son tan modernos e innovadores que están volviendo a los orígenes. Todos marcan algún tipo de tendencia. Al principio son considerados raros y poco después son imitados por el resto de bodegas. 

Hoy la principal tendencia es la vuelta al terruño, el respeto por las viejas viñas tradicionales y por las generaciones de viticultores que las conservaron durante décadas. La vuelta a la naturaleza, a la viticultura ecológica y biodinámica, a los métodos tradicionales de elaboración y a los vinos más auténticos. Caldos singulares que, junto a muchos otros, se recogen en La Guía de Vinos 2021, dirigida por Lluís Tolosa con la colaboración de Ferran Centelles, Meritxell Falgueras, María José Huertas, Alicia Estrada y Zoltan Nagy.

Los hermanos Arturo y Kike (Enrique) de Miguel Blanco, son las caras visibles de este fabuloso proyecto que podríamos decir que está en una clara fase de subidón. Si bien forman parte de la tercera generación de viticultores, han sabido aportar valor a los viñedos familiares creando esta marca que hoy está en boca del mundillo sumillerístico. Pies Negros es una estrella emergente. Su nombre, que recuerda la tradición de pisar la uva con los pies desnudos, lleva la idea de la artesanía y la mínima intervención, conceptos que Artuke enarbola de manera orgullosa. 

Su elaboración parte de viñedos viejos enclavados en Ábalos, una población peculiar porque pertenece a la subzona de la Rioja Alta a pesar de estar rodeada de viñedos de Rioja Alavesa. Es una zona que habitualmente aporta vinos con mayor carga, potencia y color, si los comparamos con otras áreas de Rioja. Está compuesto de tempranillo, al que acompaña un 10% de graciano, que aporta la nota herbal, fresca y balsámica característica de este vino.

La mayor parte del producto reposa en barricas de 500 litros por un año, aunque una pequeña fracción se mantiene en cemento para resguardar su jovialidad. Es un vino con mucha concentración, oscuro y con una destacada jugosidad. La fruta se percibe fresca, erguida y acompañada de notas especiadas y balsámicas. Es enérgico, pero ofrece una dulcedumbre envolvente muy apetecible. No se pierdan este vino, porque está siendo una de las revoluciones más seductoras de los últimos años. 

Verónica Ortega (Cádiz, 1978) forma parte de la nueva generación que está revolucionando el vino español. Han estudiado, hablan idiomas, han viajado y regresan para emprender proyectos que revalorizan las viejas viñas y las variedades autóctonas y contribuyen al desarrollo de pueblos rurales como Valtuille de Abajo (104 habitantes) llevando el nombre del Bierzo por todo el mundo. Enóloga por la Universidad de Cádiz, hizo su primera vendimia en Jerez (2006). 

Vio los 100 puntos Parker del Clos Erasmus y se fue a vendimiar al Priorat, luego Álvaro Palacios la incorporó a la vendimia de su mítica viña de L’Ermita (2007). Tras vendimiar en Nueva Zelanda llegó a Romanée Conti (Borgoña) recomendada por el propio Álvaro Palacios (2008). Se quedó en el equipo técnico, la primera mujer en entrar a trabajar en toda la historia de Romanée Conti (1869), luego se fue al valle del Ródano. Hasta que Álvaro Palacios la convenció para regresar y elaborar sus propios vinos. Su sobrino Ricardo Pérez Palacios y Raúl Pérez la sedujeron con la mencía. 

Roc fue su primer vino, nacido con la añada 2012. Homenaje a su hermano Rafael Ortega, fallecido en accidente de moto. También es su vino más reputado, hasta 95 puntos Parker. Mencía de viñas de 80 años en Valtuille de Abajo, vinificado en tinos de madera y acero inoxidable, en gran parte con raspón. Muy varietal, floral, especiado y con carácter mineral. Exporta el 80% de sus botellas, sobre todo a Alemania y Estados Unidos. La revista alemana Der Feinschmecker la nominó Enóloga Revelación 2018

Muchada-Léclapart es el proyecto que nace de la amistad del viticultor gaditano Alejandro Muchada y el célebre productor francés de champagne David Léclapart. Juntos han querido elaborar unos vinos bajo las bases de la agricultura biodinámica y con muy poca intervención. El estilo de vinos que elaboran, sin velo de flor y sin fortificar, mantiene el alma de los vinos de Jerez, el carácter de los suelos de albariza y la uva palomino. La bodega se ubica en la famoso e histórico Pago Miraflores, en Sanlúcar de Barrameda (Cádiz). 

