La pandemia provoca un rebrote del plástico
Emergencia sanitaria
La proliferación de mascarillas torpedea los esfuerzos para combatir el impacto ambiental de los artículos de un solo uso
La mascarilla resiste 20 lavados
El plástico vuelve a ganar la batalla. Antes de la epidemia, una amplia conciencia social fue el germen de diversas iniciativas para poner coto a los artículos de usar y tirar. Las bolsas de plástico de la compra se baten en retirada y la adopción de una directiva comunitaria desterrará pronto algunos de los artículos de plástico de vida efímera (pajitas, cubiertos, palitos de algodón…).
Mientras, los guantes de plástico y, sobre todo, las mascarillas, especialmente las quirúrgicas, se han convertido en el nuevo símbolo de un consumismo despreocupado, de usar y tirar, ajeno a su impacto ambiental.
Omnipresente en calles y plazas, son el nuevo icono que se ha adueño del paisaje urbano.
“Sencillamente, estamos importando residuos de China”, explica gráficamente Jordi Oliver, director ejecutivo de la empresa Inèdit para explicar la situación provocada por el aluvión de mascarillas de un solo uso que están siendo consumidas en España; materiales que en pocas horas se convierten en desecho.
La inicial proliferación de los guantes de un solo uso para combatir la Covid-19 dejó un reguero de residuos en calles, plazas y parterres.
Visto con perspectiva, quedó evidenciado que ese derroche de materiales y basura fue tan innecesario como evitable.
“No debió obligarse al ciudadano a usar guantes de plásticos para ir a comprar. No eran necesarios. Los guantes de plástico pueden ser un foco de contaminación y de difusión de la pandemia. Basta con disponer de gel hidroalcohólico en la entrada y la salida del comercio”, dice Rosa García, directora de la Fundación per a la Prevenció de Residus-Rezero.
¿Estamos cayendo ahora en el mismo error al permitir la omnipresencia de la protección facial de un solo uso?
Las mascarillas más comunes (quirúrgicas e higiénicas no reutilizables) tienen un fuerte impacto ambiental porque su vida útil es de solo cuatro u ocho horas. Si se prolonga más tiempo su utilización, su eficacia ya no está garantizada.
Consumir 94 millones de mascarillas (dos por semana) origina 250 toneladas de residuos de polipropileno
Si cada español gastara a la semana dos mascarillas quirúrgicas (un cálculo que puede considerarse conservador), eso significaría que España consumiría 94 millones de mascarillas a la semana.
“Eso equivale a 250 toneladas de residuos de polipropileno (del que está formada este material)”, explica Enric Carrera, director del Instituto de Investigación Textil (Intexter) de la UPC para dar cuenta del volumen de desechos que está asumiendo la sociedad española.
La respuesta a la necesidad de proteger a la población frente al coronavirus ha sido mimética. “Hemos trasladado al ámbito doméstico o cotidiano, para un uso diario, las soluciones médicas; pero la calle no es un quirófano. Se tendrían que buscar soluciones más racionales ante esta generación de residuos, y fomentar las mascarillas reutilizables”, señala Jordi Oliver.
La importación masiva de mascarillas de un solo uso fue una urgencia imperiosa; la posibilidad de darle una vida más larga al producto no fue un asunto prioritario en la compra.
“Estamos hablando de materiales de bajo coste, importados de China y que aquí se consumen en horas”, dice Jordi Oliver. De esta manera, “no estamos aprovechando las posibilidades que ofrecen empresas textiles de aquí, que llevan desde hace años intentando reconvertirse, que generan una alta ocupación y ofrecen soluciones con beneficios sociales y ambientales”, añade.
“Se ha producido un claro retroceso en la crítica al plástico como elemento que contamina los mares. Esta idea estaba calando, lo mismo que la tendencia a la reutilización. La industria del plástico ha puesto la directa para decir que son la solución y justificar el sobreenvasado”, dice Carlos Arribas, de Ecologistas en Acción.
El reciclado o el reaprovechamiento de este material queda descartado de raíz. Las administraciones públicas exigen que este material sea depositado en el contenedor de rechazo (gris), el de los residuos no recogidos selectivamente, para que vaya a depósito o incineración.
“De acuerdo con lo manifestado por el Ministerio de Transición Ecológica, los guantes y mascarillas no se pueden reciclar, ya que son potencialmente un riesgo de contagio. Por ello, no deben ir nunca al contenedor amarillo, sino al contenedor gris que contiene la fracción resto”, explica Isabel Goyena, directora general de Cicloplast.
Durante el confinamiento, en las plantas de tratamiento, se suspendieron las tareas manuales de separación de materiales
(Y si hay alguna persona enferma en casa, se recomienda meter los residuos en una bolsa bien cerrada que debe depositarse a su vez en una segunda bolsa de basura, que, una vez cerrada, se depositará en el contenedor de fracción resto).
Como medida de prevención, durante el confinamiento, en las plantas de tratamiento de basura, se suspendieron las tareas manuales de separación de materiales (que comportaban la intervención directa de operarios con sus manos), con lo que bajó el nivel de reaprovechamiento. En Andalucía, donde las plantas de tratamiento son de este tipo, los materiales (incluidos los reciclables) no se recuperaron y fueron directamente al vertedero.
En el área de Barcelona, al funcionar solo la parte de la selección mecánica –sin presencia directa de los operarios–, el resultado fue que “el material de salida reaprovechable tuviera una calidad inferior a la deseable”, admite Víctor Mitjans, director del servicio de estudios y programas del Área Metropolitana de Barcelona.
“Guantes de plástico y mascarillas tienen un composiciones muy variadas. Ahora, las plantas no están preparadas para separarlos, ni hay un mercado para reciclar a precios razonables este tipo de materiales”, aduce Mitjans. Las mascarillas quirúrgicas están compuestas de al menos dos materiales y, además, habría que separar las gomas de sujeción, lo que requeriría una manipulación y un cierto riesgo
de contagio, entre otros inconvenientes.
No opina lo mismo Carlos Arribas. “Los guantes de plástico tienen una gran capacidad de reciclaje. Llevarlos al contenedor de resto es condenarlos a ir a incineración o vertedero y no aprovechar este material”, se lamenta.
“La situación está cambiando; vemos que cada vez hay más oferta y precio más competitivos de mascarillas reutilizables”, apunta optimista Josep Maria Tost, director de la Agència de Residus.