Hay ciertas enfermedades que, aunque no sean graves ni contagiosas, generan temor debido a sus manifestaciones visibles. Es el caso de la psoriasis, una condición frecuentemente estigmatizada. Sus signos incluyen placas bien definidas de color rojo con descamación gruesa, que pueden aparecer en cualquier área de la piel, sobre todo en codos y rodillas. En ocasiones, también puede manifestarse como enrojecimiento en los pliegos axilares, submamarios, abdominales e inguinales. Menos frecuentemente, la psoriasis puede presentar pústulas. Además, puede afectar las uñas y las articulaciones. Según la doctora Mercè Alsina, dermatóloga del Hospital Clínic Barcelona, el alcance de esta enfermedad puede variar considerablemente: “Cualquier sitio se puede afectar; desde un 1% hasta un 90% de la superficie de la piel”.
Cualquier sitio se puede afectar. Desde un 1% hasta un 90% de la superficie de la piel
Los síntomas incluyen picor, especialmente en el cuero cabelludo, los pliegos inguinales o las piernas. En casos más graves, puede generar dolor, sobre todo cuando las placas están intensamente inflamadas en las piernas o afectan las palmas de las manos y las plantas de los pies. Estos síntomas suelen interferir significativamente en la vida diaria y reducir la calidad de vida de quienes la padecen. Además, la psoriasis tiene un impacto emocional considerable, ya que la estigmatización y la falta de información pueden afectar la autoestima. “A veces, las relaciones en pareja o con amigos se trastornan por culpa de tener placas”, asegura la doctora Alsina. Aunque la psoriasis es una enfermedad crónica con un componente genético, es importante subrayar que no es contagiosa.
La causa principal sigue siendo desconocida, pero se sabe que existe una predisposición genética que explica su aparición en familias. En casos con antecedentes familiares, la enfermedad suele presentarse de forma más temprana e intensa. Si uno de los padres tiene psoriasis, la posibilidad de que un hijo la desarrolle es del 25%. La psoriasis también puede desencadenarse como respuesta inmunológica a ciertas infecciones, como las causadas por el estreptococo en niños o el VIH. Además, existen factores de riesgo que pueden agravar o incrementar la probabilidad de desarrollar la enfermedad, como ciertos fármacos, la tensión emocional y el consumo de alcohol y de tabaco.
A veces, las relaciones en pareja o con amigos se trastornan por culpa de tener placas
Como no existe un tratamiento curativo para la psoriasis, es esencial evitar los factores de riesgo. Actividades como el ejercicio físico o la meditación pueden ayudar a mantener un peso saludable y gestionar el estado emocional, lo que contribuye a reducir los brotes. También es esencial evitar el consumo de tabaco y alcohol, así como minimizar la exposición a ambientes secos y a un exceso de calefacción y de aire acondicionado, ya que pueden agravar los efectos de la enfermedad.
A diferencia de muchas otras enfermedades, la exposición al sol puede ser beneficiosa, siempre que se eviten las horas de máxima intensidad solar. En cuanto al tratamiento farmacológico, las cremas hidratantes son el elemento principal para aliviar la sequedad y cuidar la piel. La doctora Alsina explica que, “a veces, solo con una crema con cortisona y cremas con derivados de vitamina D, es suficiente”. Este es el tratamiento tópico que, aunque presenta menos efectos secundarios, es el más incómodo y requiere un uso continuado.
En los casos más graves, se utilizan tratamientos como la fototerapia y el tratamiento sistémico, aunque este ultimo genera efectos secundarios importantes. Recientemente, se han desarrollado tratamientos biológicos, para pacientes que no han respondido a los tratamientos principales. “Los nuevos tratamientos biológicos son más eficaces y más seguros”, destaca la doctora Alsina.
Además de no ser contagiosa, la psoriasis es una enfermedad benigna que, en general, no presenta complicaciones. Su pronóstico es similar al de la población general, salvo en casos donde se asocia con factores de riesgo cardiovascular —como la diabetes, la obesidad o la hipertensión arterial—, o con enfermedades autoinmunológicas —como la artritis reumatoide, la alopecia areata, la celiaquía o el lupus eritematoso—. También pueden influir factores como la depresión, que suele originarse por la dificultad en las relaciones sociales, o las complicaciones derivadas de los tratamientos tópicos y sistémicos.
Una de las ventajas de la psoriasis es que su diagnóstico es rápido y sencillo. Tal como explica la doctora Alsina, “solo viendo las lesiones tan características, de placas rojas con una descamación, es muy fácil de diagnosticar”. Además, a pesar de ser una enfermedad crónica, es relativamente fácil de controlar: “El seguimiento a largo plazo demuestra que el tratamiento se mantiene en su eficacia a lo largo del tiempo”, añade la doctora. Sin embargo, es importante combinar con los hábitos saludables y contar con una red de apoyo social y emocional para reducir el riesgo de depresión y ansiedad.