Olivia de Havilland y Joan Fontaine, odio entre hermanas
Análisis
En Hollywood se decía que Olivia no moriría antes de conseguir enterrar a su hermana, el sueño al que siempre aspiró en sus pesadillas
Fue siempre una falsa ingenua, tanto en el cine como en la vida real, y bajo su aspecto de mujer débil y sufridora se escondía una actriz capaz de aportar veracidad a todo tipo de personajes femeninos. Tras la muerte de Kirk Douglas, el pasado 5 de febrero, a los 103 años, la inolvidable Melanie de Lo que el viento se llevó era efectivamente la última estrella del gran Hollywood dorado que seguía viva.
Olivia de Havilland estaba marcada por un hecho familiar que en ocasiones intentaron camuflar: el odio existente entre ella y su hermana, Joan Fontaine, un año más joven. El comentario más malicioso que circulaba por Hollywood era que Olivia no moriría antes de conseguir enterrar a su hermana, el sueño al que siempre aspiró en sus pesadillas.
De Havilland estaba marcada por un hecho familiar que en ocasiones intentaron camuflar: el odio existente entre ella y su hermana
Una rivalidad que nunca se detuvo, a pesar de los éxitos profesionales de los que ambas podían alardear. Un año después de su primera candidatura al Oscar como mejor actriz por Rebeca en 1941, donde daba la réplica a Cary Grant y que la convirtió en una
estrella, Joan Fontaine se hacía con la preciada estatuilla por su actuación en Sospecha , película dirigida asimismo por Alfred Hitchcock. En su autobiografía, publicada en 1979, escribió: “El lema de Hitchcock era ‘divide y vencerás’. Deseaba total lealtad, pero solo a su persona”.
Por su parte, Olivia de Havilland había sido candidata un año antes como actriz de reparto por Lo que el viento se llevó . Cinco veces aspirante al siempre muy codiciado galardón de la Academia de Hollywood, en 1947 se alzaba con el premio por su actuación como actriz protagonista de Vida íntima de Julia Norris, drama romántico hoy olvidado que dirigió Mitchell Leisen.
De Havilland escondía a una gran seductora de hombres bajo su aspecto de mujer candorosa y de fácil engaño
Con una filmografía cercana al centenar de títulos, incluyendo series televisivas, De Havilland escondía a una gran seductora de hombres bajo su aspecto de mujer candorosa y de fácil engaño. Con Errol Flynn, un peligroso seductor, actuó en ocho películas, algunas tan famosas y contrastadas como Robín de los bosques (1938) o Murieron con las botas puestas (1941). Como gran actriz que era, Olivia de Hawilland podía engañar en la vida real y frente a la
cámara.