Omella, sobre la ley trans y el aborto: “Hay mucha prisa en estos temas y me duele”

Foros de Vanguardia

El cardenal pidió “diálogo y consenso” y saber antes de actuar  “qué quiere la sociedad”

El arzobispo Omella, respondiendo a los periodistas Ramon Rovira, que presentó el acto, Enric Juliana y Jordi Basté

El arzobispo Omella, respondiendo a los periodistas Ramon Rovira, que presentó el acto, Enric Juliana y Jordi Basté

LV / Xavier Cervera

El cardenal y arzobispo de Barcelona, Juan José Omella, mostró, en una charla en el marco de los Foros de Vanguardia, su preocupación por “las prisas” que observa en las autoridades dirigentes para legislar sobre “cuestiones tan importantes” como pueden ser la transexualidad o el aborto. “Me duele las prisas que hay en temas tan importantes”, esgrimió durante el acto celebrado en el auditori MGS en Barcelona.

Antes de someterse a las preguntas de Enric Juliana, director adjunto de La Vanguardia, y Jordi Basté, director de El Món a RAC1, encargados ambos de encauzar la charla moderada por Ramon Rovira, el también presidente de la Conferencia Episcopal Española sacó a relucir el nombre de un torero de su pueblo, Nicanor Villalta. ¿Por qué?, se preguntarán. Porque esperaba emularlo para torear a los periodistas y poder así esquivar algunos temas espinosos. Al final, sin embargo, tuvo que entrar al trapo y responder a cuestiones peliagudas y de actualidad, como la ley trans o el aborto.

¿Educamos bien a nuestra sociedad en el amor?"

Respecto a la primera, pidió “diálogo y consenso” y saber antes de actuar “qué quiere la sociedad”. Subrayó que lo que más le preocupa es “el sufrimiento de los chavales”, mucho “menos maduros”, a su entender, que los jóvenes de la misma edad de generaciones anteriores. “No tienen tan decididas las cosas, y cuando lo quieren revertir [un cambio de sexo, se entiende] ya no están a tiempo”, aseveró. “¿Cuántos suicidios ha habido en EE.UU. por esta razón?”, se preguntó.

En este sentido, expresó la necesidad de una “educación sexual” en un contexto de “fragilidad psicológica de los jóvenes”, que “se casan y enseguida se divorcian”, puntualizó. “¿Educamos bien a nuestra sociedad en el amor?”, inquirió.

Javier Godó, conde de Godó y presidente editor de ‘La Vanguardia’, junto a Omella

Javier Godó, conde de Godó y presidente editor de ‘La Vanguardia’, junto a Omella 

LV / Xavier Cervera

En la actualidad, defendió, “la antropología humana se ha desdibujado”, y para revertir esta situación apuntó a la necesidad de “educar los sentimientos”. “Hay que enseñar a quererse a uno mismo, con tus taras y tus virtudes”, esgrimió. Y en esta tarea, “la de ayudar a madurar”, implicó a los padres y a la escuela.

La cuestión del aborto tampoco pudo torearla. En este sentido, y para definir su posicionamiento, lanzó varias preguntas al aire a modo de reflexión: “¿Tenemos derecho a matar a un ser humano? ¿Es la madre la dueña de lo que lleva en su seno? ¿Tenemos derecho a matar la vida?”.

¿Tenemos derecho a matar a un ser humano?"

También tuvo que entrar al trapo en la cuestión del sacerdocio de las mujeres. Para empezar, estableció una clara dicotomía: organización y sacramento. En el primer supuesto, aseguró que el papa Francisco “ha ido abriendo puertas”. Incluso mencionó la inclusión de tres mujeres en la congregación de obispos, cuyos miembros acaban designando los religiosos que podrán aspirar a serlo. “El Papa ha introducido a tres mujeres y es fantástico”, arguyó.

Otra cosa muy distinta es el sacerdocio, “que es para el hombre”, afirmó. “El sacramento está cerrado [para ellas]. Es un tema teológico muy delicado. Tiene su especificidad desde la Teología”, subrayó.

El sacramento está cerrado para las mujeres"

La cuestión de la problemática de los abusos en la Iglesia tuvo que capearla también. En este sentido, y a preguntas de los periodistas, quiso dejar claro que el hecho de que los clérigos no puedan casarse no está en la raíz del problema.

Subrayó que el porcentaje de abusos a menores entre “el clero célibe es del 2%”, y que el resto de abusos los protagonizan personas que no forman parte del clero y están casados. “Si los curas se pudieran casar pasaría lo mismo. No es por el hecho de casarse, es por la educación”.

Los jóvenes buscan respuestas a las inquietudes del ser humano”

Respecto a la supuesta distancia que separa a la Iglesia de los jóvenes, se mostró esperanzado. Explicó que la pandemia ha hecho que muchos de ellos “se hayan hecho preguntas que no se formulaban”: “¿Tú quién eres? ¿Adónde vas?”. Aseveró que “el corazón tiene hambre” y que los jóvenes buscan respuestas “a las inquietudes del ser humano”.

Más allá de obispo y cardenal, se definió a sí mismo como “cura de pueblo”, ese hombre “que comparte y que escucha a la gente”. Dijo no ser “amigo íntimo del Papa”, aunque admitió que en una ocasión el Pontífice, aunque todavía no lo era, llegó a confesarlo.

Soy un cura de pueblo"

En el acto estuvieron presentes Javier Godó, conde de Godó y presidente editor de La Vanguardia; Carlos Godó, consejero delegado del Grupo Godó; Ana Godó, directora de Libros de Vanguardia y Vanguardia Dossier, y el director del diario, Jordi Juan. También presenciaron la conferencia de Omella, entre otros, José Creuheras, presidente del Grupo Planeta; Salvador Illa, primer secretario del PSC; Josep Antoni Duran i Lleida, Luis Conde o Enrique Lacalle.

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