La neumonía mata a 2.000 niños cada día aunque se puede prevenir y curar
Salud global
Nueve organizaciones mundiales se citan en Barcelona para definir qué hacer ya
Las nueve entidades que pintan algo en la salud global y su relación con la infancia y la pobreza se han reunido en Barcelona para concretar acciones que rompan la maldición de la neumonía infantil. Esta enfermedad, casi siempre provocada por neumococos para los que hay vacuna y antibióticos –aunque también la causan virus y hongos–, provoca cada día la muerte de más de 2.000 niños menores de 5 años. Una muerte cada 39 segundos. Más de 800.000 el año pasado.
“Y esa es una línea roja”, afirma Angel Font, director de investigación de la Fundació La Caixa, la organizadora del foro de la neumonía que empezó ayer en Barcelona con ISGlobal, Save the Children, Unicef, Every Breath Counts, fundación Bill y Melinda Gates, la agencia de Estados Unidos Usaid, Unitaid y la alianza mundial de vacunas GAVI.
Investigadores y entidades presionan para que se use una vacuna mucho más barata creada en India
Los datos de la neumonía en el mundo son apabullantes y absolutamente incomprensibles desde la realidad de un país con una sanidad como la española. El director ejecutivo de Save the Children explicó cómo si su hijo se pone enfermo, en una hora le habrán atendido, puesto oxígeno y tratado con antibióticos. En otras muchas partes del mundo esa actuación es imposible; no hay un profesional cerca, no hay oxígeno, no hay antibiótico: supone la muerte para el 4-5% de los que llegan al hospital, “si es que llegan”.
El foro convocado por La Caixa quiere acordar acciones que rompan con esa dinámica que siempre deja a la neumonía a la cola de las prioridades en salud internacional. “La prueba es que es responsable del 15% de las muertes infantiles pero sólo se dedica a ella el 3% de los fondos de investigación”, advierte Quique Bassat, investigador y pediatra de ISGlobal y presidente del encuentro.
La primera acción de estas tres jornadas contra la pasividad es presentar una vacuna neumocócica conjugada del Instituto Serum de la India, que ha conseguido hacer una vacuna que cuesta 6 dólares todas las dosis, en lugar de a los más de 60 dólares que cuesta la de los otros dos laboratorios tradicionales. Médicos sin Fronteras reclama que esa sea la vacuna prioritaria en los organismos internacionales para los países que no han podido poner en marcha programas de vacunación precisamente por el alto precio de las otras.
En concreto hay cinco países muy afectados por esta mortalidad evitable: Nigeria, India, Paquistán, República Democrática del Congo y Etiopía. Porque el problema se ceba también con economías de desarrollo medio, como India. Allí donde hay una bolsa de pobreza, esta enfermedad no se detiene. Del foro, en el que participan responsables de la sanidad de varios de estos países, saldrán también nuevas formas para organizar la asistencia sanitaria.
Falta de servicios sanitarios próximos; falta de vacunas; falta de profesionales que puedan diagnosticar correctamente y asistir a los niños a los que les falte oxígeno; falta de antibióticos –eficaces y muy baratos– para combatir la infección; y hábitos contraproducentes, como cocinar con leña dentro de las casas sumado a la falta de for-mación de los propios padres sobre la gravedad de esa tos y esa fiebre, suman ese cóctel letal para tantos niños.
En 10 años, podrían ser 9 millones de niños. Un cambio en inversiones y estrategia, creen desde el foro, podría reducir esa cifra en 3,2 millones de niños. Y de paso se prevé un efecto dominó que reduciría otros 5,7 millones de muertes infantiles por otras dolencias relacionadas, vinculadas a la desnutrición, sobre todo.
Llaman la atención al Gobierno español –el ministro de Sanidad, Salvador Illa, inauguró ayer el foro– para que no mantenga los recortes. “Nunca se llegó al 0,7% en ayuda al desarrollo, pero antes de los recortes estábamos por encima del 0,5%. Y de ahí nos quedamos en el 0,14%. Nosotros, Unicef en España, de 110 millones de ayuda pasamos en un año a 1,7 millones”, recuerda Carmen Molina, directora de sensibilización del comité español. “Tenemos una responsabilidad moral”, resume Quique Bassat.