La primera vacuna de ARN mensajero (ARNm) para el cáncer, que ha demostrado ser eficaz y segura en personas con melanoma metastásico, se podría aprobar en 2025 en Estados Unidos. Se trata de una vacuna terapéutica -no preventiva- llamada mRNA-4157, que se elabora de manera personalizada para cada paciente y que se administra en combinación con el fármaco de inmunoterapia pembrolizumab. La ha desarrollado la compañía Moderna, que ya aplicó la tecnología del ARNm a las vacunas de la covid, en colaboración con Merck, que produce el pembrolizumab.
También BioNTech tiene proyectos avanzados de vacunas de ARNm para tratar el cáncer. Ha presentado resultados en pacientes con melanoma y cáncer de próstata, que son positivos pero aún no suficientes para que las vacunas sean aprobadas. Y tiene ensayos clínicos en curso para certificar la eficacia y la seguridad del tratamiento en estos dos tipos de tumor, así como en cáncer colorrectal, de páncreas y de pulmón.
“Es una tecnología con un potencial enorme que probablemente se incorporará en un futuro a los protocolos de tratamiento de algunos tipos de cáncer”, valora Josep Tabernero, director del Vall d’Hebron Instituto de Oncología (VHIO).
Al igual que otras vacunas, las de ARNm enseñan al sistema inmune a reconocer y atacar proteínas (o fragmentos de proteínas). En el caso de la covid, le enseñan a reconocer proteínas del virus SARS-CoV-2. Para el cáncer, le enseñan a reconocer proteínas propias de las células cancerosas llamadas neoantígenos.
Es una tecnología con un potencial enorme ”
La diferencia respecto a otras vacunas es que, con la tecnología del ARNm, es el propio organismo quien produce las proteínas que instruyen al sistema inmune. Para ello, se inyectan en una persona las instrucciones genéticas adecuadas en forma de ARNm. Este es precisamente el tipo de ARN que las células del cuerpo humano utilizan para fabricar proteínas. A partir de ahí, son las propias células las que hacen el trabajo.
BioNTech y Moderna se fundaron, en 2008 y en 2010, precisamente con el objetivo de desarrollar vacunas de ARNm para el cáncer. Sus investigadores no pensaban entonces que esta tecnología fuera la más apropiada para crear vacunas contra virus. Pero las vacunas de ARNm tienen la ventaja de que, una vez se conocen las proteínas que el sistema inmune debe atacar, se pueden producir con rapidez. Esto las convirtió en idóneas para responder a la emergencia de la pandemia. En el caso del cáncer, pueden bastar seis semanas para producir una vacuna personalizada para un paciente.
La principal dificultad está en identificar los neoantígenos adecuados de cada tumor. Dado que los neoantígenos son proteínas anómalas resultantes de mutaciones genéticas, y que el perfil de mutaciones es distinto en cada tumor, e incluso en diferentes células de un mismo tumor, las primeras vacunas de ARNm para el cáncer se hacen a medida para cada paciente. En un futuro se espera conseguir vacunas contra neoantígenos que se encuentran de manera recurrente en diferentes pacientes, producidos por mutaciones genéticas comunes, lo que reduciría su coste.
“Las vacunas de ARN mensajero ya han demostrado que aumentan la eficacia del tratamiento en tumores inmunogénicos como el melanoma”, apunta el oncólogo Josep Tabernero. En un ensayo clínico de la vacuna mRNA-4157 de Moderna, el porcentaje de pacientes con melanoma metastásico en que la enfermedad progresó o que murieron en los primeros dos años se redujo del 40% al 22%, casi la mitad.
“El próximo reto es conseguir que estas vacunas funcionen en tumores menos inmunogénicos como los de páncreas, próstata o colorrectales”, añade Tabernero. “Pienso que se conseguirá. Si se puede educar al sistema inmune para reconocer estos tumores, deberíamos ver un efecto terapéutico”.
Terapias CAR-T para tumores sólidos
Las vacunas de ARNm son un ejemplo de cómo las terapias que actúan sobre el sistema inmune están transformando los tratamientos oncológicos. Entre estas terapias destacan las llamadas CAR-T, que consisten en extraer células inmunes de la sangre del paciente, modificarlas para que ataquen las células del cáncer, multiplicarlas y volverlas a transfundir al paciente. Las CAR-T se utilizan de manera creciente para cánceres hematológicos, pero para tumores sólidos aún son experimentales y se limitan a entornos de investigación. En 2024 han mostrado que pueden mejorar el tratamiento de tumores cerebrales para los que no existen buenas opciones terapéuticas. En 2025 se esperan resultados de más ensayos clínicos que permitan ampliar su uso a más tumores sólidos de mal pronóstico.