Curados de espantos. Así encaramos el final de 2021 y el inicio de 2022. El descanso, sin embargo, es más necesario que nunca. Es momento de parar. De hacer un alto en el camino: romper la rutina y que nuevos estímulos sean los que nos ayuden a vislumbrar hacia dónde queremos dirigirnos en los próximos meses. Aprovechar ese ‘impasse’ para descubrir un nuevo destino es lo que proponen desde la red de Paradores. Seis enclaves en los que perderse es requisito indispensable para reencontrarse con nuestra mejor versión.
Los Paradores de Santo Domingo de la Calzada, Vielha o Alcalá de Henares combinan reposo y movimiento, la calidez de sus confortables estancias con la singularidad de los municipios que los albergan, perfectos para una escapada con la que poner un broche de oro a un año más intenso de lo esperado. Paradores pone a disposición del viajero una de sus mejores bazas: la posibilidad de convertir la noche más especial del año en unas pequeñas vacaciones en las que deleitar todos los sentidos.
Parador de Santo Domingo de la Calzada (La Rioja)
Su nombre está profundamente ligado al camino francés que conduce a Santiago de Compostela, tanto que resulta prácticamente imposible imaginar un peregrinaje sin descansar en este bello municipio, ubicado a las orillas del río Oja. Sumergirse en su historia y leyendas será coser y cantar, ya que el Parador ocupa un antiguo hospital del siglo XII -levantado por el mismo Santo Domingo- que acogía a los peregrinos que recorrían el camino. Un edificio regio y elegante que alberga un restaurante en el que descorchar algunos de los mejores vinos DO Rioja.
Parador de Vielha (Lleida)
Este municipio reúne todos los requisitos que debe cumplir una estampa plenamente navideña. Recorrer sus encantadoras calles salpicadas de tiendas de artesanía o descubrir la huella de un románico que distingue la zona completan una jornada ideal para los amantes del esquí (se encuentra a un paso de Baqueira-Beret). El Parador de Vielha, capital de la comarca del Valle de Arán, es la opción ideal para alojarse y donde lo más difícil será intentar salir un minuto de la sauna, spa y jacuzzi. Degustar la cocina aranesa en su singular restaurante circular lo pondrá un poco más fácil.
Parador de Benicarló (Castellón)
Un brindis bajo la cálida luz del Mar Mediterráneo es lo que propone el Parador de Benicarló, epicentro perfecto para recorrer la Costa de Azahar, con una particularidad que lo hace único: solo hacen falta 30 pasos para acceder a sus hermosas playas de arena fina. Este parador mira directamente al mar algo que refleja con gran acierto su cocina, donde no faltan el pescado ni los productos de la huerta. Tampoco la celebrada alcachofa con Denominación de Origen propia, perfecta para degustar en plena temporada.
Parador de Alcalá de Henares (Madrid)
Cuna del maestro Cervantes, por las calles de esta Ciudad Patrimonio de la Humanidad se inspiraron también Quevedo, Lope de Vega, Calderón de la Barca, Tirso de Molina y San Juan de la Cruz. García Lorca tampoco quiso perderse la oportunidad de degustar sus clásicas ‘migas con chocolate’ en el que hoy es el restaurante del Parador de Alcalá de Henares, La Hostería del Estudiante, reabierto recientemente tras la pandemia. Un espacio que bien merece un alto en el camino para coger fuerzas tras las diversas rutas históricas y culturales que ofrece la ciudad.
Parador de La Granja (Segovia)
A 11 kilómetros de Segovia se encuentra El Real Sitio de La Granja, en pleno corazón de la Sierra de Guadarrama. Allí se ubica un impresionante Parador en el que sentirse como un rey, literalmente, pues una parte ocupa la llamada Casa de los Infantes, construida en el siglo XVIII por Carlos III para los infantes Gabriel y Antonio.
Sus estancias, luminosas y confortables, lo convierten en el lugar ideal para reposar tras haber paseado por los bellos jardines de La Granja y haber dado buena cuenta de su exquisita cocina local con los típicos judiones de La Granja, cochinillo y cordero asado, ponche de yema y mazapán como principales baluartes.
Parador de Lleida (Lleida)
La Seo Vieja es una maravilla de estilo románico y gótico que necesitó dos siglos para erigirse imponente sobre la ciudad (del XIII al XV). Hoy es el principal reclamo de esta localidad a la que dota de un perfil único, encaramada en lo alto del llamado Turó de Lleida. Una de sus mayores joyas es el claustro, uno de los más grandes de Europa, pero el casco histórico de la capital aguarda otro de gran encanto: el de un antiguo convento del siglo XVII, donde se ubica el Parador de Lleida. De tres pisos de altura, desde este se accede a la iglesia convertida en un elegante espacio gastronómico en el que degustar una cocina que rinde culto a la DO Costers del Segre.