Cómo evitar que nuestros hijos se dejen engañar por los vídeos de Youtube
Educación digital
Los clips de ‘influencers’ menores de edad que desempaquetan regalos arrasan entre los niños, pero son muy adictivos y muestran modelos de conducta nocivos
Los diez canales de Youtube más populares en España tienen una cosa en común: todos están dirigidos a menores de edad. Pero no a un público juvenil ni a preadolescentes, sino a niños muy pequeños. Incluso a bebés.
Para confirmar que el público infantil es el gran consumidor de la plataforma de vídeos por internet basta con repasar el ranking de SocialBlade, una web que recopila estadísticas de uso de las redes sociales y que se usa como referencia para medir el grado de influencia de los creadores de contenido en Youtube. Tres de los seis canales más populares en España se podrían definir como “vídeos para niños protagonizados por niños (y editados por sus padres)”.
En el punto de mira
‘Unboxing’, el formato que cautiva a los niños
En el número 1 de la lista están Las Ratitas , dos hermanas menores de 9 años que enseñan sus juegos (y sus juguetes) a 16.5 millones de seguidores y que ya han sido investigadas por la Fiscalía de Menores por “reproducir estereotipos de género negativos” e ”instrumentalizar” a los niños en sus vídeos, un caso sobre el que aún no hay decisión firme, según confirma a La Vanguardia uno de los denunciantes, el psicólogo y exdefensor del Menor de la Comunidad de Madrid Javier Urra; Mikel (9) y su hermano Leo (5), online desde 2015 en MikelTube, desarrollan una estrategia muy parecida; en Juega con Adri, sin embargo, son los padres de la niña que da nombre al canal quienes acaparan casi todo el protagonismo en los vídeos, convirtiendo su lujosa casa con piscina en una suerte de parque de aventuras infantiles.
El resto de canales del top 10 español en Youtube son para youtubers especializados en videojuegos (Mikecrack o el “veterano” VEGETTA777), canales de manualidades dirigidos a un público infantil femenino (123 GO! Spanish; Ideas en 5 minutos CHICAS), dibujos animados con plastilina para bebés (dibusYmas) y el del grupo de música infantil Pica-Pica.
En este segmento de la audiencia, el formato estrella es el de niños que desempaquetan regalos y juegan con ellos junto a sus amigos o sus padres, una práctica que en inglés se conoce con el término unboxing. En la variante que más engancha a los menores de cuatro años, unas manos de mujer con una manicura perfecta y una voz angelical –sobre una melodía pegadiza y repetitiva- abren decenas de huevos sorpresa.
Este género es una mina de oro para los ‘youtubers’ y para las marcas. No en vano, el canal de Youtube que más dinero generó en 2018 (22 millones de dólares) fue Ryan’s ToyReview, protagonizado por un niño que aún no ha cumplido los 8 años. Sus contenidos están ahora en el punto de mira de la Federal Trade Comission (FTC) de Estados Unidos por incurrir presuntamente en publicidad engañosa dirigida a “millones de preescolares, quienes, en sus primeras etapas de desarrollo, no pueden notar la diferencia entre la publicidad y contenido orgánico”.
Los nuevos “prescriptores”
“La burbuja ‘influencer’ acabará explotando”
Paula Ortiz
Directora jurídica de IAB Spain
La investigación puede marcar un punto de inflexión para este modelo de negocio consistente en exponer la imagen de un menor a través de la pantalla más global. Más allá de los límites morales –cada familia tiene los suyos– el caso pone en tela de juicio las consecuencias legales que pueden afrontar los padres de estas criaturas.
Hasta ahora las autoridades han actuado de una forma laxa en esta cuestión, pero lo cierto es que “el marketing de ‘influencers’ es una actividad que en España ya están regulada a través de la normativa general de publicidad”, explica Paula Ortiz, directora jurídica de IAB Spain, la asociación de la publicidad, el marketing y la comunicación digital en España.
Según la experta, los canales de ‘unboxing’ encajan en la descripción de actividad publicitaria, dado que “existe una finalidad promocional, de manera directa o indirecta”, así que tanto las marcas como los tutores de estos ‘youtubers’ infantiles “deberían ser conscientes de la necesidad de ser transparentes” con los contenidos que emiten. Ortiz considera que “la burbuja ‘influencer’ acabará explotando” y que “antes o después se creará una regulación específica” para este tipo de contenidos.