Han podido recuperar tres hectáreas de viña vieja de variedades locales antiguas, palomino fino y moscatel de Chipiona. Vibrations nace de una pequeña parcela abandonada que pudieron recuperar, apenas 0,7 hectáreas de viñas de 50 años sobre suelos calcáreos de albariza con lentejuelas y lustrillos a dos metros de profundidad. Vino naranja seco, 100% palomino antiguo, de carácter atlántico y mineral, con una tirada limitada de 720 botellas en la añada 2016, muy singular porque se vinificó en una bota de amontillado.

Más escasa aún es la añada 2017, solo 580 botellas, en este caso vinificado en barrica de roble francés. Podríamos decir que es un vino que nace jerezano y madura al estilo francés. Fermentado en maceta y vinificado en viejas botas de manzanilla, amontillado o barrica bordelesa, según la añada, durante nueve o diez meses, sin filtrar ni estabilizar en frío, aclarado a baja intensidad desde 2018. Una nueva visión de los vinos del Marco de Jerez, sin denominación de origen.

Javier San Pedro Ortega es un talentoso joven enólogo riojano nacido en Laguardia (Rioja Alavesa), en el seno de una familia con cinco generaciones elaborando vinos de sus propios viñedos. Con cinco años ya limpiaba la bodega familiar. Inquieto, entusiasta y se podría decir revolucionario, en 2005, con solo 17 años, ya elaboró su primer vino en la bodega de su padre. En 2014 decidió empezar su propio proyecto creando Bodegas Javier San Pedro Ortega, con las ideas claras y bien definidas, buscando diferenciarse del clásico vino de Rioja.

Básicamente tiene dos líneas de vinos, la gama Cueva de Lobos, que define como vinos divertidos, aromáticos y de corte moderno, y la gama Viuda Negra, recuperando viejas viñas de la zona. Se dice que quien no lucha por lo que quiere, no merece lo que obtiene, y él lo tiene clarísimo. Por eso se aventuró a plantar garnacha, tiene 0,6 hectáreas a 700 metros de altitud, altísimas para la altura media de los viñedos de Rioja. Lo hizo a pesar de que los otros viticultores le decían que la garnacha en esta zona y a esa altura no madura bien ni da buenos frutos. 

Un reto para él, pero tenía una certeza, siempre creyó que la felicidad en la botella sabe a garnacha riojana. El resultado son solo 622 botellas del Alpha de Cueva de Lobos 2018, un gran ejemplo de un vino de corte moderno, muy fresco y mineral. Sin duda un buen vino es el que te hace disfrutar. La vida son instantes. ¿Qué mejor plan para disfrutar de este vino vivo, goloso y que te da ganas de mambo?

Viña Zorzal lleva entre nosotros desde 2007. Es una bodega joven, sin embargo, el carácter enérgico y disruptivo de los hermanos Sanz (Iñaki, Xabier y Mikel) ha servido para que en poco tiempo veamos a Zorzal como un referente en Navarra. Los Sanz siguen de este modo los pasos de su padre Antonio, quien en 1989 elaboró su primer vino propio. Zorzal se sitúa en Fitero, un pueblo situado al sur de la Comunidad Foral de Navarra, donde la influencia del Ebro languidece y el clima se vuelve más extremo y continental. 

Los viñedos se sitúan en terrenos pedregosos, de arcillas y calizas, características que permiten la envidiable maduración y concentración presentes en las uvas de Viña Zorzal. Dentro de la gama, Malayeto es un vino de finca, elaborado exclusivamente con uvas provenientes de 2,39 hectáreas de viña. Es un viñedo particular, de formación en vaso alto, con lo cual las uvas se alejan del suelo recibiendo menos calor. Además, esta garnacha se vendimia temprano. Todos estos factores realzan los aromas de fruta fresca y su fluidez en el paladar. 

También en la elaboración, el vino se fermenta de manera espontánea, recibiendo una crianza de nueve meses en barrica de roble francés de dos años. Este vino representa de manera inmejorable el carácter de garnacha fresca. Aromas de fruta roja, especiados y una fabulosa textura marcada por los taninos suaves, ofrecen un toque goloso y una sensación tierna y voluminosa en el paladar. Una maravilla.

