Barcelona ha acogido este el lunes el Tercer Foro Participativo sobre la Estrategia Nacional de Alimentación que el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación ha organizado junto a ELISAVA. La jornada ha sido presidida por el cuadro Tornavoz del auditorio de la Fundació Joan Miró (1975), del artista catalán Joan Miró, en el cual se ha celebrado con la participación de autoridades políticas y expertos en ciencias de la salud, y la asistencia de personalidades destacadas de la industria, la medicina y el márketing.
Dirigido por la periodista Berta Torrades, el foro se dividió en dos mesas redondas. La primera de ellas, titulada Las dietas en España: Mediterránea y Atlántica quiso arrojar luz sobre el eterno debate en torno a la llamada mejor dieta del mundo. El doctor Guillermo Aldama, Cardiólogo Intervencionista en el Complejo Hospitalario Universitario de La Coruña, señalaba las bondades de un cruce entre la dieta mediterránea y la atlántica, con especial aportación de productos del mar, que llamaba pescomediterránea. “Cuando se habla de longevidad se habla de los españoles porque somos la población que menos fallece por culpa de enfermedades cardiovasculares. Y esto no se debe a nuestro buen sistema sanitario: se debe a una dieta que protege nuestro corazón”, afirmaba. Aldama explicó que Estados Unidos está importando este modelo, y relataba los estudios que confirmaban que disminuye en un 15% la mortalidad, y lo hace en un 30% en los casos de infarto de miocardio.
Para el doctor Ramon Estruch, presidente del Comité Científico de la Fundación Dieta Mediterránea, la dieta más sostenible es la mediterránea, y no hace diferencias entre esta y la atlántica en cuanto a su bondad. “Es una cuestión de dónde estamos situados: alrededor del paralelo 40, donde se cultivan ingredientes como el aceite de oliva, los cereales y las uvas”. Pero a pesar de contar con el clima y los productos adecuados, la obesidad sigue aumentando en nuestro país. “Nos está faltando educación para saber comer bien. Se ha dejado de cocinar y hemos comprobado, desde la Fundación, que un indicador muy claro de una dieta saludable era ese. En concreto, vimos que quien cocinaba sofrito tres o más veces por semana, comía mejor”. Estruch ponía de manifiesto la importante labor de los dietistas-nutricionistas como agentes de prevención de la enfermedad en la atención primaria.
María Rosaura Leis Trabazo, vicepresidenta de la Fundación Dieta Atlántica, recordaba la suerte de ser un país bañado por dos mares y todo lo que ellos aportan a nuestra dieta. Ante los datos sobre el empeoramiento del estilo de vida, Leis ponía sobre la mesa “que la obesidad es una enfermedad crónica no curable, solamente paliable, y que para ello se necesita un cambio del estilo de vida, teniendo siempre en cuenta que la actividad física debe estar en la base de la pirámide alimentaria y el uso de pantallas en su cúspide”. Refiriéndose a estudios llevados a cabo sobre la materia, la doctora explicaba que “la obesidad se contagia por transmisión social, pero los estilos saludables también”, y apuntaba hacia la importancia de poder incorporar al currículum escolar una asignatura basada en dar a conocer estilos de vida saludables. La experta hacía constar una necesidad de tablas de composición nutricional en función del cultivo o la cría, “ya que las buenas prácticas influyen mucho en los aportes de nutrientes de muchos productos”.
La vicepresidenta de la Fundación Dieta Atlántica recordaba la suerte de ser un país bañado por dos mares
Por su parte, el co-director ejecutivo de Torribera Mediterranean Center por el Culinary Institute of America, Santi Mas de Xaxàs Faus, opinaba que desde los centros de salud pública no se está prescribiendo de la forma más óptima para atajar este problema. “Los menús deben ser fáciles de preparar e intrínsecamente deliciosos, porque de otra forma, nadie quiere comérselo ni volver a prepararlo otro día”. Mas de Xaxàs volvía a poner sobre la mesa la falta de habilidades para cocinar en casa. “En una época en la que se está valorando más que nunca la cocina, el sector de platos precocinados ha crecido más de un 24% en el último año, y el sector alcanza ya una facturación de 700 millones de euros. Eso significa que ya no decides lo que comes y que se pierde riqueza cultural: ya no es la receta de gazpacho de tu familia, si no la que te da la industria. Debe volver la olla a presión y tenemos que dar la importancia que merece a cocinar de forma saludable y sostenible”.
