Las vacunas de ARN mensajero, las de Pfizer y Moderna, no pierden ninguna de sus características si se transportan ya cargadas en jeringuillas durante tres horas por carretera, aunque haya baches, y a temperatura ambiente, entre 2 y 30 grados. Es la conclusión del estudio llevado a cabo en el servicio de Farmacia del Hospital del Mar y el grupo de Neurofarmacología de la Pompeu Fabra, cuyos resultados se han publicado en la Clinical Microbiology and Infection.
Las condiciones que impone la ficha técnica en ambas vacunas son realmente complicadas para su uso y obligan prácticamente a montar la vacuna –el medicamento del botecito se ha de mezclar suavemente con líquido para preparar cada jeringuilla– en el lugar donde se administra y con un margen muy corto de tiempo fuera de la nevera, de neveras especiales a muy bajas temperaturas. “Así que creemos que era muy necesario saber en qué momento las cualidades del ARN mensajero se degradaban y observar otros posibles límites, pensando en su utilización más sencilla en lugares alejados de neveras y centros sanitarios. Y nos pusimos en marcha usando los viales desechados porque había habido algún accidente, los que se habían caído al suelo, por ejemplo”, explica Santi Grau, responsable de Medicamentos del hospital. “Evidentemente no se podía usar en las pruebas vacunas que pudieran administrarse”.
Prepararon las vacunas en sus jeringuillas en la sala estéril de farmacia y el equipo de la UPF y el IMIM, liderado por Rafael Maldonado, se ocupó de someter a pruebas de estrés esas jeringuillas simulando varios escenarios: quietas a temperatura ambiente durante tres horas; en movimiento, con un balanceo con interrupciones que simulan una carretera con baches, también durante tres horas; y un tercer grupo que pasaba por una auténtica coctelera, con movimientos bruscos repentinos e intermitentes a temperatura ambiente, como si fueran transportadas en un 4x4 por un camino con baches, durante tres horas.
Para forzar la degradación
Las vacunas fueron sometidas a pruebas de estrés que simulan buenas y malas carreteras
“Nos costó mucho degradar el ARN”, reconoce Maldonado. “Solo lo conseguimos y en una muy pequeña cantidad en el tercer grupo. En la prueba de carretera durante tres horas, es decir, transportadas a 300 km por una vía grande y hasta 180 km por secundaria, no hay ninguna alteración”, resume.
“Desde que el artículo se publicó el domingo no paran de llamarnos, sobre todo de países centroamericanos, donde las distancias de poblaciones rurales hasta un centro sanitario son importantes. Abre enormes posibilidades en zonas aún muy poco vacunadas”, explica Santi Grau.
Esperan que la nueva responsable de Salut Pública, Carmen Cabezas, traslade el hallazgo alMinisterio, a los laboratorios y de allí a la Agencia Europea del Medicamento (EMA). “Porque la traducción de nuestro hallazgo es que podrían preparase las jeringuillas ya montadas, listas para pinchar, en un centro sanitario, con condiciones de esterilidad y seguridad máximas, y transportar las jeringuillas hasta a 300 km a la redonda con total seguridad. Y a temperatura ambiente”.
La doctora Elena Martin Garcia, investigadora de de Neurofarmacología, ha analizado la integridad de las vacunas Moderna y Pfizer imitando el movimiento del transporte con ayuda de plataformas basculantes
La estabilidad del ARN mensajero en una vacuna donde por primera vez se usaban sustancias lipídicas ha sido una muy buena noticia. “Aunque en estos meses los laboratorios han ido modificando las exigencias de su ficha técnica, mejorando el tiempo y las temperaturas, el sistema resulta muy ineficiente”, apunta Grau, confiado en que sus resultados podrán ser replicados en ambas compañías y se puedan cambiar las normas de administración.
“Las condiciones de la ficha técnica nos ha obligado a montar carpas para tener a todo el mundo allí citado y muchísimas enfermeras, con la escasez que sufrimos, para montar las jeringuillas allí y aprovechar hasta la última gota de vacuna”.
En el Mar pidieron permiso para atreverse a llevarlas montadas desde la cámara de manipulación de medicamentos del hospital hasta la consulta donde se procedía a pinchar, para ganar eficacia. Sólo les permitieron hacerlo sin salir del hospital, pero demostraron que había posibilidades de mejorar la distribución de las preciadas vacunas.