Las extremidades aumentan progresiva y desproporcionadamente de tamaño por la acumulación de grasa. Es frecuente que este cuadro sea confundido con la obesidad, la celulitis o el linfedema, pero en muchos casos se trata de lipedema, una enfermedad muy desconocida que afecta a entre el 5% y el 20% de las mujeres.
Casi la mitad de las afectadas no están diagnosticadas, según la doctora Ana Margarita Torres, organizadora del segundo Simposio Internacional sobre esta patología que se celebra en Barcelona. Aunque fue reconocido por la OMS como enfermedad en 2018, alrededor del 70% de los médicos de atención primaria desconoce su existencia, según cálculos de los especialistas, lo cual retrasa los diagnósticos y favorece las complicaciones.
Progresivamente, el aumento de volumen de las células adiposas de piernas y/o brazos por acumulación de grasa implica un aumento de la presión en los tejidos que da lugar al dolor y a problemas articulares y del sistema endocrino que afectan a la calidad de vida. No es solo un problema estético, según Torres: “A causa del dolor la paciente puede entrar en un círculo vicioso del cual es difícil salir, ya que como las piernas le duelen no hace ejercicio, por lo que engorda y empeora el lipedema.
El diagnóstico erróneo o tardío puede dar lugar a terapias inadecuadas y complicaciones
El diagnóstico erróneo o tardío del lipedema, que tiene un origen hormonal y suele manifestarse en la pubertad o los primeros años de la edad adulta, puede dar lugar a tratamientos inadecuados e ineficaces. Puesto que gran parte de las afectadas son mujeres jóvenes, la incertidumbre en una edad de construcción de la identidad “puede comportar la aparición de trastornos mentales como depresión, ansiedad y alteración de la imagen corporal”, previene Torres.
La fisioterapia y la nutrición con una dieta antiinflamatoria y los drenajes linfáticos son esenciales en un enfoque multidisciplinar del tratamiento conservador de esta enfermedad crónica y degenerativa. Para las pacientes que no responden adecuadamente a la terapia conservadora está la cirugía, la liposucción.
Al margen del desconocimiento, que desemboca en un infradiagnóstico, el gran problema de las pacientes es que el lipedema no forma parte de la cartera de servicios asistenciales del Sistema Nacional de Salud. Es decir, su tratamiento no está financiado por la Seguridad social a pesar de que, más allá de su evidente componente estético, está catalogado como enfermedad.
El precio de una cirugía (liposucción) asciende a 20.000 euros, que la Seguridad Social no financia
La Asociación Catalana de Afectados de Linfedema y Lipedema calcula que el coste mínimo anual del tratamiento conservador asciende a unos 5.000 euros. Respecto al tratamiento quirúrgico en una sola intervención cifran el coste en 20.000 euros. Organizaciones de pacientes impulsaron en junio una campaña masiva de envío de cartas al Ministerio de Sanidad solicitando, entre otras reivindicaciones, que los médicos de la sanidad pública reciban información sobre esta patología a fin de favorecer un diagnóstico precoz.