Es productiva una persona trabajando 8 horas al día y cinco días a la semana? ¿Tuvo lugar algún cataclismo cuando en 1976 se decretó que las vacaciones pasaban de 7 a 21 días? ¿O cuando en 1983 se oficializó que el descanso vacacional debía ser de 30 días?
Las preguntas las formula Manel Fernández Jaria, psicopedagogo y profesor de Estudios de Economía y Empresa (UOC), cuando una vez más, en diferentes entornos y no por casualidad se vuelve a plantear la necesidad de revisar los tiempos de trabajo y la sostenibilidad de la vida. El acuerdo de gobierno entre el PSOE y Podemos hace referencia específica a la necesidad de alcanzar un pacto social y político sobre la racionalización de los horarios, así como una elaboración de una ley de usos del tiempo. Esta misma semana corría como la pólvora en todo el mundo la propuesta –antigua– de la nueva primera ministra finlandesa, Sanna Marin, de caminar hacia una semanan de cuatro días y una jornada de seis horas, con el mismo sueldo.
Manel Fernández (UOC)
“Cuidar a las personas tiene beneficios en la cuenta de resultados”
El Gobierno finlandés ha tenido que matizar que esta iniciativa no está ahora sobre la mesa. Pero el debate cuaja cada vez que surge, algunas empresas ya han empezado a recorrer esta senda y el jueves se daba a conocer la primera que ha puesto en marcha la jornada de cuatro días en España (ver información adjunta).
La primera cuestión, según la opinión de Fernández Jaria, es que la jornada semanal de ocho horas diarias ha cumplido ya un siglo. Cien años de vigencia en un mundo en el que todo cambia rápidamente menos esto. Está claro, indica Manel Fernández, que el mundo laboral necesita una revisión.
“Se ha empezado un proceso de cambio en las empresas (en algunas) situando a las personas en el centro, –señala– porque cuidar a las personas tiene beneficio en la cuenta de resultados. Este es un debate que se está ganando”.
Volviendo al punto de partida, este psicopedagogo autor de libro Trabaja en modo actitud responde rotundamente que una jornada de ocho horas no es sinónimo de productividad. “Somos más productivos cuando trabajamos cinco horas”, indica. Y al igual que fue disruptivo introducir los días de vacaciones, se ha de ser disruptivo ahora al reflexionar sobre el trabajo y sus tiempos.
Esther Sánchez, experta en recursos humanos, considera que el análisis es complejo y que hay que tener en cuenta que cada sector laboral es diferente y el café para todos no funciona. No es lo mismo hablar del sector industrial, del ámbito del comercio o una start-up y es fundamental la demanda del mercado
Esther Sánchez (RRHH)
“Para atraer talento se ofrece tiempo de vida, pero sólo es aplicable en algunos sectores”
La UOC organizó el pasado mes de diciembre un debate sobre el tiempo de trabajo y, según comenta Antonio Fernández García, profesor de Estudios de Derecho y Ciencia Política los cambios están llegando sobre todo de la mano de las políticas de conciliación entre la vida laboral y familiar, los permisos de paternidad y maternidad. Además de las políticas gubernamentales, las empresas (no todas) se han sensibilizado con respecto a esta necesidad de armonizar los cuidados y el mundo laboral.
La semana de cuatro días (sin aumentar las horas ni bajar el salario) o la reducción de la jornada diaria pueden parecer un camino difícil de transitar para un empresario. Las empresas que principalmente están apostando por estas fórmulas son sobre todo tecnológicas a las que les interesa atraer y retener el talento.
En un cierto tipo de empresas, recalca Esther Sánchez, sí que se ofrece más “tiempo de vida” para atraer talento, lo que ha obligado a repensar las fórmulas tradicionales de organización. Pero el problema, prosigue, es que está muy acotado a algunos sectores, no es una cuestión transversal que se pueda aplicar a todas de forma genera-
lizada.
En España, donde predomina el sector servicios (restauración, turismo, comercio…) y trabajos estacionales la productividad tiene otro tipo de medida, señala Antonio Fernández. Y los horarios se extienden. Pero pese a este contexto hay que entender, señala Manel Fernández, que el trabajo escasea, que los índices de paro siguen siendo altos y que hay mucha gente que espera que se apruebe una renta mínima universal. Por tanto, hay que avanzar en planteamientos que favorezcan el reparto del trabajo.
Sí que es más caro tener dos trabajadores que uno por el mismo número de horas, pero esto no puede ser una excusa, subraya, para abordar la necesidad de repartir el trabajo. Por una cuestión de sostenibilidad humana.
La Organización Internacional del Trabajo (OIT) analizaba en uno de sus últimos documentos hacia dónde debe evolucionar el mundo del trabajo en un contexto que afronta la llegada de la inteligencia artificial, donde la conciliación penaliza a las mujeres, donde hay precariedad y donde unos trabajan mucho y otros muy poco. La renta mínima garantizada, se señala, despierta recelos en los gobiernos por su coste. Y por ello el autor del informe, Jon Messenger, considera que la alternativa, mucho más barata, es la reducción de horas de trabajo. O seis horas al día, o cuatro días a la semana o más vacaciones.
Hay que apostar, señala Manel Fernández, probar cosas diferentes, y ver que se puede ser más rentable. Microsoft lo hizo en agosto en Japón con la jornada de cuatro días y lo repetirá este verano. El mismo profesor se lo aplica: los miércoles, al menos cada quince días, no trabaja.