Joan Planellas (Girona, 1955) tomó posesión como arzobispo de Tarragona hace algo más de cinco años. Es también presidente de la Conferencia Episcopal Tarraconense. En esta entrevista, analiza la situación de la Iglesia en un momento de “indiferencia social religiosa”, expresa proximidad hacia las víctimas de la pederastia y se abre al diaconato de las mujeres.
¿Cuáles son los retos de la Iglesia catalana?
Hacer presente el Evangelio con una propuesta positiva. Más ahora, con una sociedad que quizá está de vuelta de muchas cosas.
¿A qué se refiere?
Hay una indiferencia religiosa. Se considera que hablar de valores trascendentes hoy día ya no es válido. O que te miran como un ser retrasado que no ha culminado la última fase evolutiva.
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El arzobispo Joan Planellas, fotografiado el jueves pasado en el Seminario Conciliar de Barcelona.
¿Sugiere que los ven como una institución retrógrada? ¿Por qué?
La sociedad está muy centrada en la sabiduría del texto, en lo empírico y en las cosas materiales. Falta la sabiduría del contexto, preguntarnos el por qué de las cosas y del sentido de la vida. De aquí también la crisis de las humanidades.
¿Hay una pérdida de valores entre los jóvenes?
Sí. Tenemos una crisis de la familia bastante notable, eso se ve en la realidad escolar. También falta formación religiosa. La ignorancia en el hecho religioso y en la cultura religiosa de los jóvenes es un problema. Estamos negando las raíces culturales cristianas de nuestra sociedad.
¿Qué propone usted?
Una asignatura de atención educativa para aquellos alumnos que no escogen religión. El anterior Govern nos pidió que hiciéramos un diseño curricular, y ahora estamos esperando que el nuevo Govern nos diga algo.
Indiferencia religiosa
"Se considera que hablar de valores trascendentes hoy día ya no es válido”
¿Cómo ve la polarización política que se da en España?
Muy negativamente. Falta capacidad de diálogo. Se pueden ver las cosas desde ángulos diferentes pero optar por el bien común. Y el bien común, como afirmaba Rousseau, es parte de lo que dices tú, parte de lo que digo yo, parte de lo que dice el otro, y todo eso sumado y dialogado. Eso es lo que no somos capaces de hacer.
¿La Iglesia podría mediar?
Si se lo piden, siempre estamos abiertos. La capacidad de diálogo de la Iglesia es muy valorable.
Pero algunos sectores eclesiales atizan el fuego...
Tenemos corrientes en todos los sentidos. Pero a nivel de Iglesia en general, a nivel de las diócesis, existe esta capacidad de diálogo y nos afanamos por este diálogo. Al menos, lo intento personalmente.
Hay quien dice que los obispos hacen política.
Los principios nos los define el mismo Concilio Vaticano II. Los dirigentes de la Iglesia se tienen que abstener de manifestar su ideología política. Eso, no obstante, no quiere decir que no deban tratar temas políticos porque eso es doctrina social de la Iglesia. Si no, no podríamos hablar de nada.
El papel de mediador
“La polarización política es muy negativa. Si nos lo piden, estamos abiertos a mediar”
Tres leyes polémicas. Primero, la reforma del aborto.
Decimos no al aborto pero sí a acoger y a acompañar. Tenemos que ayudar a mujeres que desisten de abortar, a encontrar casa, trabajo... Pero si nos llegan mujeres solas y desamparadas que han abortado, también tenemos proyectos para estar a su lado.
¿Qué le parece la ley trans?
La posición de la Iglesia es la de las feministas de Barcelona. ¿Cómo podemos decir que un niño o una niña de 13 o 14 años, porque lo decide él o ella, muy condicionado por las redes, puede cambiar o puede hacer un tratamiento para cambiar de sexo? Se está violentando al mismo niño.
¿Y la eutanasia?
Estamos de acuerdo con la sedación paliativa, no con la sedación terapéutica que es la eutanasia.
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Joan Planellas, en un momento de la entrevista para 'La Vanguardia'.
El 16% de la población del área de Barcelona vive en infraviviendas, según el informe de Cáritas. ¿Qué puede hacer la Iglesia?
Por una parte, denunciarlo. Y por otra, intentar ponerle remedio desde el ámbito de la caridad y el servicio, como hace Cáritas.
Cáritas se siente desbordada.
Es así. Se está haciendo un buen trabajo. Llegamos a la base social marginada. Dar de comer es ahora mismo lo más fácil. Ahora bien, la crisis de la vivienda nos supera.
Europa va hacia un endurecimiento de las políticas migratorias. ¿Qué opinión le merece?
La mayoría son emigrantes forzados. ¿Y por qué vienen? Nadie se juega la vida si no es por una causa más grave. Es un drama. Cuando llegan, tenemos que tratar de acogerlos en la medida de lo posible.
Algunos partidos piden fijar cuotas de entrada.
Estoy totalmente en contra. Déjeme añadir además que, después de acoger a estas personas, pueden integrarse en la comunidad cristiana. De hecho, ya está pasando.
¿Hasta qué punto la credibilidad de la Iglesia se ha debilitado al estallar los casos de pederastia?
Los abusos son un drama y, ciertamente, comprometen la credibilidad de la Iglesia. Nosotros predicamos el Evangelio, y la pederastia va radicalmente en contra de la moral evangélica. Desde que soy obispo, he intentado tratar el tema con contundencia, pero también con misericordia, primero hacia la víctima y después hacia el victimario. Y aquí el corte de navaja es muy fino. Ahora bien, creo que estamos en el buen camino para acabar con esta lacra.
¿No saldrán más casos?
Eso no lo podemos decir nunca. Hay quien denuncia 30 años después. Tenemos que estar muy atentos y, en cada momento, dar la respuesta adecuada a la víctima.
Me refería a casos recientes...
Mientras antes se ignoraban o se tapaban, ahora se intenta hacer un trabajo pedagógico importante a nivel de Iglesia para que eso no pase ni vuelva a pasar.
Abusos sexuales
“Afectan a la credibilidad de la Iglesia. Antes se tapaban; ahora se intenta hacer un trabajo pedagógico para que no se repitan”
Faltan vocaciones. ¿Ve garantizado el relevo generacional?
Lo que me preocupa es que consigamos formar una comunidad de cristianos activos y comprometidos, entre laicos, religiosos, curas... Si es así, iremos teniendo las vocaciones que se necesitan.
¿Es partidario de que las mujeres sean diáconos?
El último Sínodo de obispos lo considera un tema abierto. Se tiene que ir estudiando. La mujer en la Iglesia es muy importante. En los cargos y responsabilidades debe haber más mujeres. En cuanto al ministerio del diaconato, es un tema que supera nuestras diócesis, pues debe ponerse de acuerdo toda la Iglesia universal. Y eso es muy complejo porque hay posiciones muy diversas y además está también todo el tema de la unidad de los cristianos. Y hay que ser muy prudentes e ir haciendo pedagogía.