Loading...

La resaca después de la gran ola de solidaridad

Emergencia sanitaria

Sin el ‘efecto encierro’, la sociedad vuelve al individualismo

La solidaridad del confinamiento, ¿ha dejado poso? ¿Somos mejores personas?

La Cruz Roja reparte alimentos y productos básicos entre familias desfavorecidas en el espacio cultural Tecla Sala de l’Hospitalet

Mané Espinosa

Salimos masiva y puntualmente a los balcones para homenajear a los sanitarios, las empresas se volcaron en el reparto de alimentos a la población de riesgo o en la fabricación de material sanitario de forma altruista, cuidamos de los mayores, los vecinos dejaron de ser personajes anónimos, el voluntariado de las oenegés creció exponencialmente... El con­finamiento desató una ola de so­lidaridad nunca vista, y nos ilu­sionamos con la especulación de que la pandemia –global, trans­versal, despiadada– nos iba a transformar para mejor como p­ersonas y como sociedad. Las necesidades han cambiado, y el suflé altruista ha ido bajando al ritmo de la desescalada. ¿La solidaridad del confinamiento ha dejado un poso consistente o, por el contrario, somos los mismos de antes, pero con mascarilla? Los expertos se pronuncian.

“Si somos mejores personas, es una pregunta que me hacen mucho mis pacientes”, concede Mònica López, que fue coordinadora del dispositivo de atención psicológica al ciudadano del Col·legi de Psicologia de Catalunya durante los tres primeros meses de la emergencia. “No diría que somos mejores, diría que hemos aprendido muchas cosas y que hemos reflexionado mucho. La mayoría de la gente saldrá de este aprendizaje con un crecimiento, pero esto no es generalizable”.

DOLORS LIRIA

“Si hemos aprendido algo como sociedad, lo sabremos dentro de unos años”

La Covid-19 puso al descubierto grandes fragilidades, como la de los ancianos, y la población reaccionó. “Los humanos, ante las dificultades, enseguida nos reorganizamos. Lo que aumenta nuestra resiliencia es ayudarnos y acompañarnos. Lo hacemos por los demás, pero también por nosotros mismos: ‘Cosiendo mascarillas estoy controlando la situación dentro del descontrol que siento’”, razona López. “El nivel de ayuda espontáneo –prosigue– probablemente era mayor en el momento de más impacto de la emergencia. A medida que ha ido bajando se han ido normalizando algunas de las emociones que teníamos. Las personas que tenían una actitud solidaria y de voluntariado lo seguirán haciendo, seguro. A causa de la Covid también se han creado grupos de personas que están trabajando de manera organizada”.

Anna Garcia es una de esas personas que se apuntan a cualquier causa social. Unos días antes de confinamiento respondió a la llamada de una empresa de Rubí que buscaba voluntarios para fabricar mascarillas y organizó grupos que manufacturaron y contribuyeron a la distribución de miles de unidades. “La gente solidaria siempre está ahí, pero está en el anonimato, no quiere medallas”, explica, y recurre a un tono de cierta decepción para exponer sus conclusiones: “Yo también pensaba que seríamos mejores personas, pero la gente vuelve a mirar para su casa”.

MÒNICA LÓPEZ

“La mayoría saldrá de este aprendizaje con un crecimiento, pero esto no es generalizable”

El sociólogo Francesc Núñez fue escéptico desde el primer momento respecto a la ola solidaria. “Ya dije que no había que aventurar acontecimientos”, recuerda. “Ni fue para tanto en su momento, ni ahora es para tan poco”. “En una situación de ruptura de la normalidad la gente es capaz de organizarse rápidamente; se ha demostrado en situaciones de guerra o de represión. La solidaridad surge en las circunstancias en que es posible y es necesaria, pero con el cambio de las circunstancias volveremos a ser los de antes. Es el individualismo, vivimos en sociedades muy competitivas donde el reparto de los recursos se hace en función de la competencia. Aquello (el confinamiento) no nos transformó: fue un efecto de las circunstancias”.

En su opinión, el fenómeno fue multiplicado por los medios de comunicación. “Llegaba a molestar tanta tontería”, asevera Núñez refiriendo un “exceso de voluntad solidaria”. Algo bueno quedará de todo aquello: “Abrir dinámicas siempre está bien, determinados comportamientos sociales dejaron alguna huella. No ha sido un saldo cero, pero las circunstancias ahora no los hacen tan visibles como en aquel momento”.

FRANCESC NÚÑEZ

“El confinamiento no nos transformó, la solidaridad fue efecto de las circunstancias”

La experiencia, impactante, nos hizo reflexionar sobre aspectos como la solidaridad o el valor de la gente mayor. “Valdría la pena hacer un esfuerzo y no olvidarlo”, prescribe la psicóloga Dolors Liria. “Si hemos aprendido como sociedad, lo sabremos dentro de unos años”, razona.

Pero antes, una posible agravación de la situación epidemiológica puede volver a derivar en confinamientos y restricciones duras. ¿Volverá a crecer el espíritu de solidaridad? “Por mucho que nos confinaran a causa de una segunda ola dura, no creo que reaccionáramos de la misma manera. Al principio de la pandemia todo tenía una parte épica que ahora no tendría”, augura Francesc Núñez. “Estamos más debilitados, cabreados, descreídos. Hace poco fue el día con más muertos y más infectados a nivel mundial y parece que no pasa nada. Siempre hemos funcionado así por razones antropológicas, normalmente funcionamos con el piloto automático”.

“Lo que cambiaría es la intensidad de la respuesta”, entiende Mònica López., y agrega: “Sería diferente porque la experiencia del primer confinamiento nos ha enseñado muchas cosas que estaría muy bien volver a activarlas. Hay personas que están muy sorprendidas de la capacidad de hacer cosas y de adaptarse que han tenido. Estaría bien que pusiéramos en marcha todo lo que nos ha ido bien. Y volveríamos a ser solidarios, porque es una actitud, y las personas que son solidarias lo son siempre, confinadas o no”.