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Salut despliega en Lleida un operativo especial para frenar contagios en el campo

Emergencia sanitaria

En las últimas semanas han recalado en Ponent jornaleros procedentes de diferentes puntos de España y también de países del extranjero

Temporeros, ayer, recolectando albaricoques en una explotación frutícola de la provincia de Lleida

Mercè Gili

El desembarco de temporeros en la provincia de Lleida para la recolección de la fruta ha supuesto un trabajo extra de las autoridades sanitarias para controlar los contagios entre ese colectivo. En las últimas semanas han recalado en Ponent jornaleros procedentes de diferentes puntos de España y también de países del extranjero.

La gran mayoría han llegado en viajes autorizados fletados por las empresas que los contratan: pero como pasa cada año, un número importante de esos inmigrantes han recalado en esta provincia por su cuenta –aún no se sabe cómo se han saltado los controles que limitan la movilidad– sin tener la documentación en regla (imposible ofrecerles un trabajo, sino se cambia la norma) ni tampoco un contrato apalabrado en origen. Son los que se han quedado tirados en la calle –buena parte de ellos en el centro histórico de Lleida– y a los que ahora se está buscando un alojamiento digno.

Unos 70 jornaleros han sido aislados al haber estado en contacto con positivos; los contagios rondan la veintena

Aunque paradójicamente los brotes de Covid-19 detectados los últimos días en Lleida que afectan a temporeros no se refieren a esos jornaleros que duermen al raso. Los focos de contagios entre este colectivo controlados por Salut afectan a trabajadores, la mayoría en poblaciones del Baix Segre, contratados en sus países de origen. “Ahora mismo tenemos a alrededor de setenta personas aisladas por haber estado en contacto directo con positivos y una veintena de contagiados”, indicó ayer en declaraciones a La Vanguardia , la gerente de Salut en Lleida, Divina Farreny. Pero esta es una cifra que puede variar en cuestión de horas. El hecho de que esos temporeros vivan en edificios acondicionados por los empresarios de la fruta, donde es difícil mantener la distancia social, o en pisos sobreocupados “es un riesgo añadido y provoca que la cifra de aislados pueda dispararse por un solo positivo”, reconoce Farreny.

Salut tiene ahora mismo, revela la gerente de Salut en Lleida, 300 plazas en este operativo de la fruta preparadas para aislar a contactos y atender a contagiados. Los positivos empezaron a ser trasladados ayer a una casa de colonias en Juneda (Garrigues), mientras que se ha habilitado un hotel en Lleida y varios albergues en el Baix Segre para las cuarentenas obligadas de los contactos.

Divina Farreny recalca que convencer a estas personas de los pasos a seguir cuando se detecta un positivo, “no siempre es fácil”. Esos temporeros quieren trabajar y obligarles a confinarse desbarata sus planes. “Estamos reforzando un equipo de mediadores para explicar a esas las personas los riesgos y hacer un seguimiento detallado de cada caso”, añade la gerente de Salut. Cuando un temporero se hace una prueba al encontrarse mal, “estamos con esa persona las veinticuatro horas que hay que esperar hasta el resultado, para frenar enseguida la cadena de contagios”. Si vive con más gente o en un espacio tipo albergue donde es difícil mantener la distancia social, “esa persona se aísla en un centro especial hasta que llegan los resultados del test”.

Farreny reconoce que el control en la campaña de la fruta (en la provincia de Lleida suelen contratarse cada campaña a alrededor de 30.000 temporeros) centra ahora mismo buena parte del trabajo preventivo de Salut en esta provincia. Afirma, a pesar de la dificultad que entraña el control de los contactos, que la situación está en estos momentos controlada. Aunque el riesgo de nuevos focos no desaparece. Ayer, por ejemplo, se informó de un brote detectado en una empresa agroalimentaria de la Garrotxa, que afecta a 31 personas.