Las personas obesas tienen más dificultades para recordar qué cenaron ayer, qué vieron en la televisión hace un par de días o cuándo fue la última vez que fueron a la peluquería. También para memorizar un número de teléfono y, al momento de marcarlo, no acordarse ya de él.
Lo que no se sabía y ahora ha descubierto un estudio liderado por investigadores del Institut d’Investigació Biomèdica de Girona (IDIBGI) es que esas lagunas tienen su origen en los microbios que hay en el intestino, lo que se conoce como microbiota intestinal.
Los obesos tienen más dificultades para recordar qué cenaron ayer o memorizar un número de teléfono
Y según esa investigación –publicada en la revista norteamericana Cell Metabolism–, las personas obesas tienen en su aparato digestivo menos especies que favorecen la memoria reciente, cuya duración oscila entre unos minutos y varias semanas.
También tienen menos especies que favorecen la memoria de trabajo u operativa, que es la que nos permite, por ejemplo, tomar apuntes mientras escuchamos al profesor o hablar por teléfono con un amigo mientras estamos preparando los ingredientes que utilizaremos para cocinar.
La investigación ha sido publicada en la revista norteamericana Cell Metabolism
En el estudio participaron un total de 130 sujetos de unos 50 años de media. La mitad eran personas obesas y la otra mitad tenía un peso considerado saludable. Entre los primeros había un alto porcentaje de obesos mórbidos. De hecho, los pacientes obesos participantes tenían, de media, un Índice de Masa Corporal (IMC) superior a 43, y a partir de un ICM de 40 ya se considera que una persona es obesa mórbida.
Partiendo de la base de que la obesidad está relacionada con un cambio de composición de la microbiota y que esa obesidad mórbida se asocia con un deterioro de la memoria inmediata y reciente, según han constatado varios estudios desde el año 2006, los investigadores –liderados José Manuel Fernández-Real, doctor catedrático de Medicina de la Universitat de Girona y jefe de sección de Endocrinología del Hospital Josep Trueta–, descubrieron que las personas obesas mórbidas tenían menos triptófano en la circulación sanguínea, un aminoácido esencial precursor de la serotonina, popularmente conocida como hormona de la felicidad.
“En las personas obesas, vimos que las funciones de la microbiota responsables de transportar y metabolizar el triptófano estaban alteradas; también vimos que tenían niveles de triptófano y de memoria más bajos”, explica el químico Jordi Mayneris-Perxachs.
En el estudio han colaborado una treintena de profesionales de universidades, hospitales y centros de investigación, como la Universitat Pompeu Fabra de Barcelona, la Universitat de Valencia, el Institut de Recerca Biomèdica de Lleida-Universitat de Lleida (IRBLleida), la Fundación Fisabio, el Instituto de Investigación Biomédica de Bellvitge, el Hospital del Mar o del Centro de Investigación Biomédica en Red de Epidemiologia y Salud Pública (CIBERESP).
“Los obesos tienen menos triptófano, precursor de la serotonina, y niveles de memoria más bajos”
Jordi Mayneris-Perxachs
Químico e investigador del Institut de Investigació Biomèdica de Girona
Pero el estudio también permitió descubrir que un mayor consumo de proteína y colesterol se asocia negativamente con la memoria a corto plazo, y que alimentos como la carne roja, los embutidos o los productos enlatados están relacionados negativamente con este tipo de memoria.
También corroboró aspectos ya conocidos por los científicos. Por ejemplo, que el tamaño del hipocampo, una de las áreas del cerebro que juega un papel en la consolidación de la memoria, guarda relación con la memoria del individuo: las personas con obesidad tenían un volumen del hipocampo más pequeño.
Mayneris-Perxachs subraya que lo que sí fue novedoso en la investigación fue descubrir que el tamaño del hipocampo se asocia a la presencia de determinadas bacterias en la microbiota intestinal. Según el doctor Fernández-Real, el descubrimiento pone en evidencia que “existen interesantes conexiones entre la composición de la microbiota intestinal y el rendimiento cognitivo y nos ayuda a comprender mejor el diálogo metabólico que hay entre nuestro cerebro y las bacterias que conviven con nosotros”.
Se estima que un 30% de los 100 trillones de microorganismos (entre bacterias, virus, hongos…) que alberga nuestro cuerpo, están en nuestros intestinos. Su función es muy diversa: desde producir vitaminas, a sintetizar aminoácidos como el triptófano y neurotransmisores como la serotonina, fermentar alimentos no digeribles, regular el sistema inmunitario o protegernos frente a microorganismos.
Estudios recientes han demostrado el papel que juega la microbiota para predecir, por ejemplo, una insuficiencia cardíaca. Y hace un año científicos de la Universidad belga de Leuven demostraron por primera vez en humanos cómo la microbiota intestinal está implicada en la salud mental.
Estudio en ratones
Los resultados del estudio corresponden a ensayos con ratones. Se les trasplantó microbiota fecal de los pacientes para valorar cómo afectaba la presencia de ciertas bacterias intestinales a la memoria reciente de los roedores. Y el resultado fue contundente, ya que se evidenció que el trasplante de bacterias presentes en pacientes con obesidad mórbida hizo disminuir la puntuación de memoria de los ratones.
El investigador y profesor de Farmacología en la Universitat Pompeu Fabra Rafael Maldonado explica que “la posibilidad de cambiar aspectos de la memoria en ratones mediante el trasplante de la microbiota humana abre la puerta a modificar la microbiota con finalidades terapéuticas en pacientes obesos con alteraciones cognitivas”.
Dieta para mejorar la memoria
Según los investigadores la forma más fácil de modificar las bacterias que habitan en nuestros intestinos es a través de la dieta. “En un solo día ya se puede modificar”, subraya Mayneris-Perxachs, que agrega que el descubrimiento abre la vía a desarrollar dietas personalizadas para mejorar la memoria de los pacientes obesos.
Los autores del estudio han catalogado y patentado 24 bacterias asociadas positivamente a la memoria a corto plazo, otras 31 asociadas de forma positiva a la memoria de trabajo. Actualmente también están estudiando las 114 especies halladas relacionadas con el control inhibitorio, la capacidad de parar de comer, que está alterada en pacientes obesos.
“Existen interesantes conexiones entre la composición de la microbiota intestinal y el rendimiento cognitivo”
José Manuel Fernández-Real
Catedrático de Medicina UdG y jefe Endocrinología Hospital Trueta
Mayneris-Perxachs explica que nuestra microbiota se puede modificar a partir de la ingesta de fibra que permite el desarrollo de ciertos organismos en el intestino (prebióticos) o de microorganismos vivos que podemos ingerir (probióticos).
La investigación, dicen los autores, abre la puerta a que farmacéuticas puedan crear productos probióticos que contengan especies relacionadas con la mejora de la memoria o del control inhibitorio.