En mis tiempos de corresponsal en Roma corrían no pocos chistes vinculados a la plaza de san Pedro, contados por católicos divertidos y clarividentes. En uno de ellos, el Espíritu Santo, muy contento tras ganar un viaje como premio en una tómbola, escucha cómo le preguntan: “¿Y adónde irás?” El aludido responde: “Iré a visitar el Vaticano. No he estado nunca…” Esta autoproclamada ausencia lleva la pulla implícita incorporada. A saber: se supone que la tercera persona de la Trinidad aparece puntualmente en los cónclaves en la Capilla Sixtina para iluminar a los cardenales en la elección del nuevo Pontífice.
Otro chiste popular se refería a la matrícula de los coches SCV (Stato della Città del Vaticano), que solo puede utilizarse en vehículos pertenecientes al Papa, a la Santa Sede y a personas con ciudadanía vaticana. La pregunta decía así: ¿qué significa SCV? Y la respuesta, en italiano, era: “Se Cristo vedesse” , es decir, “Si Cristo viera”… determinados comportamientos que se producen intramuros, seguro que no le agradarían.
En el Vaticano se cuentan chistes y el Papa no ve blasfemia en reírse de Dios
Me he acordado de estas bromas y veras pontificias tras el encuentro del papa Francisco en la Santa Sede con un centenar de cómicos y actores de comedia de quince países del mundo el pasado 14 de junio. En la audiencia estuvieron varias celebridades estadounidenses, como la actriz Whoopi Goldberg y los presentadores cómicos televisivos Jimmy Fallon y Stephen Colbert, y por España aparecieron las humoristas Cristina Castaño, Sara Escudero y Victoria Martín, así como cómicos de Argentina, Brasil y Portugal, y una mayoría de rostros italianos de la risa, con el veterano Lino Banfi al frente.
“¿Se puede uno reír también de Dios? Por supuesto, y esto no es una blasfemia, podemos reírnos, como jugamos y bromeamos con las personas que amamos”, les dijo el Papa, quien sin embargo llamó a evitar “ofender los sentimientos religiosos de los creyentes, sobre todo de los pobres”, porque “el humor no ofende, no humilla, no clava a las personas en sus defectos”.
Durante los treinta minutos de audiencia, Francisco hizo un gesto de payaso (pulgar en una oreja y revoloteo del resto de dedos de la mano) y se puso bromista él mismo: “Os pido por favor que recéis por mí: ¡a favor, con una sonrisa, no en contra!” Y concluyó: “Cuando lográis arrancar sonrisas inteligentes de los labios de un solo espectador, y esto que diré ahora no es una herejía, hacéis también sonreír a Dios”.
A sus 87 años, el Papa confesó que reza cada día con las palabras de santo Tomás Moro (1478-1535): “Dame, Señor, sentido del humor”. La famosa oración del teólogo y político inglés –decapitado por el rey Enrique VIII al negarse Moro a aceptarle como cabeza de la Iglesia de Inglaterra tras su divorcio y su nuevo matrimonio– termina con este ruego a Dios: “Dame la gracia de comprender una broma, para lograr un poco de felicidad en esta vida y saber regalarla a los demás”. La leyó en la audiencia la comediante italiana Luciana Littizzetto, experta en generar carcajadas.
El Papa argentino elogió el papel social positivo de los comediantes: “En medio de tantas noticias sombrías, inmersos como estamos en tantas emergencias sociales e incluso personales, vosotros tenéis el poder de difundir serenidad y sonrisas”, dijo Francisco a los comediantes. Y alabó el valor de denuncia que posee el humor: “Lográis hacer sonreír a la gente abordando los problemas, y los hechos pequeños y grandes de la historia. Denunciáis los excesos del poder; dais voz a situaciones olvidadas; resaltáis los abusos; denunciáis conductas inapropiadas... Pero sin sembrar alarma o terror, ansiedad o miedo, como hace mucha comunicación; despertáis el sentido crítico haciendo reír y sonreír a la gente”. Ese fue, en suma, el mensaje.
Quién sabe si de este encuentro surgirá una incursión papal en el cine. En una entrevista en Estados Unidos un mes antes de la cita en el Vaticano, Whoopi Goldberg dijo que había propuesto al papa Francisco hacer un cameo en la película Sister Act 3 , en el que la actriz retomará su hilarante papel de cantante que se refugia en un convento disfrazada de monja y acaba organizando un coro. Preguntada por si el Papa había aceptado la oferta, Goldberg respondió con sorna: “Dijo que vería cómo va de tiempo”. La actriz tuvo ya una audiencia con Francisco en octubre del 2023.
En el recuento de chistes que me viene a la memoria, había otro en formato adivinanza. ¿Cuál es el mayor misterio de la Iglesia católica? Respuesta: el número exacto de órdenes religiosas femeninas que hay en el mundo. Desde aquí, mis aplausos a la broma, real como la vida misma. Son tantísimas las órdenes femeninas que, nos tememos, ni siquiera el Espíritu Santo sería capaz de averiguar la cifra.