El 2 de octubre de 2024, el pueblo judío celebrará el inicio del año 5785 según el calendario hebreo. Rosh Hashaná, más que el paso de un ciclo, conmemora la creación de la humanidad, siendo el “cumpleaños” de Adán, el primer ser humano según la tradición. Esta festividad invita a la introspección, al renacimiento espiritual y a la renovación de los lazos con el prójimo.
La mesa festiva: un simbolismo profundo
Obviamente que hay celebración con mesa festiva, pero Rosh Hashaná no es solo un banquete, sino un espacio lleno de símbolos que reflejan valores espirituales y el deseo de un futuro mejor. Uno de los más significativos es la manzana con miel, que simboliza el anhelo de un año dulce. Además, su simbolismo va más allá de lo material: la miel representa la redención de la primera transgresión del hombre, el pecado del conocimiento al ingerir del árbol del bien y el mal, ofreciendo un acto de contrición y un llamado a corregir nuestros errores.
Otro símbolo central es la granada, con sus múltiples semillas, que representa la abundancia y la fertilidad. Su significado también abarca lo espiritual: cada semilla recuerda la importancia de realizar buenas acciones, fomentando la generosidad y el bienestar colectivo. La cabeza de pescado o cordero también tiene su lugar en la mesa, expresando el deseo de ser “cabeza y no cola”, es decir, un llamado personal a asumir un liderazgo responsable tanto a nivel individual como colectivo.
El sonido del shofar: un clamor de esperanza y reflexión
El sonido del shofar, un cuerno de carnero que se toca durante los rezos de Rosh Hashaná, es uno de los elementos más conmovedores de esta festividad. Este sonido, a la vez simple y penetrante, evoca el clamor del alma, como el llanto de un niño. En su esencia, el shofar expresa deseos profundos que no siempre podemos articular con palabras, pero que residen en lo más íntimo de nuestro ser. Es una llamada a la reflexión, pero más bien una invitación a la esperanza y al cambio.
En un contexto actual, el sonido del shofar también nos conecta con los desafíos que enfrenta el pueblo judío, en particular en Israel. El último año ha estado marcado por tensiones, conflictos y un fuerte anhelo de paz. Para Israel, la paz no es solo un ideal, sino una necesidad urgente para garantizar la seguridad y la dignidad de sus ciudadanos en su tierra ancestral.
El compromiso con Israel y la búsqueda de paz
A lo largo de su historia, el pueblo judío ha demostrado una resiliencia extraordinaria. Aunque disperso por el mundo, ha mantenido siempre un vínculo profundo con Israel, su tierra espiritual y ancestral. Este Rosh Hashaná, más allá de la introspección personal, también es un llamado a la responsabilidad colectiva. El sonido del shofar recuerda que no podemos permitirnos ser nuevamente vulnerados por el antisemitismo o las fuerzas externas que buscan debilitarnos. Este año nos toca decir que la vuelta a casa de los secuestrados es un paradigma que obliga nuestra ética y moral.
Este nuevo año es una oportunidad para renovar nuestro compromiso con la paz y la justicia. Israel no es solo un país; es la realización de un anhelo histórico. La búsqueda de paz es una aspiración compartida por todos, y trabajar por ella es nuestra responsabilidad, sin dejar que las dificultades nos debiliten. Que el sonido del shofar inspire a la búsqueda de una sociedad que se mantenga fuerte, unida y llena de esperanza.
Rosh Hashaná es el comienzo de un nuevo ciclo, una oportunidad para renacer con fuerza y determinación. Que nuestros corazones se alineen con el anhelo de paz y prosperidad para el pueblo judío y para toda la humanidad.