Tailandia condena a muerte a su peor asesina en serie, con catorce víctimas en menos de tres años

Cianuro catalán

Podía perder 250.000 euros al día en apuestas online y cuando un amigo le reclamaba dinero lo envenenaba

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Este martes, frente al juzgado de Bangkok, el retrato de su última víctima, su amiga desde hacía diez años, Siriporn Khanwong, era sostenido por la madre de esta 

NARONG SANGNAK / EFE

Se apellida Sararat y es sospechosa de ser la peor asesina en serie de la historia de Tailandia. Este miércoles ha sido condenada a muerte por el caso más reciente, pero tiene otros catorce abiertos, todos ellos por presunto homicidio. Y otro más, en grado de tentativa.

Su nombre completo es Sararat Rangsiwuthaporn, pero su mote era Am y ahora es, ya para siempre, Am Cianuro. Ya se imaginan por qué. Pero para establecer su culpabilidad y motivos, fue determinante el único policía tailandés del que han oído hablar millones de españoles. Surachate Hakparn, más conocido como Big Joke y entonces número dos del cuerpo. 

Cabe señalar, en primer lugar, que en abril del año pasado, la inculpada acudió a un río del centro de Tailandia con una amiga a la que debía dinero, para  soltar peces, como es tradición en el budismo para adquirir méritos religiosos. Sin embargo, al llegar a la orilla se ausentó con la excusa de ir al lavabo, momento en que su amiga cayó fulminada. Aunque volvió a su lado y pidió ayuda, no tardó en alejarse con discreción y, además, con un bolso Vuittón de su supuesta amiga, sus dos móviles y más de mil euros. 

La madre no se creyó por un segundo la versión policial de que había sido un infarto. Nuevas pesquisas llevaron la sospecha hasta la puerta de Sararat. De repente, otras catorce familias, en siete provincias distintas de Tailandia, recordaron que su pariente desaparecido había tenido amistad o algún tipo de relación con aquella mujer que salía en las noticias y que su muerte había sido despachada con presunciones parecidas, de dolencia cardíacas. 

Quien le puso el cascabel al gato fue el citado Big Joke, a cargo de una investigación que, a lo largo de tres meses, interrogó a novecientas personas. Su conclusión, presentada el último día de junio del año pasado, es que la acusada era adicta a las ciberapuestas, en la que podía perder hasta diez millones de baht (250.000 euros) en un día. Acto seguida, recurría a algún amigo o conocido, con la excusa de haber agotado el saldo en sus tarjetas de crédito, para recibir efectivo. 

Cuando su acreedor -casi siempre  amistades de muchos años- le reclamaba la cantidad adeudada, le daba cita, normalmente para comer y siempre en fin de semana. Pero no para darle nada, sino para quitarle la vida. En la mayoría de casos, por envenenamiento con cianuro de potasio, mezclado con alimentos o bebidos o incluso en píldoras para adelgazar. 

Según anotó un medio tailandés en la rueda de prensa de Big Joke, Am Cianuro había adquirido el producto en internet, “de la empresa  española PanReac”, que se corresponde con la firma farmacéutica de dicho  nombre con sede en Castellar del Vallès. Un frasco de su cianuro, de 250 gramos, puede comprarse en internet en Tailandia, por 1.500 euros. Un posible fetichismo, ya que la  cifra multiplica diez o quince veces el precio del resto de su catálogo, bien representado en las farmacias virtuales tailandesas.  Aunque el trámite exige de entrada ser un laboratorio para adquirir un producto “restringido”. Circuló en su momento que la propia Sararat Rangsiwuthaporn tenía una hermana farmacéutica. 

Entre las víctimas, su expareja, un subjefe policial de distrito, y otras dos mujeres policías de alta graduación. Entre los cómplices probados, su exabogado y su nuevo marido -vivían juntos, aunque declaraban estar divorciados- también jefe policial. 

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Thongpin Kiatchanasiri, madre de la última víctima, que dejó huérfana a una niña de nueve años. Esta aparece en la foto frente al juzgado con chaqueta azul

NARONG SANGNAK / EFE

Cabe decir que Sararat, de 37 años, fue detenida estando embarazada de cuatro meses. No obstante, tuvo un aborto espontáneo durante la instrucción. El juicio considera probado el asesinato con premeditación y atribuye a marido y abogado complicidad en la destrucción de pruebas, aunque podrían evitarse la entrada en prisión tras pagar una fianza. 

Ella tiene por delante 13 juicios más por presunto asesinato, que se añadirán a las 26.000 páginas de instrucción de este asunto. Big Joke ya no tendrá nada que ver en ello. El mismo verano en que presentó sus conclusiones, saltaría a otro caso mediático -mucho menos en Tailandia pero infinitamente más en España- cuando un tal Edwin Arrieta, cirujano plástico colombiano, fue asesinado en la isla de Phangan por un tal Daniel Sancho. 

Big Joke ha salido de escena, decíamos, porque en abril pasado fue degradado de su condición de número dos de la Policía de Tailandia, por decisión judicial. Apeló, pero hace una semana, el último recurso fue desestimado. Se consideró probado que había participado en lavado de dinero mediante redes de apuestas online, más o menos las mismas que le habían servido para poner contras las cuerdas a la asesina en serie. 

El caso trae a la memoria los envenenamientos en los años setenta del franco-vietnamita Charles Sobhraj, que hizo gala de su don de gentes en Turquía, India, Nepal o la misma Tailandia. Un asesino en serie que es hoy un hombre libre y, además, un asesino con serie (en Netflix). 

(Debajo, imagen de Sirarat poco después de su detención, en 2023, con aspecto relajado. Hoy se la vio departiendo y riendo con sus dos cómplices durante la lectura de la sentencia).

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