El movimiento 4B toma cuerpo en Estados Unidos

El Reportaje

El ‘heteropesimismo’ de las mujeres en EE.UU. no llevará a una huelga de sexo. El creciente rechazo online a citas y relaciones tiene difícil traslación a la realidad

Una mujer junto a la estatua de la niña sin miedo en Wall Street, Nueva York

Una mujer junto a la estatua de la niña sin miedo en Wall Street, Nueva York

AFP

La victoria electoral de Donald Trump dio pie a la manipulación del lema feminista “mi cuerpo, mi elección”. Y arreció una guerra de géneros que ya lleva un tiempo en marcha en Estados Unidos, sobre todo después de la anulación del derecho del aborto a nivel nacional.

Nick Fuentes, supremacista blanco, invitado en alguna ocasión a la mansión de Florida del ahora presidente electo de Estados Unidos, hizo correr un mensaje en X la noche electoral del 5 de noviembre: “Tu cuerpo, mi elección”. Este post se convirtió en un grito de guerra, al menos en la redes, de muchas mujeres, que vieron en esa subversión la prueba de que hay que combatir a la masculinidad.

En EE.UU. gana rédito el movimiento coreano del 4B impulsado por la amplia violencia contra las mujeres

“Es el momento de cerrar vuestros úteros a los hombres. Estas elecciones prueban más que nunca que ellos nos odian, no les demos una recompensa”, escribió una mujer en internet y rápidamente obtuvo más de 270.000 me gusta. Otro comentario cosechó con tanta premura o mas casi medio millón de apoyos al requerir “dejar de salir con hombres y tener sexo con ellos de forma inmediata”.

En los últimos años, sobre todo en mujeres jóvenes, ya se ha constatado el ejercicio de borrar las aplicaciones de citas (su valor de mercado ha caído en picado), celebridades y otras ha proclamado sus votos de celibato (o de autosuficiencia sexual), la mujeres de la generación X (nacidas de 1965 a 1981) su desencanto con el matrimonio heterosexual, crece la tendencia llamada boysober (acabar con la adicción al sexo opuesto), que predica las virtudes de sacar del centro a los hombres.

Todo esto provocó en TikTok, X, o Instatgram un aumento del interés por el movimiento 4B surgido en Corea del Sur entorno a 2016, poco antes del #MeToo , cuya traslación lingüística significa rechazar las citas, casarse, sexo con hombres y tener niños. Esa fue la respuesta a unan sociedad en la que existe una violencia muy extendida contra las mujeres, con una discriminación y desigualdad que son sistémicas.

La reacción registrada en Estados Unidos de mirar al 4B se debe en buena parte a la “apatía”, término utilizado por Shantel Buggs, profesora de Sociología y estudios Afroamericanos en la Universidad Estatal de Florida, que ha suscitado el reciente resultado electoral.

El movimiento 4B se inició en Corea en 2017 (Photo by JUNG YEON-JE / AFP) / T

El movimiento 4B se inició en Corea en 2017 (Photo by JUNG YEON-JE / AFP) / T

AFP

Si la derrota progresista en el 2016 llevó a la gran marcha de las mujeres del 21 de enero del 2017, tras la primera toma de posesión, en esta ocasión se detecta una desmoralización, el llamado heteropesimismo que tiene una respuesta individualizada en las redes y un resultado más de concienciación más que de resultados prácticos.

“Hay un montón de cosas surgiendo en internet, pero todavía es un pequeño porcentaje de la población general que usa las redes”, señaló Buggs. “En la medida que podamos tomar estos tipos de discursos que ganan atención online como indicativos de que algo está sucediendo en la sociedad al mismo tiempo, todavía hay mucha gente que no presta atención a eso en absoluto”, insistió la profesora. Parece claro que la viralidad en internet no siempre equivale a influencia, aunque haya ideas que ganan adeptos.

Según Buggs, las mujeres que están mas familiarizadas con el 4B son las jóvenes, así que hay determinados segmentos de la población mas dispuestos a abrazarse a ese movimiento. “Pero no creo que vaya a ver un gran proceso nacional, algo como una huelga sexual o una huelga de citas”, subrayó. Sin embargo, matizó, “no descarto definitivamente que haya algunos efectos generacionales”.

Si bien no existe garantía alguna de que lo que gente dice en las redes sea lo que va a hacer, Buggs imaginó que “es bastante probable que no vayan a renunciar al sexo con todos los hombres, pero intentarán evaluar si ese hombre es un hombre en el que se puede confiar”.

Esa confianza resulta algo complejo frente a una parte de votantes masculinos de Trump, en especial jóvenes, que se sienten emasculados por la cultura gay, por la amenaza transgénero –pese a que representan solo un 1% de la población– y por el avance de las mujeres en los roles de poder. O como tituló un reportaje Vanity Fair , MAGA (el movimiento trumpista) “tiene una obsesión con el pene”.

Así que no es de extrañar que Bugss detecte en conversaciones son sus estudiantes que “una porción no está interesada en las citas o tener sexo.

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