Durante el mes de julio y la Eurocopa 2024 hubo un jugador de la selección española que destacó por encima de los demás, y no fue exactamente por su estilo de juego, sino por su estilo de peinado llamativo. Una abundante melena de rizos envolvía a Marc Cucurella mientras corría por el campo, partido tras partido, y se popularizó porque nunca se la recogía. Cucurella saltó a la fama en redes sociales por su cabellera y por su carisma.
Al finalizar la Eurocopa, y embriagado de felicidad por haber sido campeones, el jugador cumplió lo que prometió durante una entrevista de radio: si España ganaba, se teñiría los rizos de color rojizo. Así hizo durante un vídeo que publicó en redes sociales junto a la marca de productos de belleza, Garnier, quienes se pusieron manos a la obra y consiguieron que Cucurella protagonizase una de sus campañas. Los más adictos de la cultura pop actual no tardaron en comparar al jugador con cantantes pelirrojas como Dua Lipa o el nuevo descubrimiento pop del verano, Chappell Roan.
Referentes
Los más fieles seguidores de la cultura pop actual no tardaron encomparar al juador de fútbol Marc Cucurella con cantantes pelirrojas como Dua Lipa o con Chapell Roan, el descubrimiento del verano
Sin duda, los rizos de Cucurella son solo un ejemplo más de cómo una figura puede catapultar un estilo y que este se convierta en tendencia siendo susceptible a cientos de memes en internet o, incluso, venerado por seguidores y fans. Según la psicóloga Susana Mantas del Colegio Oficial de Psicólogos de Catalunya (COPC), si una persona es influyente, famosa o tiene poder en un contexto social concreto, “todo lo que lleve puesto será deseable, sea un peinado, o una prenda, porque estará asociado a un estilo de vida concreto y a unas preferencias personales”. Mantas afirma que no es algo novedoso, sino que se trata de algo que ha ocurrido “toda la vida”.
Desde los Beatles, el quif y la brillantina en el pelo, hasta la estética de chico malo de ensueño de James Dean. O incluso desde las chaquetas de cuero, los pantalones acampanados y, ya en los noventa, el minimalismo de Calvin Klein. Las tendencias siempre han sido deseables y también subjetivas a los ojos y gustos, tanto en prendas como en características físicas, como lo ha sido el pelo durante la historia tanto en hombres como en mujeres. Susana Mantas comenta que desde la Edad Media, “los hombres ya se fijaban en la apariencia, sobre todo en que las mujeres debían aparentar que tenían una buena salud física. Eso les daba a entender que eran fértiles y que, por tanto, eran una buena elección para el matrimonio”, describe.
Ojos y gustos
Ya en la Edad Media, los hombres se guiaban a la hora de elegir una mujer para casarse en si aparentaba o no una buena salud física
En esencia, el pelo siempre ha jugado un rol importante. Erika Bornay, historiadora del arte especializada en la iconografía de la mujer, analiza en su estudio “La cabellera femenina”, que el pelo de la mujer “como constante de mito, como elemento fetichista, ha motivado secularmente infinidad de narraciones orales, escritas y plásticas y simboliza primordialmente la fuerza vital, primigenia”. Admite que, en el caso de las mujeres, ha habido “condenas y restricciones morales y religiosas” durante la historia alrededor de la muestra del pelo y que la cabellera es un atributo que se ha tenido en cuenta para la seducción, atracción, pero también como motivo de lucha.
Aporta como ejemplo el mito de Medusa. Su pelo era su tesoro. Atenea, con envidia, lo transforma en víboras y la deshumaniza, le “afila los dientes” y le “alarga la lengua” y como imagen de ejemplo, muestra la obra “La Cabeza de Medusa” de Caravaggio. Además, “convierte su hermosa mirada en una atroz, que transforma en piedra a los hombres que mira”, relata Bornay. Medusa, un símbolo de mujer luchadora con su pelo y sus atributos, que más tarde el feminismo recogió como icono de la lucha contra la violencia de género.
