El arte japonés que te ayudará a luchar contra el estrés
Shinrin-yoku
Un paseo por el bosque de grandes beneficios para la salud mental y física
“El ser humano está en peligro de extinción por el estrés”
El Shinrin-yoku -baño de bosque en español- se inició en Japón en 1982. La Agencia Forestal instauró esta práctica con dos objetivos: dar uso a los bosques del país, que ocupan un 67% del territorio, y ayudar a reducir los crecientes niveles de estrés, ansiedad y depresión de la población urbana. Recordemos que fue también en Japón, uno de los países con las tasas más altas de suicidio, donde se creó el término karoshi (muerte por exceso de trabajo).
Inspirada en tradiciones budistas y sintoístas, el Shinrin-yoku se practica ya en 62 centros oficiales de Japón a los que acuden cada año entre 2,5 y 5 millones de personas. La idea es sencilla, consiste en un paseo de dos horas por el bosque con ejercicios de respiración dirigidos por monitores. El objetivo es que quienes la practican establezcan una comunicación con la naturaleza a través de los cinco sentidos, poniendo atención a lo que se percibe a través de ellos -el olor de las plantas, el ruido de los vientos o los colores y texturas del entorno- para centrar la atención en el presente y evitar la anticipación de problemas.
¿Cómo beneficia a la salud un paseo por el bosque?
A lo largo de estos años, el Gobierno japonés ha invertido unos tres millones de euros en investigar sus efectos y algunos de los estudios llevados a cabo han podido demostrar sus beneficios fisiológicos -a través de cambios en el sistema nervioso- y psicológicos, entre los que se mencionan una reducción de la tensión, ira, ansiedad, depresión o insomnio.
Uno de los estudios llevó a cabo su investigación en 24 bosques por todo Japón. En cada experimento, 12 personas (280 en total) entraban en un área de un bosque o ciudad. El primer día se envió a seis personas a un bosque y a otros seis a la ciudad. El segundo día, se envió a cada grupo al otro entorno para realizar un control cruzado. Se analizaron la cortisol salival, presión arterial, frecuencia del pulso y variabilidad de la frecuencia cardíaca de los participantes antes y después de cada paseo.
Las conclusiones de los investigadores de la Universidad de Chiba es que los ambientes forestales promueven concentraciones más bajas de cortisol, menor frecuencia del pulso, menor presión sanguínea, mayor actividad nerviosa parasimpática y menor actividad nerviosa simpática que los entornos urbanos. Además, aseguran que estos resultados contribuyen al desarrollo de un campo de investigación dedicado a la medicina forestal que se puede utilizar como estrategia para la medicina preventiva.
El inmunólogo Qing Li de la Escuela de Medicina de Tokio también ha logrado demostrar los efectos positivos que puede tener sobre la salud un simple paseo por el bosque: aumenta significativamente la concentración de células NK (del inglés natural killer) en sangre, un tipo de glóbulo blanco que contribuye a la lucha contra las infecciones y el cáncer. Según Li, esto se debe a unos compuestos volátiles emitidos por los árboles, que tienen un efecto beneficioso sobre el sistema inmunitario y son conocidos por su efecto antimicrobiano y supresor de tumores (pinenos, limonenos, cedroles e isoprenos).
¿Podemos importar esta técnica a nuestras sociedades?
Debido a su éxito, el Shinrin-yoku ha trascendido las fronteras japonesas y ya es popular en muchos otros países: Corea del Sur ha invertido más de 140 millones de dólares en un centro nacional de terapia forestal y en Finlandia también existen ya iniciativas populares. Recientemente, Annette Lavrijsen, editora de Women´s Health en Holanda ha publicado un libro que analiza una terapia ancestral que cada vez goza de mayor popularidad en el mundo occidental.
Además, quienes saben del tema aseguran que, si se vive en plena ciudad y no se tienen bosques cerca por los que poder pasear, podemos valernos de un simple parque, porque un paseo por una zona verde también tiene efectos beneficiosos en el bienestar.