Desigual corrida de Adolfo Martín bajo el diluvio sin una merecida oreja para Manuel Escribano

Toros | San Isidro

José Garrido se impone al sexto y Antonio Ferrera deja su sello

Escribano recibe a porta gayola al primero de su lote

Escribano recibe a porta gayola al primero de su lote

Tras las de José Escolar y Victorino Martín, hoy tocaba en Las Ventas la tercera corrida consecutiva de encaste Albaserrada en su tronco fundacional, con los toros de Adolfo Martín.

Además de las características comunes y diferenciales de sus respectivos hierros, los tres ganaderos se significan por un carácter personal y una filosofía taurina muy marcados y que, desde el máximo respeto, diría que dan la razón a aquello de que “los toros salen al ganadero”.

Consideraciones al margen, lo cierto es que las reses de Adolfo Martín, como las de Victorino y Escolar (que en este San Isidro, por unas cosas u otras, no han estado al nivel que se esperaba), cuentan con el beneplácito de la afición cabal y no tanto con el de las figuras que, salvo gestos o gestas puntuales, tal que Roca Rey en el 2019 en este mismo escenario, corrida en la que Manuel Escribano -en la terna de hoy- recibió una cornada brutal.

Ferrera ha ido decantando su tauromaquia, siempre variada en los tres tercios, en una heterodoxia que a veces sorprende

Una desafección de las figuras que se contradice con lo dicho en alguna ocasión por el propio Adolfo Martín: “Con mis toros hay que saber torear”. Que no es lo mismo que dar pases, ya saben.

Figuras o no, lo cierto es que el cartel de hoy con los adolfos reunía a tres toreros (el citado Manuel Escribano, Antonio Ferrera y José Garrido) con acreditada solvencia y que, con los tres hierros mencionados, han conseguido triunfos y también pagado tributo de cornadas.

Antonio Ferrera, 27 años de alternativa, ha ido decantando su tauromaquia, siempre variada en los tres tercios, en una heterodoxia que a veces sorprende y se aplaude y otras no tanto, con el añadido de detalles ornamentales chocantes, como ese capote de seda azul eléctrico, con el que recibió al que abría plaza que, como los cinco restantes -vistos en el apartado matinal- era serio de toda seriedad.

Antonio Ferrera, por naturales

Antonio Ferrera, por naturales

Transcurridos los dos primeros tercios sin nada relevante, Ferrera inició la faena por el pitón izquierdo y el toro no pasaba, menos aún por el derecho y además flojeaba más de la cuenta. A por la espada y a otra cosa.

Decir Manuel Escribano es decir porta gayola y a la puerta de chiqueros se fue a saludar al primero de su lote. Larga cambiada en la que el toro se quedó muy corto y apuros cuando ya de pie intentó la verónica ante embestidas sin entrega, tal que en el tercio de varas.

Tercio de banderillas a cargo del matador resuelto con seguridad y sin alardes previo a la faena de muleta que Escribano empezó llevándose al toro más allá de las rayas para ensayar derechazos en los que el toro pasaba por pasar, sin entrega alguna, misma condición que si del toreo al natural se trataba.

Decir Manuel Escribano es decir porta gayola y a la puerta de chiqueros se fue a saludar al primero de su lote

Por eso lo mejor era acabar con aquello de la mejor y más rápida forma posible, cosa que el torero de Gerena hizo no sin llevarse un pitonazo en el pecho que, por suerte, no hizo carne. El público reconoció el conjunto con una ovación.

Ovación de salida al tercero, de buenas hechuras y leña para todo un invierno por pitones. José Garrido lo lidió con eficacia embebiendo en su capote las humilladas embestidas y tomó dos varas con cierta fijeza.

Brindó al público Garrido, esperanzado con las condiciones del toro... pero fue tomar la muleta con la diestra y encontrarse con embestidas reservonas, inciertas y sin recorrido. Igual o peor cuando cambió de pitón, y, como anteriormente sus compañeros, estocada (defectuosa) y toro para las mulillas, mientras del cielo madrileño, ya color cárdeno oscuro (como el de los toros de Adolfo) empezaban a caer gotas de lluvia.

Ferrera recibe a uno de su lote con un capote azul

Ferrera recibe a uno de su lote con un capote azul

Lo único bueno hasta ese momento es que, a diferencia de la mayoría de tardes, la corrida iba rapidita. En esas y con revuelo en los tendidos porque las gotas ya eran goterones salió el cuarto, que no pareció que iba a cambiar el rumbo de los acontecimientos.

En los medios, con viento, lluvia y truenos, Ferrera ligó dos redondos y al tercero el de Adolfo por los suelos. Se echó el engaño a la izquierda y la misma historia, dos naturales y al siguiente toro al suelo. Protestas del público, pero Ferrera, un caso, corrió la mano con dulzura en unos naturales de gran expresión.

Y con el temple como árnica el toro ya no claudicó y las protestas fueron olés. Arreció el vendaval y la muleta era ya ingobernable pero Ferrera siguió a lo suyo, casi en trance. Con la espada no hubo suerte.

Con revuelo en los tendidos porque las gotas ya eran goterones salió el cuarto, sin pinta de cambiar el rumbo de la corrida

Despoblados en buena parte los tendidos, a refugio el gentío en los interiores del coso y llenas a rebosar gradas y andanadas a cubierto, salió el quinto, y como quien va a tomarse un cafelito, Escribano camino de la puerta de chiqueros.

Y lo que salió por ellos fue un toro imponente, con dos velas largas y astifinas por cornivueltos pitones que le pasaron a la altura de la cabeza en la larga cambiada. Escribano banderilleó con solvencia, teniendo en cuenta el balcón al que debía asomarse.

Seguía el diluvio cuando Escribano llamó al toro desde los medios y el pase cambiado por la espalda fue de respingo, también para el público. No le sobraban las fuerzas al toro pero embestía humillado y Escribano pudo llevarlo con la diestra y la zurda en muletazos templados y largos.

José Garrido cita al toro antes de que cayese la tormenta

José Garrido cita al toro antes de que cayese la tormenta

En uno de esos el toro se le quedó debajo, hizo por él empalándolo y ya en el suelo los pitones -¡vaya pitones!- silbaron como balas por su cuerpo, sin hacer presa. La estocada entrando en rectitud puso el colofón a tanta dignidad torera y quienes aguantaban en los tendidos más los de gradas y andanadas pidieron la justa oreja para el héroe pero el policía del palco, pobre, no había entendido nada y le robó el premio. Y encima, dormirá tranquilo.

Buen juego de brazos de José Garrido en las verónicas de recibo al sexto, lo único a destacar en los primeros tercios. Muy decidido el torero extremeño en los redondos de inicio de faena y asentado en los naturales. Intensidad en una nueva tanda con la derecha y naturales a pies juntos de mucho ajuste. La defectuosa colocación de la espada restó para la posible petición de oreja.

Corrida que iba camino del fiasco pero salvada en su segundo tramo bajo la tempestad por el pundonor de la terna. Y con un presidente mal aficionado hurtando un triunfo ganado a ley.

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