Calles y plazas prácticamente vacías y las emisoras de los vehículos policiales en silencio. Este es el resumen de la que fue la primera jornada de toque de queda en Catalunya. Una noche de domingo que ya hace tiempo que no congrega a demasiada gente fuera de sus casas, pero que ahora, con los locales de ocio y los bares y restaurantes cerrados, las posibilidades de hacer algo se reducen a casi nada. El mensaje de estar confinados entre las diez de la noche y las seis de la mañana funcionó y las distintas policías locales y los Mossos d’Esquadra apenas tuvieron trabajo.
A primera hora de la mañana el jefe de los Mossos, el comisario Eduard Sallent, reunió el gabinete Oris, el plan que regula cómo tienen que trabajar para la pandemia sanitaria y que se diseñó en marzo. Con la presencia de los responsables de los servicios centrales y los jefes de cada región, los mandos de la policía catalana estuvieron de acuerdo en flexibilizar su dispositivo de supervisión de las restricciones horarias al comportamiento general de ciudadanía. Todo esto teniendo muy en cuenta que la gran prueba de fuego será este fin de semana y más concretamente la noche del sábado que se celebra la castañada y una cada vez más concurrida fiesta de Halloween.
En Barcelona, las policías harán controles de quita y pon en los que se auditará cada coche
Para las noches de los días laborales, los mandos decidieron seguir con los mismos policías del turno de noche, pero modificando el horario de algunas unidades para que puedan empezar más tarde y alarguen su jornada hasta medianoche. Por el momento las unidades especializadas de orden público, los antidisturbios de la Brigada Mòbil, y las de seguridad ciudadana, los Arro, se reservan para el día.
En la ciudad de Barcelona, por ejemplo, los mandos de la región terminaron de dibujar ayer tarde un mapa con una veintena de puntos en los que las patrullas de seguridad ciudadana montarán y desmontarán controles. Serán dispositivos prácticamente idénticos a los que se diseñaron durante el confinamiento en el que estaban restringidos los movimientos. Se organizaba el punto policial, se controlaban, uno a uno, a todos los coches que pasaban durante una media hora, desmontaban, y a la siguiente ubicación.
Esa veintena de direcciones repartidas en los diez distritos de la ciudad estaban ayer por la tarde a la espera de ser pactadas con la Guardia Urbana que también tenía previsto dispersar a sus efectivos y organizar controles exhaustivos.
Todas las policías empezaron el lunes por la noche a multar. En el caso de los Mossos se reiteró en los briefing del turno de noche un mensaje que se reiteró en la reunión de la mañana: “Hay que ser contundentes con las conductas reiteradamente incívicas y desafiantes, pero flexibles ante situaciones de personas que pueden estar despistadas o atravesando coyunturas difíciles porque el momento social y económico es cada vez más complejo”. Las sanciones, conviene recordarlo, van de los 300 euros a los 6.000.
Tras esa reunión de mandos de la policía catalana, el conseller de Interior, Miquel Sàmper, quiso mantener una conferencia virtual con más de 180 jefes de las 217 policías locales que hay en Catalunya y los comisarios de cada región. El conseller quería trasladar sus disculpas por no haberles mencionado en la comparecencia del domingo en la que anunció que se ponía en marcha el toque de queda.
