El hospital del Mar humaniza la uci con perros
Aliados insustituibles
Un buque insignia de la sanidad pública catalana apuesta por las terapias asistidas con animales
Cuando Jaume Fatjó tenía 9 años, un perro llegó a su vida. Luego llegarían muchos más y a todos los quiso con locura, pero aquel primer perro le marcó para siempre. Baloo era un pastor alemán que podía parecer fiero para los extraños, pero con los suyos se convertía en un peluche. Le acompañó desde los 9 a los 22 años, durante su infancia y primera juventud, hasta que prácticamente acabó la carrera de Medicina.
Hoy el doctor Fatjó tiene 54 años y dirige la cátedra Fundación Affinity Animales y Salud de la facultad de Medicina de la Universidad Autònoma de Barcelona (UAB). Esta área académica se ha aliado con el servicio de medicina intensiva del hospital del Mar para mejorar la estancia de los pacientes de su uci con dos dogtoras muy especiales: Vida, una hembra de pastor del Pirineo, de tres años, y Lu, una galga de siete.
Las ventajas de las terapias asistidas con animales son incuestionables. Delfines y caballos, por ejemplo, pueden ser muy útiles en el tratamiento del trastorno del espectro autista. Pero sin duda los perros son los reyes en este campo. La uci pediátrica del hospital 12 de Octubre fue pionera a la hora de comprobar sus ventajas, como otros centros sanitarios de Barcelona, en especial el hospital de Sant Joan de Déu.
También el área de neonatología de otro hospital de Barcelona, el de Sant Pau, abrió sus puertas a un perro lazarillo cuando unos padres invidentes tuvieron a su bebé en una incubadora. Siempre se cita a centros tan importantes como estos a la hora de explicar las ventajas de las terapias asistidas, pero a menudo se olvida el papel pionero de un ambulatorio de Lleida, el CAP Bordeta-Magraners, que hace once años dio el primer paso.
Vida y Lu comenzaron a trabajar a finales del mes pasado, de la mano de profesionales como Maribel Vila, de la Fundación Affinity. Van dos días por semana, durante los que realizan visitas de unos 20 minutos por paciente. “Las primeras impresiones han sido extraordinarias”, comentan los doctores Joan Ramon Masclans e Irene Dot, responsable y adjunta del servicio de medicina intensiva del hospital del Mar.
Este centro sanitario y universitario se ha empeñado en hacer sus instalaciones todavía más amables y accesibles. Perros especialmente adiestrados y con todos los controles sanitarios y veterinarios son de gran ayuda incluso en zonas tan especiales como la uci. Es un paso más para humanizar este servicio, que ya utiliza la musicoterapia, la realidad virtual o la posibilidad de que los familiares de los pacientes participen en las curas.
Por supuesto, no todos los enfermos podrán ser candidatos a las visitas de Vida y Lu. Han de ser personas a quienes les gusten los animales y, además, su estado se lo debe permitir. El doctor Fatjó, uno de los impulsores del proyecto, presenció un caso muy apropiado. “Una señora mayor se emocionó cuando las vio porque tiene dos perros y le encantó acariciarlas. ‘Por un momento me he sentido como en casa’, nos dijo”.
Ese es el objetivo, agregan el doctor Masclans y la doctora Dot: “Reducir la ansiedad y mejorar el estado emocional de los pacientes sin fármacos”. El hospital del Mar, sin embargo, no se limitará a comprobar de manera empírica los beneficios de las terapias asistidas con animales. También protagonizará un ambicioso estudio científico para confirmar con datos objetivos las bondades de la interacción con los animales.
A Vida y Lu no les asustan ni los olores del hospital ni los pitidos de los aparatos
Quienes participen en el proyecto responderán a un cuestionario para evaluar su estado antes y después de las visitas. También se les tomarán muestras de saliva para ver cómo aumentan o descienden los niveles hormonales de indicadores como el cortisol o la melatonina, auténticos termómetros de nuestra ansiedad o bienestar. La iniciativa tiene una duración inicial de un año, pero ha venido para quedarse.
Los responsables de la medida están tan convencidos de que los resultados estarán a la altura de las expectativas que esperan su continuidad, si se mantiene la ayuda financiera de la propia Fundación Affinity y de la Fundación Amics del hospital del Mar. “Otro aspecto positivo es la respuesta del personal sanitario. La llegada de Vida y Lu no solo cambia la expresión de los pacientes, también la de enfermeros y doctoras.
Con el entrenamiento adecuado cualquier ejemplar, de raza o mestizo, sirve para las terapias asistidas. Tanto la galga como la hembra de pastor del Pirineo tienen un carácter particularmente dulce y dócil. Su misión consiste en tumbarse en la cama de los enfermos o acercarse a ellos y permitir que las acaricien. No les asustan los pitidos de los aparatos médicos y los olores del hospital (los perros no ven el mundo, lo huelen).
Hace 45 años, un perro con aspecto de lobo se convirtió en un hermano mayor para un niño que ganó en seguridad y confianza al lado de aquel animal de aspecto fiero y que en realidad era una oveja con aspecto de gladiador. Hoy ese niño reivindica desde la cátedra Fundación Affinity Animales y Salud, adscrita al departamento de Psiquiatría de la UAB, el trabajo de Vida y Lu. Su aspecto no puede engañar absolutamente a nadie.