Pensamos de conocer todo sobre Antoni Gaudí por ser uno de los arquitectos más famosos del mundo. Sus obras y, en particular la Sagrada Familia, son el emblema de la ciudad de Barcelona. Pero quizás no todos saben que Gaudí, a partir de 1914 y hasta su muerte, dedicó varios días a la semana a explicar el Templo Expiatorio a niños.
Mientras la prensa local le describía como un huraño que vivía en una obra que se parecía mas a una ruina que a otra cosa, Gaudí preparaba las visitas infantiles con esmero, una por una, adaptándolas al público, alternando contenidos relacionados con el arte y la ciencia a momentos de juego y merienda.
A partir de 1914 y hasta su muerte, Gaudí dedicó varios días a la semana a explicar el Templo Expiatorio a los niños
Las visitas más numerosas eran las de grupos de escolares, sin distinción entre clases sociales y procedencia. Gaudí acompañaba a los niños de la Institución Libre de Enseñanza, de las escuelas religiosas o residentes de las obras benéficas. Recibía los niños en la esplanada, donde hoy se puede admirar la nave central del templo, bromeando sobre su fama de “chiflado”.
Las visitas no ocupaban momentos residuales del tiempo dedicado al trabajo, sino que coincidían con el normal desarrollo de la obra. A los niños se les explicaban las imágenes, luego visitaban los distintos talleres de trabajo, los talleres de los trabajadores especializados y el estudio del arquitecto. Los obreros y los jóvenes arquitectos, que luego se apodaron como “los discípulos de Gaudí”, participaban activamente a la organización.
Gaudí mismo explica su elección: decidió dedicar su tiempo a acompañar a las personas que consideraba, utilizando su terminología, “dentro” y no a aquellas que estaban “fuera” de la obra. Por “dentro” se refería a aquellas personas capaces de entender cómo se estaba construyendo la Sagrada Familia, teniendo como característica una cierta sencillez y pureza de ánimo, y por “fuera” a aquellas que partían de posiciones autorreferenciales o ideológicas.
Gaudí mismo explica su elección: decidió dedicar su tiempo a acompañar a las personas que consideraba, utilizando su terminología, “dentro” y no a aquellas que estaban “fuera” de la obra. Por “dentro” se refería a aquellas personas capaces de entender cómo se estaba construyendo la Sagrada Familia, teniendo como característica una cierta sencillez y pureza de ánimo, y por “fuera” a aquellas que partían de posiciones autorreferenciales o ideológicas.
Los niños, que normalmente son una parte 'silenciosa' de la sociedad, en la Sagrada Familia se convirtieron en testigos privilegiados
El criterio es muy claro y se aplica también literalmente, así algunas visitas, que dejaba guiar a otras personas, se realizaban circunvalando el muro exterior desde donde era posible ver la obra. Mientras que para los “dentro” se dedicaba el tiempo necesario para dialogar y visitar los espacios relacionados con el trabajo. Quizás por esto no se han encontrado indicios de visitas de arquitectos contemporáneos a Gaudí, aunque se sabe que habían visitado otras de sus obras.
Aunque se estuviera visitando una iglesia, en las explicaciones no se percibía una voluntad doctrinal. Más bien, se prefería que los conceptos pudieran ser entendidos relacionándolos con experiencias directas, evocando temas de sentido común o de conocimiento, desde la vida cotidiana hasta los descubrimientos científicos más recientes, para llevar a la comprensión y al conocimiento a través del principio mayéutico.
Estas visitas, inusuales en una obra, también cambiaron su aspecto: Gaudí modificó el tamaño de los andamios, haciéndolos transitables sin riesgo para los niños y con asientos a lo largo del recorrido para poder escuchar las explicaciones y descansar al llegar a las alturas.
Gaudí mismo los acompañaba y les explicaba que allí no se estaba construyendo una iglesia nueva: “cuando hablamos de novedades estamos hablando de cosas ya viejas”, les decía, añadiendo que la obra no era suya, sino de las generaciones que le sucederían, por lo tanto, de ellos mismos, los niños que estaban escuchando.
Gaudí recibía a los niños en la esplanada bromeando sobre su fama de “chiflado”
A diferencia de las visitas donde participaban adultos, los pequeños visitantes no dejaban limosnas, sino que se les pedía que escribieran breves textos sobre la experiencia. En una redacción de un niño después de la visita a la Sagrada Familia encontramos estas palabras: “De todas las cosas que he visto, ¿qué podría decir? Todo muy bello y muy grande. Y yo me sentí demasiado pequeño para describir su belleza y grandeza.”
Los pequeños visitantes participarían así de un mismo destino: ser continuadores de la obra porque poseían el conocimiento necesario para perseverar en la construcción. Los niños, que normalmente son una parte “silenciosa” de la sociedad, en la Sagrada Familia se convirtieron en testigos privilegiados.
Los pequeños visitantes no dejaban limosnas, sino que se les pedía que escribieran textos sobre su experiencia
Todo esto lo conocemos porque Gaudí tenía un secretario personal, Joan Martí Matlleu. De su secretaría emerge una forma cotidiana de vivir que nos interpela y nos da una nueva llave de lectura del templo expiatorio barcelonés. Esta secretaría ha sido objeto de una tesis doctoral defendida en 2022, la cual ha permitido ampliar el conocimiento sobre Gaudí, su forma de pensar y de relacionarse.
Chiara Curti es arquitecta y autora de la tesis doctoral sobre la secretaría personal de Antoni Gaudí y los manuscritos de sus discípulos