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Moverse por las ciudades

Bicicletas, coches compartidos o cámaras de tráfico para evitar atascos: las ciudades se modernizan para facilitar la vida de sus habitantes

Recuperar espacio para el transporte público, las bicis y los peatones puede mejorar la movilidad y contribuir a una ciudad más sostenible.

Inma Sainz de Baranda

Las ciudades están llenas. Cada vez más personas se trasladan desde el campo o desde municipios más pequeños a las grandes capitales, porque allí hay más posibilidades de encontrar un trabajo o porque hay más servicios y actividades por hacer.

Pero la masificación de las ciudades también tiene sus consecuencias, como la falta de espacio, la contaminación, la subida de los precios y las dificultades para desplazarse.

En las grandes ciudades, los vehículos privados, el transporte público, las bicicletas y los peatones comparten el mismo espacio y no siempre es suficiente.

Las ciudades están congestionadas y por eso los ayuntamientos buscan nuevas formas de facilitar la movilidad en sus calles. Garantizar una vida sostenible en las ciudades es uno de los Objetivos de Desarrollo Sostenibles de Naciones Unidas.

Recorrer la ciudad a golpe de pedales

La bicicleta es una de las mejores opciones para sortear los problemas de movilidad urbana: es barata, no consume combustible, no hace ruido ni contamina, promueve el ejercicio físico, se practica al aire libre…

Los ayuntamientos lo saben y por eso han creado servicios públicos de bicicletas: los usuarios pueden coger y dejar las bicicletas en diferentes estaciones repartidas por toda la ciudad. En muchas ciudades, la red de carriles bici aumenta cada año varios kilómetros.

Al aplicar las nuevas tecnologías, podemos conseguir herramientas como la Rueda Copenhague: una rueda de bicicleta que recopila información sobre la velocidad, el ritmo y los trayectos del usuario y las transmite a su smartphone para que pueda calcular rutas y sepa por dónde hay menos tráfico

Apostar por el transporte público y las bicicletas permitiría reducir el espacio que ocupan los vehículos privados y recuperarlo para los ciudadanos.

Un vehículo, decenas de pasajeros

El ‘car sharing’ es un servicio para compartir coche entre varios usuarios, de esta forma se reduce el número de vehículos en las calles, hay menos atascos y se contamina menos.

Varios usuarios pueden compartir trayecto o turnarse para utilizar un mismo automóvil: cuando uno lo deja, el otro lo recoge. Todo funciona a través de una app que permite agilizar los trámites y calcular el tiempo para no tener que esperar.

En París existe Autolib, una flota de 2.000 coches eléctricos aparcados en distintos puntos de la ciudad. Igual que con los servicios públicos de bicicletas, los usuarios pueden ver dónde hay un coche cerca y dónde pueden aparcarlo a través del teléfono.

Estas servicios forman parte de la economía colaborativa: una nueva forma de hacer negocios en la que las personas ofrecen servicios sin necesidad de intermediarios ni empresas.

Limitar la circulación

Los efectos de la contaminación se perciben sobre todo en las grandes capitales: muchos días, la polución cubre el cielo con una capa gris.

Una de las soluciones más directas son los peajes urbanos, que limitan o prohíben la circulación de vehículos privados por el centro durante unos días u horas concretas. De esta forma se reduce la contaminación, pero también se promueve el car sharing o el transporte público.

Además, los recursos que se obtienen en estos peajes pueden invertirse en nuevas medidas que favorezcan ciudades más verdes y sostenibles: más carriles bici, más bicicletas públicas, más espacios peatonales…

También se están desarrollando sistemas inteligentes para controlar el tráfico. Las autoridades instalan redes de cámaras y sensores que captan los puntos más conflictivos, los atascos, los niveles de contaminación, etc . Los datos se analizan para diseñar soluciones a medida.

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