Adriana y Beatriz, las hermanas Ochoa, son la sexta generación de familia viticultora y elaboradora de vinos. Un linaje muy querido y respetado en el mundo vitícola en España. Están en Olite, el epicentro de los vinos navarros. El 8A Mil Gracias es el vino más personal de Adriana, porque es una apasionada de la variedad graciano, una uva de gran personalidad, herbal y de recuerdos a fruta negra que habitualmente se utiliza para mezclas. Adriana la muestra como monovarietal, dando todo el protagonismo a esta variedad que lleva décadas cultivándose en Navarra.

Es sorprendente porque esta fue la primera apuesta de Adriana al llegar a la bodega en 2005. Demuestra su carácter innovador y a contracorriente. Su padre, Javier Ochoa, le preguntaba insistentemente: “¿Estás segura que quieres hacer un graciano? No es una variedad fácil”. Estamos contentos de que escogiera la ruta sinuosa y el camino difícil, con su maduración tardía y su carácter herbal, porque el resultado es extraordinario. 

Dicen los expertos que las libélulas solo habitan lugares con un equilibrio especial, que son signo de biodiversidad y fantásticas depredadoras que evitan plagas. Se encuentran habitualmente en este viñedo pedregoso de graciano, por eso son las protagonistas de la etiqueta. 8A Mil Gracias es un vino sincero, con gran carga de fruta negra intensa. Destacan las especias, los balsámicos y el carácter herbal. Personalidad de humo y pimienta con paladar potente, voluptuoso e intenso. Un vino innovador que sorprende y convence.

Gran mérito el de Alvar de Dios instalándose en sus tierras natales zamoranas, muy rústicas y pobres, a las que adoro ya que es donde paso parte de mis veranos desde la infancia. Mi admiración por él. En este caso el vino procede de un proyecto en Toro, con uva de El Pego, de un viñedo centenario heredado en 2008 de su abuelo Aciano, plantado en 1919 y trabajado bajo el mandato de las normas ecológicas. Con su primer Aciano 2013 ya se situó en los 94 puntos Parker, convirtiéndose en una de las jóvenes promesas del vino español.

Son tres hectáreas de suelos arenosos situadas a 700 metros de altitud en una zona donde no llegó la plaga de la filoxera, así que se conservan las cepas originales en pie franco. Las viñas son principalmente de la variedad tinta de Toro, pero se encuentran cepas entremezcladas de otras variedades, como se hacía habitualmente en las viñas viejas. Aunque en su casa siempre hubo viñas familiares nunca había pensado dedicarse al sector del vino, fue el destino y esas viñas quienes le eligieron a él.

El vino fermenta con las levaduras autóctonas y su crianza se lleva a cabo en barricas de roble ya usadas. Como resultado un vino de color picota de buena capa. La nariz posee muchos matices, pero está dominada por la fruta roja y negra madura. Chocolate, regaliz y notas balsámicas le dan complejidad. La boca nos conquista por su buen cuerpo, acidez y pulida tanicidad. Se expresa muy frutal en el paso y deja para el final recuerdos de especias y sensación de cacao amargo.

La última novedad de LAN, un tempranillo con crianza en barrica de roble español. Original e innovador viendo el uso casi absoluto del roble francés y americano. Llevan desde la añada 2014 haciendo pruebas de crianza en roble español, en parte para innovar y dar nuevos matices a sus vinos, en parte como vuelta a los orígenes ya que los romanos ya hacían barricas con madera de roble español en la península ibérica. La principal dificultad es la búsqueda del roble perfecto, adecuado para la enología. 

En este caso han elegido los robledales de Burgos y León, donde no ha intervenido el hombre. El problema es que existen escasos ejemplares de la especie Quercus pyrenaica y solo unos pocos alcanzan las dimensiones adecuadas. Precisamente 7 metros, de ahí el nombre del vino, es la medida mínima de fuste que necesita un roble español para convertirse en barrica. Hay que seleccionarlos uno a uno, solo cuando alcanzan este porte excepcional, con el tronco limpio de ramas y nudos, y con el grano de tamaño medio y medio-fino.

Tempranillo de edición limitada, solo 8.052 botellas, procedente de cuatro pequeñas viñas de 35-40 años. Crianza de 18 meses en 30 barricas seleccionadas de roble español, con 12 meses de reposo en botella. Muy buen equilibrio entre fruta y madera, con nuevos matices. Fruta roja en licor, especias, sotobosque, leña fresca recién cortada y taninos redondos y golosos, sobre todo se diferencia por las notas balsámicas y mentoladas más marcadas que en el roble francés.

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