La pandemia de COVID-19 ha alcanzado todos el planeta. En la región de Oriente Medio, los países más afectados son Irán (más de 80.000 casos) e Israel (más de 13.000) según datos de la Universidad Johns Hopkins.
En la costa de Israel se encuentra la Franja de Gaza, un territorio de 365 kilómetros cuadrados que pertenecen a Palestina, un estado que no está reconocido por todos lo países del mundo.
El gobierno israelí y las autoridades de Gaza hacen años que combaten para apropiarse de este territorio, lugar sagrado para judíos, musulmanes y cristianos. Israel ha ganado terreno a base de construir asentamientos ilegales y reducir el territorio musulmán, mientras que el gobierno palestino de Hamás ataca a Israel para evitar sus avances.
Israel es un país rico y tiene una gran influencia en la política internacional, por eso ha conseguido imponer bloqueos económicos sobre la Franja de Gaza.
Como consecuencia, los dos millones de palestinos que viven ahí sufren una grave falta de medicamentos, alimentos y productos básicos para hacer frente a la epidemia de coronavirus.
Ayuda internacional para frenar el virus
El mayor problema en Gaza es la falta de servicios médicos, saneamiento y energía. Debido al conflicto y los bloqueos, más de la mitad de la población depende de ayuda internacional.
Solo 1 de cada 10 hogares tiene acceso a agua potable, según denuncia Unicef. Eso significa que gran parte de la población palestina no puede cumplir uno de los requisitos básicos para hacer frente a la epidemia: lavarse las manos con agua limpia.
Las Naciones Unidas y la Organización Mundial de Salud (OMS) han lanzado un plan para ayudar a combatir la epidemia en la región, aportando recursos para aumentar la capacidad de los hospitales y suministrar equipamiento médico como ventiladores, respiradores, mascarillas y guantes.
El gobierno de Israel ha colaborado entregando material de apoyo como test, guantes, mascaras, trajes protectores… Sin embargo, las autoridades palestinas denuncian que el bloqueo impide actuar de forma eficaz.
El primer caso de COVID-19 en la Franja de Gaza fue detectado el 22 de marzo. Hasta hoy se han detectado 13 casos de contagio, con otras 900 pruebas esperando resultado.
Todos los casos fueron detectados en campos de cuarentena construidos al sur de Gaza, en la frontera con Egipto. Al ser el país con más casos de contagio del continente africano, todos los viajeros que llegan de Egipto son instalados en esos centros, donde pasan una cuarentena de 21 días.
Además, el gobierno de Gaza ha suspendido las clases y ha prohibido el rezo en las mezquitas para frenar la propagación del virus.
Un conflicto histórico
El conflicto entre Israel y Palestina empezó a mediados del siglo XX por motivos políticos y religiosos.
Los judíos que huían del Holocausto durante la Segunda Guerra Mundial (1939-1945) se instalaron en aquellas tierras para fundar su propio Estado. Lo consideraban como un derecho, ya que era una tierra sagrada para el judaísmo.
El problema es que también es territorio sagrado para los musulmanes palestinos, que habían habitado estas tierras durante siglos. A pesar de la oposición de los países musulmanes y de parte de la comunidad internacional, Israel consiguió conquistar gran parte del territorio en varias guerras.
En la actualidad, Palestina está dividida en dos zonas: Cisjordania y la Franja de Gaza, separadas por territorio israelí. Cisjordania está gobernada por la Autoridad Nacional Palestina y ha participado en varias negociaciones de paz con Israel, aunque ninguna con éxito.
Desde 2007, Gaza está bajo el control de Hamás, una formación política que se niega a dialogar con Israel y que está considerada una organización terrorista por varios países. Los ataques armados entre Israel y Hamás son habituales.
Como consecuencia, la población de Gaza sufre la violencia a diario y dependen de la ayuda humanitaria para subsistir.
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