Los errores que no deberías cometer si quieres perder peso
Trucos para cuidarse
Adelgazar es uno de los propósitos más habituales en el inicio del año, pero no siempre lo afrontamos de la manera más adecuada
Por qué no logras perder peso con las dietas
Hay dos momentos clave a lo largo del año en los que es habitual que mucha gente se plantee tratar de perder peso. En orden cronológico, a principios de año –después de las comilonas navideñas– y antes del verano, en la archipopular operación bikini . No deja de ser paradójico, puesto que si hemos hecho las cosas bien en enero, perder peso para lucir silueta en verano no debería ser necesario.
En todo caso, proponerse adelgazar es siempre una buena decisión –se tome cuando se tome sea– y si, como decíamos, lo incluimos como uno de los propósitos de año nuevo, pues miel sobre hojuelas. Si además, lo hacemos correctamente y no cometemos alguno de los errores imperdonables que vamos a ver a continuación –y que pueden llegar a ser peligrosos–, pues gloria bendita.
Consejo
No hay que tener prisa, hay que ponerse en manos de un experto y evitar los ‘trucos’ milagrosos
Antes de entrar de lleno en estos errores que no nos podemos permitir, un consejo general que, en la práctica, son cuatro: no tener prisa, ser constante, tener un plan y ponerse en manos de un dietista-nutricionista titulado.
Las prisas siempre son malas consejeras y nos pueden impulsar a recurrir a “consejos mitificados que provienen de amigos, del vecino o del carnicero, a los que les fue estupendamente con sus ‘trucos’”, advierte Raúl Notario, director del área de Deportes de la Universidad Alfonso X. Pero hay más mitos y errores que conviene conocer y, sobre todo, evitar si queremos realmente ajustar nuestro peso.
1. Si sudo, adelgazo
Hay personas que usan chubasqueros, prendas de neopreno o que incluso se envuelven en film transparente porque piensan que de este modo sudarán más y por lo tanto perderán más peso. “El líquido que perdemos al sudar es inmediatamente repuesto cuando bebemos agua. Hacer ejercicio sin beber o intentando sudar más de lo normal sólo puede causarnos deshidratación”, dice Notario. Sudar no es más que un proceso de termorregulación corporal, no una forma de adelgazar. Hacer ejercicio sí ayuda, pero hay que hidratarse.
2.Sólo quiero perder peso una zona
Es imposible perder peso en una zona específica del cuerpo. El organismo es un todo que funciona como tal y no entiende de pérdidas de grasa localizada, por mucho que se anuncien productos –como fajas reductoras y pantalones compresores– que prometan reducir los michelines del abdomen.
“Se puede notar una reducción de volumen debido al aumento de temperatura, que hace que la grasa se movilice y se disperse de otra manera, pero cuando la temperatura vuelve a ser la normal, todo vuelve a su sitio”, explica Notario.
3. Una dieta milagro
Las dietas milagro no sólo no existen, sino que la mayoría ponen en riesgo nuestra salud. De hecho, si queremos perder peso, lo mejor es olvidarse de dietas, hacer ejercicio y cambiar nuestros hábitos alimentarios. Si hemos tratado de adelgazar con alguna dieta es probable que hayamos perdido algunos kilos, pero después los hayamos recuperado igual de rápido. Es el efecto rebote.
“Las dietas hipocalóricas, demasiado restrictivas, provocan que el cuerpo ponga en funcionamiento el sistema de reserva y utilice la grasa para obtener energía”. Cuando volvemos a comer ‘normal’, nuestro cuerpo recuerda la época de ‘hambre’ que ha pasado y almacena los nutrientes aportados en forma de grasa para estar prevenido ante posibles situaciones similares, de modo que engordamos de nuevo. Es mucho más efectivo llevar siempre, de una forma sostenida, una alimentación correcta que aporte los nutrientes, vitaminas y minerales necesarios.
4. La opción ayuno
Y tampoco nos vayamos a los extremos. Dejar de comer tampoco es la mejor opción. Algunas dietas proponen un día de ayuno cada semana, pero el cuerpo humano no está acostumbrado a dejar de comer durante tantas horas seguidas. Y, de nuevo, “nuestro organismo terminará almacenando la grasa para utilizarla cuando lo considere necesario”, apunta Lina Robles, nutricionista del Hospital Universitario Sanitas La Zarzuela.
5. Confiar en los complementos alimenticios
Los complementos alimenticios que prometen ayudarnos a deshacernos de algunos kilos sin constancia ni hacer ejercicio son el mal. Además, muchos no cuentan con las certificaciones necesarias ni son de origen natural, tal y como aseguran ser, y pueden provocar un gran número de efectos secundarios. Sí que hay algunos, pocos, que nos pueden ayudar a perder peso, pero hay que desconfiar de los que prometen mucho a cambio de muy poco y, en todo caso, no tomar ninguno que no nos haya recomendado nuestro médico o nutricionista o que se venda exclusivamente por internet. Suelen ser “polvo de hadas”.
6. Fiarse de los productos light
La oferta de productos light, con la sugerencia de que pueden contribuir de manera decisiva a una pérdida de peso radical, tampoco es la mejor aliada si queremos perder kilos de más. “Las etiquetas light, sin azúcar, sin grasa, y demás no siempre funcionan como prometen, y en los ingredientes de estos productos a veces se esconden grandes aportes calóricos” –en forma de hidratos de carbono–, explica Robles. Antes de comprar y consumir estos productos hay que consultar sus valores nutricionales reales, y si pone ‘sin azúcar’, pero en la información nutricional la cantidad de hidratos de carbono es alta, mejor dejarlo donde estaba.
7. Ejercicio sin control
En enero, tanto gimnasios como parques se llenan de personas tratando de lograr sus objetivos del año. “Es cierto que el ejercicio nos ayuda a adelgazar, a mejorar nuestra condición física y, por tanto, nuestra salud. El problema es que, mal realizado, puede ser contraproducente. Si una persona no ha practicado deporte nunca o lleva mucho tiempo sin realizarlo es más fácil que termine lesionándose si lleva su cuerpo al límite. Muchas veces se piensa que hay que salir a correr para ponerse en forma, y esto es un grave error, porque hay que estar en forma para poder correr”, señala Pedro Jiménez, entrenador personal.
Además, la combinación de una dieta hipocalórica con entrenamiento de tipo aeróbico hará que el tejido muscular vaya descendiendo poco a poco, así como el ritmo metabólico basal (RMB) y, por lo tanto, nuestro sistema para quemar calorías se verá ralentizado. “Lo mejor es combinar trabajo aeróbico con trabajo de fuerza. De este modo, favorecemos la creación de músculo, aumentaremos nuestro RMB y conseguiremos que nuestro cuerpo consuma más calorías post-entrenamiento”, explica Notario.
8. Dejarse vencer por los prejuicios
Tratar de adelgazar cuesta. Y muchas veces la sociedad o el entorno tampoco ayudan. “Hay personas que no se sienten cómodas reconociendo que quieren perder kilos. Les hace sentir que se ven y se sienten gordos, y sufren por culpa del rechazo social. Sin embargo, hay que vencer estos prejuicios y compartir con el entorno adecuado esta situación, sobre todo con la gente con la que más tiempo pasas al cabo del día, porque son ellos los que terminarán ayudándote para evitar tentaciones y tener finalmente éxito”, remarca Robles.