La juez critica la inhumanidad de la manada de Amorebieta, una veintena de delincuentes de la banda de los Koalas, autores de las gravísimas heridas que presenta una de las muchas personas que tuvieron la desgracia de cruzarse en su camino el 25 de julio. Alexandru Andrei Ionita, Álex, de 23 años, de origen rumano y obrero de la construcción, como su padre, se encuentra desde entonces “en estado crítico”.
Los autos de prisión o de ingreso en centros de menores dictados hasta ahora reflejan el sinsentido y el salvajismo de la agresión, que se desencadenó sin un motivo que se haya podido aclarar de momento. De haber tenido algo de valor, se lo hubieran robado. De hecho, la banda cometió otros atracos aquella misma noche, antes y después de dejar inconsciente a Álex. Pero un robo no justifica lo que le hicieron.
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Los documentos judiciales, y estos no son una excepción, se deben caracterizar por su asepsia, por su descripción lo más objetiva posible. En este estado de la instrucción, los jueces no deben interpretar, sino reflejar el estado de las investigaciones. Y el reflejo de este espejo no puede ser más perturbador. La víctima fue rodeada y agredida de forma “incesante y reiterada”, con un resultado que compromete su futuro.
Pero lo que más llama la atención de las diligencias 294/2021 del juzgado de instrucción número 2 de la localidad vizcaína de Durango es la absoluta falta de humanidad de los acusados. Nadie del numeroso grupo agresor prestó el más mínimo auxilio de Álex. Nadie regresó sobre sus pasos para comprobar si se levantaba. Nadie mostró arrepentimiento o pesar en los instantes posteriores al ataque.
De hecho, comenzaron y acabaron aquella noche robando y agrediendo a otras personas. Los principales acusados, los presuntos autores materiales de los golpes (con los puños, barras de hierro o botellas) no se entregaron voluntariamente cuando trascendió la gravedad de su noche de violencia. Ni cuando supieron que su víctima está en la uci, en coma inducido. Es el caso, por ejemplo, de Christopher Antón Romero Torrez.
Según la juez, este acusado, de 23 años y ahora en la prisión de Basauri, fue el primero en encararse con la víctima. Él inició la agresión, como admiten varios de sus amigos y como se recoge en un video que grabaron ellos mismos. En el juzgado él y los demás han abandonado la actitud chulesca de la que hicieron gala el día 25 y han adoptado una actitud sumisa, aunque muchos se han negado a declarar.
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De nuevo vuelve a ser el caso de este acusado, que solo rompió su silencio en el juzgado cuando le mostraron el vídeo de la agresión. Lo hizo para admitir que, en efecto, era él quien aparecía en las imágenes en los compases iniciales de tan desigual pelea. Negarlo no le hubiera valido de nada: en el registro policial de la casa de su madre, donde viven él y su novia, aparecieron las ropas que llevaba aquella madrugada.
El auto de prisión especifica que, a pesar de que fue “una agresión conjunta” y cometida por “un gran número de personas con evidente alevosía", la actuación de este inculpado en concreto “es presuntamente de alta gravedad y elevado reproche penal”. Él lo empezó todo, “sin que se conozca el motivo de su animadversión hacia la víctima”. La resolución repite los argumentos que aparecen en otras órdenes de prisión.
La Ertzaintza no descarta más detenciones
La Ertzaintza ha detenido por ahora a 14 personas por estos hechos, siete de ellas menores de edad. Dos de los arrestados (un adulto y un menor) han quedado en libertad con cargos y los otros han ido a prisión o a centros tutelados de menores. Los investigadores mantienen abierto el caso y no descartan nuevas detenciones. Las diligencias judiciales reflejan que la víctima fue rodeada y agredida, “sin posibilidad alguna de defensa ni de zafarse de sus agresores”.
La juez subraya que Christopher Antón Romero Torrez, como otros de la banda, no se entregó voluntariamente en comisaría “ni se interesó por la víctima pese a conocer a posteriori por los medios de comunicación el estado en que quedó, con un elevado riesgo de fallecimiento”. La instructora lamenta el “nulo arrepentimiento”, la “inaceptable trivialización de sus actos” y “su absoluta indiferencia” ante los hechos.
La última prueba practicada en la uci al joven ha revelado que tiene los dos lados del cerebro afectados. Su madre, que trabaja en Alemania y que ha viajado hasta España para estar junto a su hijo y su marido, sufrió una lipotimia cuando le comunicaron las noticias. Creía que los médicos del hospital de Cruces iban a despertar a su hijo del coma profundo y lo que le dijeron fue que, si sobrevive, le quedarán secuelas importantísimas.