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¿Quieres mejorar? Aprende a guiarte por tu yo futuro

Identidad y éxito

Tener una visión clara de nuestra mejor versión dentro de diez años ayuda a tomar decisiones en el presente

A menudo subestimamos los cambios que nos sucederán en una década, pero nadie es el mismo diez años después 

Carlo Toffolo

¿Cómo te gustaría ser dentro de diez años? ¿Alguien con más sabiduría? ¿Una persona más saludable y en forma? ¿Te gustaría estar casado? ¿Ser más espiritual? ¿Tener más dinero? Algunas de las personas que se hacen esta pregunta conseguirán, con el tiempo, convertirse en esa versión de sí mismos que proyectan, mientras que otras no lo lograrán. ¿Cuál es el motivo? De acuerdo con una investigación científica, la diferencia entre unos y otros radica en su habilidad para crear una visión clara de su futuro yo.

En su charla TED titulada The Psychology of Your Future Self, Daniel Gilbert, profesor de psicología de la Universidad de Harvard explica que, cuando a una persona se le pregunta si cree que es la misma que hace diez años la mayoría responde que no. Nos resulta bastante evidente ver los cambios que hemos experimentado en una década. 

Potenciar la mentalidad de crecimiento

La mayoría subestima los cambios que le sucederán en los años siguientesl

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Sin embargo, y aunque mirando hacia atrás casi todos vemos claro que ya no somos los mismos, la mayoría subestima los cambios que le sucederán en los años siguientes. Tendemos a pensar que seguiremos siendo, más o menos, tal y como somos en este momento, y en general, nos cuesta imaginarnos grandes transformaciones. Una de las razones de ello es que solemos estar anclados en una mentalidad fija y no en una mentalidad de crecimiento.

¿Y qué quiere decir esto? El concepto de mentalidad de crecimiento fue desarrollado hace algunos años por la profesora Carol Dweck. Ella y sus colegas realizaron estudios que mostraron que los niños que aceptaban retos y se lanzaban a hacer cosas nuevas compartían la creencia de que sus habilidades podían mejorar, mientras que los niños que retrocedían ante los retos solían creer que sus habilidades eran las que eran, sin posibilidad de mejora.

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Supongamos que a un niño en quinto de primaria le ponen malas calificaciones en varios test de matemáticas. Si el niño se convence de que ello es debido a que “las matemáticas se le dan fatal” y que nada puede cambiar eso, estará mostrando una mentalidad fija. Lo más probable es que en un futuro más o menos cercano se rinda y deje de intentarlo. 

En cambio, si el niño sigue intentándolo a pesar de los problemas, probablemente se debe a que posee una mentalidad de crecimiento y está convencido de que puede llegar a mejorar. Tener una u otra mentalidad depende, en gran medida, de lo que aprendemos en casa y en nuestro entorno educativo.

Definir hoy lo que queremos ser mañana

Cuando vivimos una experiencia que percibimos como negativa y que nos conduce a construir una creencia a su alrededor como “no se me da bien tal cosa”, estamos tomando la decisión, sin darnos cuenta, de dejar que dicha experiencia nos defina. La única manera de salir de ahí y de recuperar nuestra libertad es adjudicar de forma proactiva un significado distinto a cualquier acontecimiento doloroso que hayamos podido vivir, como por ejemplo: “Puedo aprender de esto para que mi yo futuro se sienta mejor”.

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Lola Sorribes, terapeuta y autora de La conexión vital (Terapias Verdes), utiliza a menudo en su discurso el concepto de storytelling vital, y lo explica así: “Hemos venido al mundo para despertar la mejor versión de nosotros mismos, aquella que a pesar de todo lo que nos ocurra nos impulsa a caminar hacia adelante". 

Y continúa: "Las personas escribimos nuestra historia con cada pensamiento, con cada acto. Nuestra existencia es como un libro que está en blanco en el momento de nacer, y lo vamos escribiendo con los acontecimientos y experiencias que vamos viviendo. Según sea nuestra capacidad de enfrentar y resolver las distintas situaciones, los capítulos de nuestra vida se van configurando, pudiendo resultar al final en una comedia, una tragedia o un cuento de hadas. Estas historias determinan el modo en el que las personas avanzan, crecen o evolucionan”.

El reto: perseguir la mejor versión de nosotros mismos

Visualizarnos en el futuro como una persona mejor nos ayuda a crecer

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Pero Sorribes no es la única que piensa que la manera en que nos contamos las cosas y el significado que les atribuimos influye mucho en nuestras decisiones y en nuestro bienestar psíquico. Un estudio de la Universidad de UCLA estudió el impacto de crearnos una imagen clara de nuestro “yo futuro” en las decisiones que tomamos en el presente. La investigación concluyó que es recomendable visualizar a esa versión futura de nuestra persona como alguien diferente a quienes somos ahora. 

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Y es que, cuando te proyectas en el futuro como una persona distinta, con otras perspectivas, gustos y preferencias, puedes tomar decisiones basadas en aquello que tu futuro yo desearía. Decisiones que, quizá, van en contra de algo que deseas en este momento. Por ejemplo, puede que ahora mismo yo tenga muchísimas ganas de comerme las sobras de ese pastel de cumpleaños tan rico, pero si tengo una imagen clara de mi yo futuro y considero lo que ella preferiría, quizá decida tomar una decisión diferente.

Otras investigaciones señalan que sin una imagen clara de nuestro yo futuro es casi imposible comprometerse con un objetivo concreto de mejora. Esto implicaría que, más que formularnos propósitos, lo que en realidad necesitamos es una nueva identidad, esto es, definir de la forma más concreta posible a nuestra versión futura e invocarla cuando nos enfrentamos a cualquier toma de decisiones difícil.

Un ejercicio de visualización

Tener el coraje de admitir quién queremos ser y lanzarse a por ello es el primer paso para alcanzar la mejor versión de nosotros mismos

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Lola Sorribes propone un ejercicio de visualización para comenzar a imaginar dicha identidad y activar la energía del éxito y del propósito en nuestra vida:

Lo más difícil de este ejercicio, quizá, es precisamente aquello que puede conducirnos hacia los cambios más transformadores: tener el coraje de admitir (y de pedirnos) lo que de verdad deseamos y necesitamos. Ser ambiciosos en este sentido, pensar en grande y no escatimar en detalles nos ayudará a lograrlo. También resulta útil ser conscientes de cuán a menudo nos aferramos a nuestra identidad presente y la defendemos contra viento y marea, aunque ello nos acabe perjudicando. ¿De verdad es tan importante mantenerla a toda costa, aun a riesgo de perdernos otras buenas posibilidades? 

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En este sentido, resulta útil recordarse que dicha identidad no es ni tan fija ni tan importante, puesto que cambiará casi por completo con el paso del tiempo y las experiencias que vamos a vivir. Medir el progreso de nuestras acciones concretas de manera regular y tener presente que lo que nos sucede no tiene por qué definirnos son otras estrategias que pueden conducirnos al éxito.

¿Y tú? ¿Cómo te ves en el futuro? ¿Quién quieres ser dentro de diez años?