Como ese dolor generalizado que aparece al dejarse caer en el sofá tras un esfuerzo físico y mental excesivo, los profesionales sanitarios han empeorado su malestar emocional al bajar la quinta ola. El sufrimiento psicológico ha rebrotado en septiembre y con mayor gravedad que en los largos meses de pandemia disparada. “Como en el estrés postraumático”, resume Antoni Calvo, director de la fundación Galatea que se ocupa de atender los problemas de salud mental y emocional de profesionales sanitarios. Esta entidad ha sido la responsable del servicio de teleapoyo psicológico durante la pandemia por encargo de los colegios profesionales de médicos, enfermería y psicólogos y con la financiación de la Fundació La Caixa.
Si hasta mayo pasado, cuando empezó a descender la demanda de consultas, “el 65% se sentía atendido con cuatro sesiones, ahora la media es de ocho y una parte importante de los profesionales son tratados de forma presencial en la fundación y requieren continuidad. Los problemas son mucho más graves. Los síntomas han reaparecido al cabo de varios meses”, aclara el experto.
El 86% del personal atendido son mujeres; les cuesta pedir ayuda por el temor a que dañe su reputación
Lo más frecuente es llevar varias semanas con el estado de ánimo muy bajo. Intentan distraerse, animarse, salir aprovechando un puente, poniendo todo lo posible para mejorarlo. Pero siguen bajos y con niveles de ansiedad muy altos. Se pone en evidencia que hay algo no transitorio, que algo se ha quedado metido ahí y la unidad de acogida valora la situación. “Muchos de los casos son historias de un malestar sostenido en el tiempo y poco expresado. Ese es uno de los problemas añadidos. El profesional sanitario no se queja en la trinchera, está educado para curar, pero no entra en su lógica cuidarse. Y cuando se hacen conscientes de que pasa algo, les viene encima qué pensarán sus jefes o sus colegas cuando se haga público que no están bien, qué pasa con su reputación. Tenemos los recursos, pero cuesta que lleguen a pedir ayuda”, explica Calvo.
El 86% de los 1.700 profesionales que sí han conseguido pedir ayuda desde marzo del 2020 hasta ahora son mujeres, también mayoritarias en el mundo sanitario, tanto en medicina como enfermería, las dos profesiones más afectadas. Si al inicio de la covid la mayor demanda provenía de los hospitales, en los últimos meses las solicitudes de consulta proceden de la atención primaria.
Confinamiento total en Brians 2
El brote de covid que desde hace unos días padece el centro penitenciario Brians 2 ha obligado a confinar a partir de hoy a todo el equipamiento,según ha informado el Departament de Justícia tras valorar la situación y siguiendo las indicaciones de los responsables sanitarios. Se trata así de evitar una posible expansión de enfermedad a otros centros y personas. El confinamiento de Brians2 hará que se limiten al máximo las entradas y salidas y se suspendan los traslados de internos que tengan como origen o final este complejo. Durante esta semana se realizarán pruebas a la población reclusa y al personal de Brians2. En el momento de tomar la decisión había 9 módulos afectados (2 aislados y 7 confinados), con 92 internos y 7 trabajadores positivos de covid, la mayoría asintomáticos.
Los hombres lo resuelven peor. “La pandemia ha delatado la falta de habilidades en la gestión emocional de buena parte de la profesión médica”, afirma Antoni Calvo. Es a su juicio una de las lecciones que deja en herencia la covid. La otra lección es la necesidad de trabajar bien en equipo.
“Muchos de los daños por soledad, por sentirse abandonados tras cambiar todas las rutinas laborales por la situación excepcional de la covid, por quedarse solos ante los dilemas éticos que se les han planteado continuamente, se reconducen y reparan dentro de los equipos cohesionados y respetuosos”, asegura el experto.
La dificultad personal para pedir ayuda es tal, especialmente entre médicos, que crece la demanda de intervenciones colectivas, sobre todo en centros de primaria, donde la petición de ayuda se diluye en el grupo y se sortea así el miedo al estigma. “Tenemos un gran déficit de formación”.