Mientras tanto, el sector está cada vez más profesionalizado. Muchos de estos chicos y chicas ya tienen agencias de representación (o están representados por sus padres, como las estrellas emergentes del fútbol), algo que también interesa a las empresas. No en vano, algunas de ellas han sufrido crisis de reputación por meteduras de pata de algunos de estos jóvenes y famosos internautas: Nestlé rescindió el contrato de patrocinio con el ‘youtuber’ JPelirojo cuando este se alegró en un vídeo de la muerte de un torero, y la marca Oreo de galletas se afanó en desvincularse de otro que humilló a un mendigo haciendo uso del nombre de su producto.
El hecho de que los niños ‘influencers’ se hayan convertido en los nuevos “prescriptores” de un público tan vulnerable como los niños obliga a los padres a tomar precauciones. César de la Hoz, profesor de Primaria, psicopedagogo y mediador familiar, aboga por educar a los menores para que adquieran competencias digitales: “Es imprescindible extender una red de protección sobre los menores que se conectan a internet y dotarles de habilidades para que sepan dónde se meten, porque parte de los sitios a los que acceden tienen un componente adictivo muy importante”.
Estos factores de protección van desde el “control directo de los padres” hasta el desarrollo de materias escolares sobre estrategia digital. La clave, según el psicólogo, pasa por acompañar a nuestros hijos para que desarrollen un pensamiento crítico.
Numerosos estudios citados en la Guía parental de Reboot Foundation, una organización con base en París que tiene como finalidad “promover formas de pensamiento más ricas y reflexivas en las escuelas y los hogares”, avalan que las personas podemos pensar con lógica desde una edad muy temprana. El papel de los padres, dicen estos expertos, pasa por estimular a los niños para que desarrollen pronto la capacidad de razonar.
Ellos deben entender desde muy jóvenes cuestiones fundamentales como el valor de la privacidad, y los padres debemos ser explícitos a la hora de transmitirles los peligros de hacer un mal uso de internet: “Hay que explicarles con mucha claridad que los amigos que tienen en la red pueden no ser reales, y que las vidas que se muestran en la pequeña pantalla del móvil o la tableta son ficción como los dibujos animados, aunque estén protagonizadas por niños como ellos”, concuerda De la Hoz.
Combatir la “extimidad”
“No hay mejor barrera de protección que alentarlos para que nos hagan muchas preguntas sobre todo aquello que ven online”
César de la Hoz
Profesor, psicopedagogo y mediador familiar
Otra consecuencia de los hábitos de entretenimiento digital de los más jóvenes, y en especial las redes sociales, es que “fomentan el individualismo”, apunta el profesor. “Todo está relacionado con mostrarse a los demás. Lo curioso es que muchos de estos pequeños que se explayan con naturalidad delante de una cámara después son incapaces de expresarse en público, ante personas reales”, explica.
Una posible solución pasa por que “padres y profesores ofrezcan a los niños distintos centros de interés para que desarrollen otras habilidades sociales”. De la Hoz recurre al concepto “extimidad”, acuñado por el filósofo Jacques Lacan, para referirse a la nueva forma de relacionarse de los menores a través de la red: “Algunos críos se dedican a exhibir su vida íntima para que otras personas den su aprobación (la dictadura del like ) y así aumente su autoestima o sus vínculos sociales. Pero muchos de ellos no distinguen lo real de lo irreal, no tienen la menor idea sobre quién tiene acceso a la información íntima que comparten”.
Los vídeos de ‘unboxing’ tienen el riesgo adicional de transmitir a los niños la idea de que necesitan nuevos productos para ser más felices. No es casualidad que el vídeo con más visitas de la ‘influencer’ infantil española por antonomasia, Martina d’Antiochia (14 años) de La diversión de Martina, sea uno en el que muestra el patinete eléctrico que le regala otra ‘youtuber’ aun más joven que ella, Arantxa, de Los juguetes de Arantxa, cuyo vídeo tipo es uno en el que enseña cómo se juega con cualquier producto que previamente ha desenvuelto y montado con la ayuda de su padre. Ambas han publicado varios libros y tienen un completo catálogo de merchandising, y en la información que comparten en su perfil hay una “dirección para envíos”.
Educar para el consumo responsable (de productos, pero también de contenidos) es una tarea a la que los padres deben prestar atención mucho antes que en el pasado, cuando los niños sólo veían la televisión, y a menudo en presencia de mayores.
Limitar el uso de los aparatos electrónicos es sólo un primer paso, pero son necesarias otras medidas. Youtube Kids, la versión infantil de la plataforma, que filtra y clasifica los contenidos según la edad de los usuarios, se antoja una herramienta de control parental imprescindible. Pero ningún remedio mejora el compromiso activo de los padres en la educación digital de sus hijos: “No hay mejor barrera de protección que entender el medio y alentarlos para que nos hagan muchas preguntas sobre todo aquello que ven online”, concluye César de la Hoz.