Ni una IA te lo arregla, Donald

Ni una IA te lo arregla, Donald

Hay retos que nunca se terminan. En tecnología, suele ocurrir que para una mayoría de problemas hay alguna solución y, mal que nos pese, viceversa. El mejor ejemplo es el de la ciberdelincuencia. Se trata de un fenomenal negocio basado en utilizar internet para enriquecerse de forma ilícita a costa del bienestar o la riqueza de otros. No existe un remedio mágico que garantice que una infraestructura que hoy es segura lo sea mañana. Es un guerra sin fin en la que hay que librar batallas constantes. Emboscada a emboscada.

El post de la cuenta de Trump aceptando el voto de la cantante y sus seguidoras

La publicación de la cuenta de Trump aceptando el voto de la cantante y de algunas de sus supuestas seguidoras 

Donald J. Trump / Truth

En los sistemas operativos de los aparatos que utilizamos siempre hay alguna grieta, por pequeña que sea, que alguien acabará por descubrir. Para evitar daños mayores, las grandes compañías como Apple, Microsoft o Google tienen equipos que trabajan de forma continua en anular esos riesgos. Unas veces son investigadores especialistas los que los descubren. Otras, las propias empresas encuentran el fallo en el software, tanto en el propio como en el ajeno y se avisan entre ellas. Esa colaboración entre esas compañías en ciberseguridad es real y sincera.

Apenas vislumbramos las batallas que libraremos con la inteligencia artificial

Pero hay otras batallas tecnológicas que nos quedan por librar, las de la inteligencia artificial, que apenas hemos empezado a vislumbrarlas aunque ya podríamos intentar contrarrestarlas, como hacemos con los ciberdelitos.

Uno de los mayores peligros para nuestra sociedad es la producción de imágenes y vídeos falsos con apariencia de realidad. La desinformación es una de las grandes amenazas que afronta la democracia. La semana pasada, la llegada de la IA de la red social X, desprovista de filtros, nos mostró una serie de fotografías hiperrealistas que implicaban a personajes reales y de ficción en situaciones imposibles.

Kamala Harris y Donald Trump protagonizaron algunas de esas imágenes falsas en situaciones altamente improbables en las que parecía haber amor entre ellos. De tan exagerado, quedaba claro que todo era falso. Algunas de las fotos de pega publicadas mostraban a Elon Musk como un sangriento asesino en un centro escolar. También a Mickey Mouse o a Ronald McDonald, el payaso de McDonalds. No quiero imaginar cómo se sintieron familiares de menores asesinados en colegios si vieron esas imágenes.

La tecnología ya tiene un software para dilucidar si una foto es real. La aplican compañías, como Sony o Leica, en sus últimos modelos de cámaras. Se trata de C2PA, un sistema ideado por Adobe hace 5 años. De momento, se aplica muy poco y no es perfecto, pero ayudaría a descartar bulos visuales.

La cuenta de Trump en su propia red social ha publicado estos días una foto de Taylor Swift y algunas otras de seguidoras de la cantante dando su apoyo electoral al candidato republicano. Esto, Donald, ni una IA te lo arregla.

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