¿Es bueno dormir con tu bebé?

Colecho

Fomenta la lactancia y puede ser más cómodo para los padres, siempre que se practique con cautela

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Compartir lecho con el bebé es una práctica controvertida en este país

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Compartir lecho con el bebé, algo muy común en países asiáticos como Japón es una práctica controvertida en el nuestro. “Se trata de dormir con el niño en una misma cama”, explica Isabel Izquierdo, Miembro del comité de promoción de la salud de la Asociación Española de Pediatría.

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El colecho favorece la lactancia materna

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Integrar en la cama al nuevo miembro de la familia cuenta con un beneficio claro: Favorecer la lactancia materna. Según indica un artículo de la AEP, estudios recientes demuestran que la cercanía del niño y la madre facilita el mantenimiento de la lactancia y que ésta tiene un efecto protector frente al Síndrome de Muerte Súbita del lactante.

Colechar tiene un beneficio claro: favorecer la lactancia materna

Sin embargo, es una medida que no está libre de peligros. “Existe cierto riesgo de asfixia si los padres están cansados”, comparte Izquierdo. Algo en lo que coincide el doctor en Psicología de la Salud Álvaro Bilbao: “Hasta que el niño tiene al menos 6 meses de edad no se recomienda que comparta el lecho con un adulto porque son muy frágiles y puede ocurrir un aplastamiento”.

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Se recomienda evitar esta práctica hasta que el niño cumpla los 6 mees de edad

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Aunque existe una alternativa segura a esta medida. “Lo ideal es comenzar compartiendo habitación con el bebé, pero no cama. Para ello podemos utilizar un moisés o una cuna de colecho”, indica el Álvaro Bilbao.

Más cómodo

Aunque el colecho o cohabitación, no evite los múltiples despertares a lo largo de la noche, sí que los hace más llevaderos. “La principal ventaja reside en que favorece la lactancia materna y se reducen las incomodidades de despertarse e ir a otro cuarto para atender al bebé”, comparte Bilbao, autor de Todos a la cama: Cómo ayudar a tu bebé a dormir con amor y confianza (Plataforma Editorial).

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Compartir cama con el bebé fomenta su apego con la madre

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Por otra parte, según indica el neuropsicólogo, “algunos estudios indican que el bebé que duerme pegado a su madre reduce los niveles de cortisol (hormona del estrés) y aumenta niveles de endorfinas (hormona de la tranquilidad), pero no se ha demostrado que esto provoque cambios ni beneficios a largo plazo en la inteligencia o autoestima”.

Izquierdo alude también a las sensaciones y emociones que descubren madre e hijo en esta práctica y habla de un fomento del apego.

Ambiente seguro

Lo esencial para que esta práctica solo aporte ventajas tanto a los padres como al bebé es crear un ambiente seguro. “El niño tiene que estar en la cama, sobre una superficie dura y con poca ropa. Es muy importante que duerma siempre boca arriba y sin excesivo calor (unos 22 grados)”, subraya Isabel que además no recomienda el uso de mantas o edredones para que el niño no se introduzca debajo de ellos, tampoco de almohadas o juguetes.

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Es fundamental crear un ambiente seguro

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Los expertos coinciden en que no hay que colechar en sofás, butacas, camas pegadas a la pared, de agua, hinchables o colchones de viscoelástica. Asimismo, el ambiente saludable ha de estar libre de humos y si es muy seco se aconseja un humidificador para evitar que se resequen las vías aéreas del pequeño.

“Se debe evitar dormir en la misma cama cuando uno de los dos padres fuma, toma alcohol, medicación psicofarmacológica o tiene obesidad ya que en estos casos el riesgo de asfixia o aplastamiento aumenta”, advierte Bilbao.

¿Hasta cuándo?

Elegir colechar o su duración son decisiones personales. No obstante, la pediatra recomienda abandonar esta práctica cuando el niño deja de mamar. “Al año aproximadamente. Si se acostumbra a dormir con los progenitores, luego no quiere irse y eso quita intimidad de la pareja y acarrea problemas de dependencia”, comenta Izquierdo.

En esta línea habla Álvaro sobre padres que le escriben debido a que sus hijos de 14 o 15 años no pueden dormir si no es en su cama. “Son casos excepcionales, la mayoría llega a un acuerdo de forma natural, pero si no es así, en algún momento hay que poner límites. Si el niño no quiere ir a su cama hay que hablar con él o con ella y darle un “empujoncito”. El momento de hacer la transición lo tienen que decidir los padres”, añade.

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Se recomienda abandonar esta práctica cuando el niño deja de mamar

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Colechar no es un imprescindible de la crianza, y como apunta Bilbao: “A diferencia de la lactancia materna o de atender al niño que llora no se ha demostrado científicamente que este hecho aporte beneficios extra. Eso sí, si preguntáramos a los bebés seguro que dirían que prefieren dormir con su mamá”.

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