Un milagro habitual en el Vall d’Hebron

La reina del hospital

Un buque insignia de la sanidad pública salva una vida con un trasplante de corazón muy peculiar

Reina, paciente de 17 años de Valle Hebrón con el equipo médico que le atiende

Rosa y su hija, Reina, con los doctores Joan Ballcells, Toni Pàmies, Ferran Gran, Paola Dolader y Jaume Izquierdo 

Ana Jiménez

El hospital Vall d’Hebron de Barcelona es un buque insignia de la sanidad pública gracias a doctores tan vocacionales como Jaume Izquierdo, de la uci pediátrica, Toni Pàmies, cirujano cardíaco pediátrico, y Paola Dolader, del servicio de cardiología pediátrica. Es imposible citar a todos los autores de un milagro al que el hospital resta importancia porque ya está muy acostumbrado, pero ellos son tres heraldos inmejorables.

Rosa, que hoy tiene 42 años, dejó hace más de 14 a los suyos en La Paz (en La Paz de Honduras, no de Bolivia) para buscar un futuro mejor en Catalunya y enviarles toda la ayuda que pudiera. Un día el mundo se hundió bajo sus pies. La llamaron desde su país porque Reina, la más pequeña de sus dos hijas, tenía una mancha en un ojo. Se lo vieron en una foto. Era un retinoblastoma, un cáncer en la retina izquierda.

La uci pediátrica del Vall d'Hebron

La uci pediátrica del Vall d'Hebron 

Mané Espinosa

Le extrajeron el ojo. La quimioterapia que recibió en Honduras le causó una cardiopatía y el cáncer se extendió con el tiempo al otro ojo. Reina tenía siete años cuando ella y su hermana Michel (“Michel, no Michelle: en el registro se equivocaron”) pudieron viajar hasta Figueres (Girona), donde su madre se desloma robándole horas al día: “Media jornada como cuidadora de una señora y la otra media como auxiliar de farmacia”.

Sant Joan de Déu fue el primer hospital de Barcelona para Reina. Allí le extrajeron el segundo globo ocular, aunque nadie lo diría. Tiene unas prótesis maravillosas y parecen tan naturales que la fotógrafa y el cronista pensaron nada más verla: “Qué pena que sea invidente con esos ojos tan preciosos”. Cuando su cardiopatía avanzó y comenzó a planear la necesidad de un trasplante, la derivaron al Vall d’Hebron.

El hospital Vall d'Hebron es un referente y un pionero en estas intervenciones, en las que resultan imprescindibles otros muchos profesionales, como los doctores Joan Balcells, jefe de la uci pediátrica, y Ferran Gran, coordinador de trasplantes cardíacos pediátricos. En enero del 2023, Reina ya estaba en lista de espera para recibir un corazón nuevo, pero en ese momento era inviable porque tenía afectados los pulmones.

Reina, en la fase de preparación para el trasplante

Reina, en la fase de preparación para el trasplante 

LV

“Los pulmones y el corazón son órganos interrelacionados”, explican los doctores Izquierdo, Pàmies y Dolader ante una atenta audiencia: Rosa y su hija, que demuestra una gran memoria y les corrige de vez en cuando en algunas fechas. A la espera de la aparición de un donante, su corazón comenzó a debilitarse, mientras sus arterias pulmonares se volvían más y más rígidas a raíz de la hipertensión pulmonar.

Estaba muy débil y le costaba caminar cuando ingresó en la uci, en enero del 2023. Necesitaba un puente para cruzar el mar de la miocardiopatía. Ese puente fue en realidad un dispositivo de asistencia ventricular, modelo Berlin Heart, un corazón exterior que ayudó al suyo a bombear sangre hasta que las arterias se recuperaron lo suficiente para poder afrontar con garantías un trasplante que la tendría muchas horas en el quirófano.

Un milagro habitual en el Vall d’Hebron Video

Intervención pionera en Vall d'Hebron 

LV

El doctor Izquierdo se convirtió a partir de entonces para esta familia en algo más que el doctor Izquierdo: en su médico de referencia y en el papá de Jordi y Elena, para quienes Reina confeccionó unas pulseritas. Cuando este intensivista pediátrico explicó a la paciente que le tendrían que conectar a una máquina para la circulación sanguínea extracorpórea, su interlocutora tuvo uno de sus escasos momentos de debilidad y comenzó a llorar.

Fue solo un instante. Enseguida se repuso y recobró su sonrisa. La joven se ha ganado a toda la plantilla del hospital por su alegría, su resiliencia y su optimismo, grandes virtudes en todas las ucis, pero especialmente en las pediátricas. Era ella quien daba ánimos a su madre, y no al revés. Por eso ha decidido posar para la foto con el ombligo al aire, orgullosa de las cicatrices que le dejó el dispositivo de asistencia ventricular.

Reina, con su corazón extracorpóreo

Reina, con su corazón extracorpóreo 

J.I.

El modelo Berlin Heart recuerda a una maleta, pero más grande que las de cabina. Sus ruedas permiten la movilidad de los pacientes. Nuestra chica pedaleó incluso en una bicicleta estática mientras estuvo conectada. Poco a poco, recuperó fuerzas. Un día, del brazo del doctor Izquierdo, anduvo 1,5 kilómetros por el hospital. Y en tres ocasiones logró que una numerosa comitiva sanitaria la llevara a un bar para un capricho: huevos fritos con patatas.

El 19 de marzo se hizo el trasplante. La recuperación fue portentosa. Las visitas y los controles hospitalarios se irán espaciando cada vez más. La uci pediátrica y el servicio de cardiología resaltan la entereza y la madurez de esta adolescente, que en el peor momento de su vida hizo honor su apellido. La reina del Vall d’Hebron se llama Reina Guerrero.

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