La Asociación Española de la Industria de Panadería, Bollería y Pastelería (Asemac) ha alertado sobre el alarmante cierre de pequeñas panaderías en España. Desde el estallido de la pandemia, alrededor de 600 establecimientos dedicados a la venta de pan y bollería al detalle desaparecen cada año, lo que agrava la situación de un sector tradicional que lucha por sobrevivir.
“Las panaderías españolas están sufriendo una desaparición masiva que podría cambiar para siempre el paisaje de nuestras ciudades y pueblos. Si bien los efectos de la pandemia son innegables, ya veníamos observando un declive en los últimos años”, señaló Felipe Román, presidente de Asemac, en declaraciones realizadas a Servimedia.
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Una panadería con pan y productos de degustación
Román explicó que, aunque la crisis sanitaria ha tenido un impacto devastador, las causas del cierre masivo de estos pequeños negocios se deben principalmente a la disminución del consumo de productos tradicionales. Según los datos del Informe de Consumo de 2023 del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, el consumo de pan en España ha caído casi un 50% en los últimos 30 años.
“Este descenso en el consumo es clave. Si antes consumíamos una media de 50 kilos de pan por persona al año, ahora la cifra ha caído a tan solo 27 kilos”, explicó Román. El sector de la panadería ha tenido que adaptarse, y muchos de los negocios asociados a Asemac se han visto obligados a modificar sus rutas de distribución y sus modelos de negocio ante la falta de clientes.
Aunque los comercios tradicionales son los más afectados, Román destacó que los productos como el pan ultracongelado, que se hornea en el punto de venta, siguen mostrando una caída más moderada. “Las panaderías que apuestan por la innovación, el pan de alta gama o los nuevos formatos, son las que mejor están resistiendo”, indicó.
Los productos como el pan ultracongelado, que se hornea en el punto de venta, siguen mostrando una caída más moderada
A pesar de la situación, Román se mostró optimista respecto al futuro, confiando en que la recuperación del turismo podría dar un respiro al sector. “La afluencia de turistas en las grandes ciudades podría ayudar a que los hoteles y restaurantes aumenten su consumo de pan y bollería”, afirmó.
Sin embargo, la burocracia sigue siendo un obstáculo importante para muchos panaderos. Román criticó la sobrecarga administrativa, especialmente en lo que respecta al etiquetado y los envases, que incrementa los costes operativos de los pequeños productores. “Este exceso de trámites y normativas está asfixiando aún más a los panaderos”, lamentó.