Existen también otros estilos, asociados con otras luchas, como es el caso del mullet, un corte de pelo más corto por delante y más largo y frondoso por detrás y sin género. La primera vez que se populariza es en los años setenta, con el cantante inglés, David Bowie, quien contribuye a subvertir las normas establecidas de género, así jugando con la identidad. En un artículo en Xtra Magazine, el periodista y músico Kurt Suchman, reconoce la magia que tiene un tipo de estilo para reivindicar una comunidad. “La cultura y la moda han sido moldeadas durante mucho tiempo por comunidades marginadas, un estilo que les da a las personas queer la libertad de reinventarlo y darle un aspecto nuevo, que ahora es el peinado destacado en las revistas de moda de todo el mundo”, escribe Schuman.
La cultura y la moda han sido moldeadas durante mucho tiempo por comunidades marginadas”
Ahora el mullet lo llevan actores como Jacob Elordi, o el próximo protagonista de Gladiator, Paul Mescal. Todos ellos aparecen a menudo venerados por jóvenes en redes sociales y forman parte del ránking de famosos más deseados. Aitor Carmona, experto en comunicación política, analiza que este corte de pelo en concreto encarna al nuevo “chulito” o “malote”, con un cuerpo trabajado, que se cree “atractivo” y que se esconde detrás de ese tipo de corte de pelo y de bigote, ambos aparentemente benevolentes. Un estilo que en la actualidad, también suele relacionarse en redes con un tipo de masculinidad, pero que según Carmona, “no tiene un perfil concreto de hombre o de masculinidad”. Comparte que ha visto a “hombres muy heterobásicos llevando el mullet y otras personas del colectivo LGTBI+ más ‘masculinos’ o ‘femeninos’ que también lo llevaban”. También lo han lucido actrices y cantantes como Zendaya o Miley Cyrus.
El estilo de pelo, es como cualquier otra tendencia, y suele verse y comentarse por redes sociales. Carmona, escribe: “¿Es sensación mía o se está volviendo a poner de moda entre los hombres llevar el pelo largo?”. Explica que se fijó en esta tendencia por primera vez durante la ceremonia de clausura de los Juegos Olímpicos en París cuando Tom Cruise apareció con su melena morena. Más tarde, reflexionó y se dio cuenta de que era algo que había comenzado a verlo antes, durante los JJ.OO. el saltador que se llevó el oro y el récord del mundo, Armand Duplantis, y meses atrás, en jugadores de fútbol como la cabellera rizada de Cucurella.
No solo eso, sino que Carmona explica cómo se fijó en que en TikTok e Instagram, en los vídeos de inspiración de moda masculina que aparecían en su algoritmo, los modelos tenían el pelo largo. “No creo que sea únicamente de una clase, pero sí que es cierto que, por ejemplo, los pijos o conocidos como cayetanos, que tienen o aparentan tener un nivel adquisitivo más elevado, acostumbran a llevar el pelo más largo y abombado, con un flequillo estilo Justin Bieber en 2012”, argumenta el experto en comunicación política.
No obstante, como afirma la psicóloga Susana Mantas, habitualmente, los atributos emocionales, de intelecto, como el carisma, la inteligencia o el humor, pasan por encima de los atributos físicos de una persona. Durante este 2024, también han sido tendencia un tipo de masculinidad muy específica que las redes han bautizado como The Hot Rodent Boyfriend, un nuevo ideal de belleza de la Generación Z en el que literalmente significa el novio sexy con aspecto de roedor. Estos hombres, como los dos actores protagonistas de la película de tenis Rivales, Josh O'Connor y Mike Faist, o el protagonista de la serie de Disney+, The Bear, Jeremy Allen White, tienen un aspecto tradicionalmente no atractivo, pero con mucho carisma y humor que completan su personalidad.
Mantas explica que, “no siempre lo deseado por mujeres y hombres es igual. Las mujeres suelen fijarse en cosas más intelectuales, y los hombres más en el físico”. Aun así, añade que con las redes sociales, la seducción ha cambiado, “lo que tiene una persona en sí misma, es lo que hace que sea deseable”, y que, por tanto, las relaciones también son diferentes, puesto que esta búsqueda de lo emocional y la creación de un vínculo es un aspecto más valorado y “se buscan relaciones no tan volátiles, ya que son las que no crean un vínculo y en las que no te da tiempo a que las personas en esa relación se expresen tal y como son”. Las tendencias van y vienen, pero “la conducta humana no ha sufrido tantos cambios”, declara Mantas.
Las tendencias van y vienen, pero la conducta humana no ha sufrido tantos cambios”