En Navidad, no sólo Papá Noel y los Reyes Magos hacen horas extra: algunos abuelos también. A muchos les toca quedarse al cuidado de los nietos y, otros tantos, con motivo de vacaciones y desplazamientos durante las fiestas, se hacen cargo temporalmente de las mascotas familiares. Una responsabilidad que, como en el primer caso, la mayoría asume grandes dosis de alegría y algo de resignación. Sin embargo, algunos expertos advierten que, en ocasiones, esta situación puede entrañar ciertos riesgos tanto para los animales como para los propios cuidadores.
“He tenido que reorganizar mi día a día para hacerme cargo de Bimba”, admite Magín Domingo, de 65 años, que compagina su trabajo de fotógrafo y diseñador gráfico con el cuidado de la traviesa caniche toy de su hija, que se ha marchado a Australia durante las vacaciones. “No es que tenerla cambie mi vida por completo, pero sí que estoy más atento a estar en casa para sacarla a pasear varias veces al día, jugar un poco con ella y darle de comer”, explica. Un cambio de hábitos que, para algunos, como María Luisa Rodríguez y Raúl Lago, de 71 y 68 años respectivamente, es incluso bienvenido.
Estamos jubilados, y romper con la rutina sabiendo que además echamos una mano es algo que hacemos con mucho gusto
“Es un poco cansado porque hay que estar muy pendiente de los animales”, reconoce el matrimonio, al que sus hijos, también de viaje, han dejado al cuidado de sus peludos, entre los que se cuentan dos perros y varios gatos. “Estamos jubilados, y romper con la rutina sabiendo, además, que echamos una mano es algo que hacemos con mucho gusto”, explican. Con una cifra de animales de compañía que, en nuestro país, ya multiplica por seis la de niños en edad escolar, son muchos los que, como ellos, se ven en algún momento al cuidado temporal de las mascotas durante los periodos vacacionales.
“Estoy encantada de tener compañía extra durante unos días”, afirma Dolors Miñarro, de 66 años, aunque admite que todos sus planes quedan condicionados por Bowie, la teckel toy de su hija, que los acompaña en casa durante estas fechas. “La verdad es que este tipo de mascotas dan mucha vida y alegría, les coges mucho cariño”, explica Magín, quien, a su vez, también confiesa que hacerse cargo de ellas, aunque sea sólo de manera temporal, conlleva una responsabilidad enorme. “Es como cuidar de un hijo que no es tuyo”, añade. “Vivo con miedo a que le pase algo mientras está conmigo”.
Un gran desafío que los expertos tampoco pasan por alto. “Dejar a las mascotas al cuidado de nuestros mayores suele ser una combinación peligrosa”, advierte Cèlia Masagué, veterinaria de la clínica Vetmedicine, en Barcelona. Y, salvo excepciones, como en el caso de animales pequeños y dóciles o que ya están muy familiarizados con sus guardianes temporales, se trata de una situación que la doctora desaconseja en la medida de lo posible.
Es como cuidar de un hijo que no es tuyo. Vivo con miedo a que le pase algo mientras está conmigo...
En su opinión, existen varios factores de riesgo en este sentido. Uno de los más importantes se asocia a la falta de familiaridad con las necesidades de la mascota, que en muchos casos requiere cuidados especiales, dietas estrictas o un elevado grado de atención, como en el caso de Dalí, uno de los gatos a cargo de Raúl y María Luisa durante las navidades. “Tenemos que ir tres veces al día a casa de mi hijo para echarle unas gotas en los ojos al animal”, detalla Raúl, confirmando un nivel de exigencia al alcance de pocos. “Aunque, por suerte, lo tenemos a la vuelta de la esquina”, sonríe.
Otro de los riesgos a los que la veterinaria hace referencia es la “permisividad”, o la falta de límites, con la que los mayores pueden tratar a las mascotas, a las que muchas veces, de manera inconsciente, “malcrían en exceso”, ya sea a través del alimento o permitiendo conductas que no serían aceptables en casa de los dueños. “Es cierto que tengo a Bowie muy mimada”, confiesa Dolors. “Mi hija siempre me reprocha que termino por engordarla”. Algo que, para la doctora, no supone sólo “un problema para aquellos animales que necesitan dietas estrictas y llegan a descompensarse”, sino que puede ocasionar “una conducta violenta” en el momento en el que el cuidador retira esos privilegios que el animal entiende como adquiridos.