La industria ha tomado la voz en la segunda parte de la jornada en la charla Impulsando la industria alimentaria del futuro: políticas para el crecimiento y la innovación. Joan Gòdia, director de Empresas Agroalimentarias, Calidad y Gastronomía del departamento de Acción Climàtica, Alimentación y Agenda Rural, de la Generalitat de Catalunya, describía así el sistema alimentario para el que se trabaja desde el Govern: “sostenible, propio, justo y saludable”. Para ello, ha avanzado distintas iniciativas que tendrán lugar en los próximos meses. La primera de ella, que verá la luz hacia el tercer trimestre del curso docente de 12 escuelas escogidas para esta prueba piloto, incorporará una asignatura sobre alimentación tanto en la primaria como en la secundaria. “Porque el consumidor consciente, informado, será el que cambie verdaderamente el sistema alimentario”, decía Gòdia, que insistía en la virtud de la asociación entre administración pública con la industria para trazar proyectos con un mayor impacto.
El consumidor consciente, informado, será el que cambie verdaderamente el sistema alimentario
En este sentido, Judith Viader, presidenta de la Federación Española de Industrias de Alimentación y Bebidas, argumentaba a favor de tener tanto una estrategia de alimentación propia como la de poder participar de la dictada por la Unión Europea. A su vez, resumía los retos en alimentación que afronta el país: reindustralización, internacionalización y un establecimiento de relaciones comerciales más justas. También ella aplaudía la iniciativa de una asignatura de educación en estilos de vida saludables, algo en lo que incidía Vanessa Martínez, CEO de Carinsa: “la tendencia de las clean labels por esta moda de que los consumidores no quieren ver ingredientes E en sus productos nos está perjudicando a todos, ya que esos aditivos están probados y regulados, y la industria está usando alternativas que no dejan de ser derivados de ellos”.
Desde ELISAVA, Mariana Eidler, directora del Food Design Lab de dicha universidad y cofundadora de FORK, ponía de manifiesto que el food design es una disciplina que va más allá de hacer un envoltorio visualmente atractivo: “el diseño tiene la capacidad de leer y entender el contexto social para buscar aplicaciones, de modo que el food design aúna diseño y alimentación para ayudar a la transformación sostenible de los sistemas alimentarios, creando innovación, transformación y modificación. Puede rediseñar servicios, sistemas, experiencias y productos”.
La presidenta de la Federación Española de Industrias de Alimentación y Bebidas argumentaba a favor de tener una estrategia de alimentación propia
En su parlamento, el Conseller de Agricultura, Ramaderia, Pesca i Alimentació, Òscar Ordeig, subrayaba que “la Generalitat trabaja para hacer del proyecto alimentario un proyecto de país, porque a través del sistema alimentario podemos explicar muy bien dónde vivimos, y es un vector efectivo para el progreso, por ejemplo, del mundo rural, así como para gestionar los retos medioambientales”. Ordeig recordaba que el sector agroalimentario es la primera industria catalana, que en 2025 Catalunya será región mundial de la gastronomía y que en pocas semanas el Govern aprobará la estrategia alimentaria de Catalunya, que incluye una nueva ley de alimentación y estrategias para la compra pública de alimentos de proximidad, entre otros. “Tenemos objetivos claros por delante: trabajar en las infraestructuras y en asegurar el talento, la innovación y la transferencia”.
El cierre lo ponía el Ministro de Agricultura, Pesca y Alimentación, Luis Planas, que reflexionaba sobre lo logrado en este Foro, que tuvo en Barcelona su tercera edición tras el paso por León y Córdoba, después de recibir más de 80 aportaciones en la Dirección General de Alimentación y tras más de 40 reuniones con agentes de la cadena, consumidores, sector gastronómico y organizaciones ambientales. “España es dinámica y moderna, y su alimentación también lo es. Con la Estrategia Nacional de Alimentación hemos iniciado un proceso que concluye de forma satisfactoria, pero aún nos queda trabajo por hacer. Debemos poner en valor quiénes somos y hacia dónde queremos ir en este sentido durante los próximos años, y esto es una prioridad para el Gobierno de España”. Un buen plan de alimentación, decía Planas, contribuye a mitigar las incertidumbres en un contexto mundial turbulento en cuanto a lo político y lo climático. Instaba, también, a seguir apostando por la calidad, “nuestro signo distintivo”, en la seguridad alimentaria y en la innovación, en la que hacía especial hincapié: “Somos el país de la UE que más proyectos en i+d+i tiene en marcha en el sector agroalimentario, más de 2.500, pero debemos lograr ser una potencia en agritech”.
“El sistema alimentario español es una muestra de algo que funciona bien en nuestro país. Sin embargo, hay que seguir luchando por la rentabilidad, el reconocimiento y la reputación”, decía el ministro, que anunciaba también que hacia mediados de diciembre comparecería en el pleno para presentar algunas de las conclusiones, y que el documento final se valoraría en el Consejo de Ministros a mitad del próximo mes de enero.