Proponen infectar a jóvenes sanos con el coronavirus para estudiar vacunas
Crisis sanitaria
La idea aceleraría la investigación con un riesgo asumible
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Científicos de Estados Unidos y el Reino Unido han propuesto inocular el coronavirus del Covid-19 a voluntarios jóvenes y sanos para acelerar el desarrollo de vacunas. Los voluntarios, aseguran, podrían beneficiarse de su participación en el estudio ya que tienen un bajo riesgo de sufrir complicaciones graves por el coronavirus, se les haría un seguimiento médico óptimo y procederían de comunidades en las que tendrían un alto riesgo de contraer la infección en condiciones menos favorables.
La propuesta, adelantada en una publicación electrónica de la Universidad de Harvard (EE.UU.), está firmada por especialistas de la Escuela de Higiene y Medicina Tropical de Londres, de la Universidad Rutgers de New Brunswick (EE.UU.) y de la propia Universidad de Harvard. Consiste en reunir a un centenar de voluntarios de entre 20 y 45 años y en administrar una vacuna a la mitad de ellos y un placebo a la otra mitad. Después a todos ellos se les expondría al coronavirus SARS-CoV-2. En las semanas siguientes se vigilaría día a día la evolución de su estado de salud y se evaluaría cuántos desarrollan la enfermedad Covid-19 en cada grupo. De este modo se podría evaluar la eficacia de la vacuna en pocas semanas.
Con el método clásico de ensayo de vacunas, por el contrario, los resultados tardarían varios meses en el mejor de los casos. Este método consiste en administrar una vacuna experimental o un placebo a cientos o miles de candidatos y esperar a que un número significativo resulte infectado en su día a día. “Muchas personas intentarán tomar precauciones en esta epidemia, por ejemplo, se autoaislarán, y tendrá que pasar mucho tiempo para que emerjan resultados interpretables”, ha declarado Nir Eyal, especialista en bioética de la Universidad Rutgers y coautor de la propuesta, a la revista Nature .
La idea no se centra en ninguna vacuna concreta sino que es un plan de trabajo para desarrollar cualquier vacuna contra el SARS-CoV-2. Acortaría los ensayos clínicos que evalúan la eficacia de las vacunas, los llamados de fase III, que son los más largos y costosos. Pero no acortaría los estudios de seguridad, que deberán seguir haciéndose como hasta ahora con grupos reducidos de pacientes.
Sobre los riesgos a los que se expondrían los participantes en los estudios, “hay una manera de hacer estos ensayos sorprendentemente seguros”, declara Nir Eyal. “Se seleccionaría a personas que ya tienen riesgo de estar expuestas a la Covid-19. Se les protegería examinándolos a diario y dándoles un tratamiento excelente de manera inmediata si se detectara infección. Podría ser incluso más seguro para algunos participar en el estudio que esperar una infección probable y confiar en el sistema general de salud”.