La perversión del cirujano pedófilo de Francia no tiene freno: ahora confiesa sexo con animales

Un monstruo en el quirófano

Le Scouarnec afirma que todo empezó cuando su sobrina “empezó a refugiarse en mis brazos” 

(FILES) This court sketch released by the artist on March 13, 2020, shows French retired surgeon Joel Le Scouarnec attending his trial for the rape and sexual abuse of four children, at the courthouse in Saintes, western France. Former surgeon Joel Le Scouarnec is to be tried in criminal court for the rape and sexual assault of almost 300 victims, many of them minors, Lorient prosecutor Stephane Kellenberger announced on September 30, 2024. (Photo by Benoit PEYRUCQ / AFP)

 Joel Le Scouarnec ha sido interrogado esta tarde y una vez más parece disfrutar al narrar desviaciones sexuales propias de un monstruo)

BENOIT PEYRUCQ / AFP

Si alguien pensaba que ya se había visto todo en el juicio contra el cirujano pedófilo de Francia, nada más lejos de la realidad. Tras escuchar cómo este hombre ha confesado haber violado a su propia nieta -cuando nadie le había acusado de ello- o cómo anunció otras violaciones que no están entre las 299 que le imputan, esta tarde Joël Le Scouarnec se ha superado y ha demostrado que su maldad y perversión no tiene freno.

El médico ha vuelto a definirse como un pedófilo; no deja de presumir de ello, y ha revelado que toda esa desviación sexual empezó en el año 1984, cuando su sobrina, muy pequeña, “empezó a refugiarse en mis brazos”.

Con total descaro

“El estrecho contacto con mi sobrina empezó a generarme placer; quería meterle la mano bajo las bragas”

Ese estrecho contacto, sigue contando este monstruo, “empezó a generarme placer” y eso despertó sus desviados instintos: “Quería meterle mi mano bajos sus bragas”, ha declarado. Lo que empezó a hacer enseguida, cuando se quedada a solas con la niña. Tenía solo un año y medio.

Pero faltaba el plato fuerte de la declaración de esta tarde. En su ordenador se encontraron más de 8.000 vídeos de zoofilia y al preguntarle por ese material,  Joël Le Scouarnec ha revelado que practicaba también sexo con los animales domésticos de la familia. En sus diarios se relata que esas prácticas de zoofilia se iniciaron en 1998 y se prolongaron hasta el 2015.

Joel Le Scouarnec, escoltado por la policía a su llegada a los juzgados el pasado 25 de febrero

Joel Le Scouarnec, escoltado por la policía a su llegada a los juzgados el pasado 25 de febrero

Reuters / Stephane Mahe

El médico ha añadido, al referirse a los relatos de sus diarios, que cuanto más “viles y sórdidas eran esas fantasías” -que después ponía en práctica- más placer sentía.

Muy pervertido

El médico asegura que nunca se puso límites en su conducta con los menores; “cuanto más sórdido, más placer”

La magistrada volvió a preguntarle sobre el origen de esas sórdidas conductas. Y Le Scouarnec repite que no encuentra una explicación al origen de la chispa que prendió esa perversión sexual que no tenía para el límites ni freno.

Ha reconocido, también sin que nadie le preguntara directamente,  que no se ponía ningún límite a la hora de visionar material pedófilo, por muy duro y brutal que fuera. “Así es cómo empecé a interesarme por la bestialidad de esos actos, primero a través de imágenes y después al ponerlos en práctica por mí mismo”.

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Cuando le han preguntado por su pervertida atracción sobre las niñas y niños -a la mayoría de esas víctimas las violó en el quirófano- ha vuelto a sorprender, por no decir enojar, por su descarada sinceridad: “Nunca me puse tampoco ningún freno con las prácticas sexuales con menores”. 

Se ha definido como una persona narcisista y exhibicionista. Afirma que le gustaba mirarse a un espejo mientras practicaba conductas sexuales y que consumaba algunos de esos comportamientos en el jardín de su casa, por el morbo de ser descubierto por sus vecinos.

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Ilustración de Marie-France durante su declaración. Acudió a la sala con una peluca y mantuvo una conducta desafiante.

Joël Le Scouarnec ha vuelto a defender a su exmujer. Ha repetido que ella, pese a esa frenética actividad sexual en su propia casa, no cree que se enterara de nada. Y también ha admitido, como ya dijo el lunes el gendarme que ha dirigido esta investigación, que su arresto, tras 25 años de violaciones, fue casi una liberación. 

Ha recordado que cuando se lo llevaban de casa esposado pudo ver a su muñeca favorita. “La miré y le dije: Ahora ya se acabó. Y eso fue un alivio”. 

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