Además, la atención a los peludos también implica una importante exigencia física, especialmente en el caso de los perros, que requieren paseos regulares y juegos, “tareas que pueden llegar a resultar agotadoras para algunas personas mayores, menos acostumbradas a la movilidad”, apunta Masagué. “En una ocasión, Annie, la galga de mi hija, dio un tirón a la correa mientras la paseaba y yo no supe soltarla a tiempo. Me caí al suelo y me fracturé el brazo”, recuerda María Luísa, constatando que la fuerza y la envergadura del animal son otros de los peligros que enfrentan aquellos que quedan a cargo.
Es cierto que tengo a Bowie muy mimada. (...) Mi hija siempre me reprocha que termino por engordarla
Para evitar estos riesgos y, tal vez, ahorrarse cualquier tipo de problema asociado, Masagué apunta a que cada vez es menos común que los propietarios dejen a sus mascotas con familiares o incluso amigos. Si se tiene la posibilidad, “la tendencia es que el propietario prefiera entregar la mascota a un profesional, que será capaz de cubrir sus necesidades de una manera más efectiva”, asegura. “Yo misma me estoy haciendo cargo estas navidades de la perra de una clienta, a la que conozco bien y trato habitualmente”, reconoce la veterinaria. “No es la norma, pero se trata de un animal que requiere cuidados muy específicos y la dueña no tenía a nadie con quien dejarla”.
En cualquier caso, aunque sea únicamente de manera temporal, “los animales domésticos no suelen llevar demasiado bien el cambio de rutinas y les cuesta acostumbrarse”, explica la veterinaria. Sin embargo, estas alteraciones, más allá de peligros y riesgos mencionados, también acarrean, a veces, algunas situaciones cómicas. “En casa de mi hija, Bimba tiene la costumbre de ir a dormir más pronto que cuando está conmigo”, cuenta Magín. “Cada vez que me levanto del sofá, sale corriendo hacia la habitación creyendo que nos vamos a dormir”, sonríe. “Y al rato vuelve como preguntándome: ¿Qué está pasando aquí?”.
Algunas tareas que pueden llegar a resultar agotadoras para algunas personas mayores, menos acostumbradas a la movilidad
Es común que estos cambios, por pequeños que sean, puedan producir situaciones de estrés en el animal. “Hay que estar especialmente atentos por si la mascota muestra signos de falta de alegría, timidez o pierde las ganas de comer”, aconseja Masagué, en particular con los perros, donde “estas señales se hacen muy evidentes”. Por eso, para la veterinaria, resulta imprescindible que, en el caso de hacerse cargo de la mascota de un familiar o un amigo durante estas fechas, se respeten al máximo las rutinas que el animal conoce. Además, es importante también evitar introducir nuevos hábitos, como “darle de comer algo de nuestro plato, dejarlo subir al sofá o ponerlo a dormir en nuestra cama, si el animal no está acostumbrado a ello”. Masagué aconseja ir incluso un poco más allá y, aunque suene raro, “preguntarle al propietario si el animal entiende el catalán o el castellano” y con qué palabras o comandos hay que dirigirse a él para que haga caso.
Sea como sea, pese a la carga y la responsabilidad, e incluso los riesgos asociados, los mayores no dudarían en repetir la experiencia si sus familias lo necesitaran de nuevo. “Se llena la casa de vida, es como volver a tener nietos”, sonríe María Luísa. “Cuando la perrita se vaya, enseguida la echaré de menos”, coincide Dolors. Por su parte, para Magín, regresar a Bimba con su dueña será un alivio, especialmente por librarse de tanta responsabilidad, pero también reconoce que sentirá cierta pena, porque ha creado un gran vínculo con ella. “Seguro que mi hija seguirá algo celosa, porque siempre dice que me hace más ilusión ver a la perrita que a ella”, asegura el fotógrafo. “Y no creo que después de tantos días juntos eso vaya a cambiar”, bromea. No cabe duda de que estas navidades, a pesar del esfuerzo, las horas extras les han valido a todos la pena.